Inclusión financiera: el gran desafío de los próximos cinco años
La Argentina ha tenido avances significativos en materia de educación financiera en los últimos tiempos. Las personas que cobran planes sociales (nueve millones) lo hacen a través de una tarjeta de débito. Del mismo modo, gran parte de los que participan del mercado informal del trabajo han ido incorporando instrumentos financieros.
Sin embargo, la población con poca vinculación al sistema financiero formal es muy alta. Gran parte de los trabajadores precarizados y de los que realizan actividades por cuenta propia carecen de instrumentos cotidianos para el acceso al crédito o para la generación de ahorro familiar.
La mejora social en un país en donde el 48% de los menores de 14 años es pobre requiere de nuevos programas en escala, tanto de educación formal, como de inclusión y educación financiera.
El compromiso de las empresas con la sociedad argentina, y los avances entonces a la RSC (responsabilidad social corporativa) deberían estar orientados en los próximos años centralmente en esta dirección, potenciando instrumentos de capacitación para los jóvenes (el 50% de los jóvenes no termina la escuela secundaria en la Argentina) y fortaleciendo mecanismos de ahorro y de organización económica de las familias más vulnerables.
En este sentido, sobresale de manera significativa la tarea encarada por el BBVA Francés a través de su Programa de Educación Financiera. El BBVA Francés ha sostenido de manera ininterrumpida, durante 11 años, una línea de trabajo que fomenta becas de integración para jóvenes en situación de pobreza e instrumentos de educación financiera que generan un impacto muy visible tanto en las familias de los beneficiados como en el entorno barrial.
El Programa de Educación Financiera del BBVA Francés, que ha llegado ya a 12.300 jóvenes, se transformó en un modelo de RSC, en la medida en que ha focalizado su acción en jóvenes vulnerables, ha mejorado las capacidades educativas, de inclusión y de educación financiera de esos jóvenes y ha construido lo que hoy es el gran desafío argentino: la movilidad social ascendente.