Influencia española en los maestros de la pintura uruguaya
A pesar de que el actual territorio de la República Oriental del Uruguay perteneció durante siglos a la corona española, fue en los artistas de Francia e Italia donde los primeros artistas de la nación ya independiente buscaron sus nuevas referencias visuales. Es fácil inferir que luego de la declaración de emancipación y carentes de un legado patrimonial autóctono debido a la falta de una población aborigen, los artistas del Uruguay de esa época buscaron de forma espontánea características visuales que los diferenciasen en su desarrollo de la dominación española. Fue entonces recién a partir del aluvión migratorio de fines del siglo XIX, principios del siglo XX, cuando el aporte español comenzó a reflejarse en el proceso pictórico del Uruguay.
Comenzaron en ese entonces a actuar en el Uruguay pintores de la nueva generación española. Los rasgos fueron cada vez más comunes entre éstos contemporáneos uruguayos y españoles, sobre todo en la armoniosa y resuelta paleta de colores que los artistas de ambos lados del Atlántico aplicaron en sus obras, una característica dominante de la pintura española de la primera década del siglo XX.
Esta influencia española también se vio enriquecida con obras de artistas ibéricos que llegaron al Montevideo de fines del siglo XIX para formar parte de colecciones privadas, del patrimonio del primer Museo de Arte local o del posterior Museo Nacional de Artes Visuales. Por último, el mayor aporte español a las artes visuales de Uruguay fue la asidua concurrencia de artistas de esta margen del Río de la Plata a escuelas y academias de arte de la Madre Patria, ya sea por iniciativa propia o por usufructo de becas oficiales.
Sin dejar de reconocer la influencia que el arte ibérico tuvo en artistas nacionales de la talla de Pedro Blanes Viale, Carmelo de Arzadun o Carlos María Herrera, entre otros, centramos esta humilde reseña en dos de los principales maestros del arte uruguayo: Rafael Barradas y Joaquín Torres García.
Obra de Rafael Barradas, artista uruguayo, influenciado por la corriente artística de España.
Rafael Barradas y su Ateneíllo de L'Hospitalet
Rafael Barradas nació en Montevideo en 1890. Siendo prácticamente un niño cursó sus primeros estudios de dibujo con el pintor catalán Vicente Casanova y Ramos. Partió hacia el viejo continente en 1912, a la edad de 22 años. Fue en 1914 cuando se radicó en Barcelona, trabajando en el género de caricaturas para revistas barcelonesas y continuando así con la colaboración que ya había iniciado en revistas montevideanas, como La Semana o El Tiempo.
Torres García queda impactado cuando conoce el vibracionismo de Barradas
El fin de la Primera Gran Guerra y las repercusiones económicas que tuvo ésta en la Barcelona de posguerra, lo empujaron hacia Madrid y Zaragoza. En 1916 regresa a Barcelona, donde conoce y traba amistad con su compatriota, el pintor Joaquín Torres García, exponiendo en la galería de Joseph Dalmau en diciembre de 1917. Torres García queda impactado cuando conoce el vibracionismo de Barradas, al punto que años después formará su propio esquema, su propio Universalismo Constructivo.
En 1923, instalado en la campiña aragonesa, Barradas pinta la serie de los 'Magníficos', personajes de pueblo elaborados en un tono de color expresivo y de paleta baja, abandonando así definitivamente el vibracionismo que había adquirido de los futuristas italianos durante sus primeros años como estudiante en Europa.
En 1919 se traslada a Madrid, instalándose en las cercanías de la estación de tren de Atocha, donde frecuenta en tertulias de café con personajes como Federico García Lorca, Salvador Dalí, Ramón Gómez de la Serna o Luis Buñuel, entre otros. En 1925 participa de la primera exposición de artistas ibéricos y en 1926 se traslada a Hospitalet de Llobregat, en Cataluña, donde desarrolló la serie los 'Místicos', así como figuras de evocación religiosa. En 1928 crea la serie 'Estampones Montevideanos' inspirándose en personajes de su ciudad natal.
Su estado de salud estaba ya en un deterioro constante, pero Barradas no dejaba de reunir en su casa a los principales artistas catalanes de vanguardia en lo que se llamó el 'Ateneíllo de Hospitalet'. Por allí pasaron Lorca y Dalí, entre otros. Y fue precisamente el artista uruguayo quien organiza la primera y única exposición de dibujos de García Lorca, en la sala Dalmau de Barcelona. En noviembre de 1928 regresó al Uruguay ya muy enfermo y fallece a los pocos meses, el 12 de febrero de 1929.
El artista uruguayo Joaquín Torres García detonaba un enorme deseo de renovación que se plasmó en sus colores, sus dibujos y en la valoración de elementos intrínsecos que dieron un acento propio a su obra.
Joaquín Torres García y su deseo de renovación
Joaquín Torres García nace en Montevideo en el año 1874. En 1891, su padre, Joaquín Torres Fradera –de origen catalán– traslada nuevamente a su familia a Mataró, Cataluña, para luego radicarse en Barcelona. Es en la capital catalana que Torres García toma lecciones de pintura con Josep Vinardell, ingresando luego, en 1891, en la Escuela Oficial de Bellas Artes de Barcelona.
En 1903 trabajó con Antonio Gaudí y participó del movimiento noucentista catalán. Es a partir de 1904 que realiza exposiciones en el Círculo Artístico de Sant Lluc, en Galerías Dalmau, en el Fayans Català, así como en la exposición Internacional de Arte de Barcelona.
En 1910 recibió el encargo, por medio del escritor Roberto Payró, de pintar dos murales, 'La Agricultura' y 'La Ganadería', para el pabellón uruguayo de la Exposición Universal de ese año y en 1911 conoce a Enric Prat de la Riba, presidente de la Diputación de Barcelona, quien le encargó los frescos del Salón de Sant Jordi en el Palacio de la Generalidad de Cataluña, que Torres García realizó entre 1913 y 1914.
En 1921 abandona España, viajando a Nueva York, para luego en 1924 instalarse en Villefranche-sur-Mer, un pueblo de la Costa Azul. En 1926 se traslada a París y es en 1928 conoce a Piet Mondrian, con quien funda luego el grupo Cercle et Carré. En 1932 regresa a España, donde se instala durante dos años, para luego, en 1933, viajar a Montevideo acompañado de su esposa Manolita Piña y de sus 4 hijos, Olimpia, Augusto, Ifigenia y Horacio.
A su llegada a Montevideo funda la Asociación de Arte Constructivo y edita la revista Círculo y Cuadrado (es en esa revista que aparece por primera vez una de las versiones del muy conocido dibujo que representa el mapa de América del Sur orientado con el sur en la parte superior).
Sin lugar a dudas, Torres García y Barradas concentran el arte de vanguardia nacional de las primeras décadas del siglo XX
Entre finales de 1942 y principios de 1943 se realizaron las primeras reuniones del Taller Torres García, donde daba clases de pintura a jóvenes artistas, buscando así renovar la pintura uruguaya. Falleció el 8 de agosto de 1949, a los 75 años de edad. Tras su muerte, el taller Torres García seguiría abierto hasta 1967 a cargo de varios de sus discípulos, entre los que se destacaron Julio U. Alpuy, Gonzalo Fonseca, José Gurvich, Alceu Ribeiro, Manuel Pailós y los propios hijos de Torres García, Horacio y Augusto, entre varios otros.
Desde su juventud, Torres García detonaba un enorme deseo de renovación que se plasmó en sus colores, sus dibujos y en la valoración de elementos intrínsecos que dieron un acento propio a su obra. Vivió la Barcelona que deseaba independizarse artísticamente de las influencias estéticas extranjeras, proporcionando activamente su propia visión de la modernidad.
Es en 1916, en la localidad de Terrasa, a unos treinta kilómetros de Barcelona, donde gesta su plan artístico de vincular a artistas nacionales con autoridades uruguayas, manifestando que todos podían contribuir al progreso de la Patria, reconociendo así en el Uruguay su propia formación artística. Es en 1918, cuando Barradas expone sus obras con el nombre de vibracionismo en las Galerías Layetanas, que Torres García se orienta hacia la modernidad y se inclina hacia las líneas más contemporáneas , que lo llevarán voluntariamente hacia su peculiar estética, hacia su propia concepción del universalismo constructivo, representado primordialmente por formas esquemáticas abreviadas en seres, signos y símbolos. La teoría Constructivista preconizada por Torres García, conquistó a jóvenes artistas en ambos lados del Atlántico y por muchos años la producción artística del Uruguay llevó su sello de colores y diseño.
Sin lugar a dudas, Torres García y Barradas concentran el arte de vanguardia nacional de las primeras décadas del siglo XX y si bien se forman, actúan y realizan la mayoría de sus obras en el extranjero, en especial en España, Uruguay los reivindica como propios, cuando la originalidad de ambos genios es compartida.
Asesoramiento en arte
Un rasgo característico del coleccionismo de arte como elemento corporativo es la búsqueda de piezas que tengan relación con la ubicación de la empresa. Este es el caso de BBVA Uruguay. Son numerosas y muy importantes las piezas de arte uruguayo que conforman el acervo artístico de esta institución. El banco cuenta entre su colección con obras de Manuel Pailós, los hermanos Ribeiro y Augusto Torres, entre otras, algunos de los principales artistas provenientes del taller Torres García. El área de banca privada global de BBVA, BBVA Global Wealth, ofrece a sus clientes de elevado patrimonio un servicio de asesoramiento en arte, gracias al acuerdo que ha alcanzado con la consultora internacional The Fine Art Group.