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Tecnología Act. 17 may 2018

La huella digital, una herramienta para dar más y mejores créditos

Analizar la solvencia de una persona en función de qué hace en las redes sociales ya está aumentando el acceso al crédito en las economías emergentes. En los países más desarrollados, ayuda a las entidades financieras a a afinar mejor a quién prestar dinero.

La identidad digital o identidad 2.0 es la versión en Internet de la identidad física de una persona. Está compuesta por una gran cantidad de datos que proporcionamos en la red, más allá de nuestro correo electrónico y dirección: incluye nuestras fotos, datos bancarios, preferencias a la hora de comprar y más.

Marta es una mujer de casi 50 años a la que su banco ha denegado un crédito para reformar la cocina. Ella ha deducido que se debe a que su cuenta corriente nunca ha sido muy boyante, pero no tiene ni idea de que sus comentarios en Facebook han tenido mucho que ver en la decisión de la entidad financiera. En concreto, su énfasis en la espiritualidad, el alma y el más allá jugaron en su contra.

“Tenemos comprobado que la gente que escribe mucho sobre el alma tiene niveles de morosidad altos. Están pendientes de lo que ocurra dentro de treinta años, pero no en la letra pequeña del día a día”. Estela Luna, consejera delegada de Pentaquark Consulting, explicaba así en el reciente Open Expo, un congreso sobre Open Data celebrado en Madrid, por qué el modelo de credit scoring que ha desarrollado su empresa desconfía de los clientes ‘demasiado espirituales’.

Pentaquark Consulting ha desarrollado un sistema, basado en algoritmos y en machine learning, que estudia las redes sociales para determinar la solvencia de los clientes de la banca. Su empresa no es la única que vigila Facebook, Twitter, Linkedin… para tener más pistas sobre los bolsillos de los usuarios de las redes sociales.

Puede que el hecho de que un banco ‘eche un vistazo’, indirectamente, a lo que pone en Facebook le resulte molesto, pero lo cierto es que le puede beneficiar. La propia Luna dice que uno de sus clientes les puso como objetivo “aumentar en un 10% el número de solicitudes de créditos aprobadas”. Es decir, puede que las redes sociales le demuestren con más posibles que lo que dicen los fríos datos económicos que tiene el banco. “Muchos tienen un IRPF un poco pobre, pero luego en las redes sociales vemos que veranean en la Riviera Maya”. Y las ventajas de utilizar redes sociales para credit scoring son aún mayores en economías emergentes.

El motivo es que en este caso se trata de mercados en los que un amplio porcentaje de la población no está bancarizada, lo que automáticamente les excluye de las vías ortodoxas de crédito: los bancos no dejan dinero a alguien del que no tienen información. Sin embargo, es una barrera que se está empezando a levantar gracias a la tecnología.

Buenos ejemplos de esta tendencia la singapurense Lenddo y la empresa alemana Kreditech,en la que ha invertido el gigante japonés del comercio online Rakuten. Con sede en Hamburgo, Kreditech se dirige a los millones de personas sin bancarizar, estudiando su huella digital para, llegado el caso, ofrecerles créditos, bien directamente, bien a través de terceros.

Además de las cuentas de los usuarios en Amazon, eBay y Facebook, Kreditech también analiza determinados comportamientos digitales que dan pistas sobre el nivel de solvencia. Por ejemplo, el tiempo de navegación con las condiciones de los créditos, el uso o no de mayúsculas y la concordancia entre el lugar desde donde se consulta su web y el lugar donde el usuario dice que trabaja o vive. Y es que estas tecnologías no son solo útiles para analizar el nivel de riesgo de un crédito, sino también posibles fraudes y suplantaciones de personalidad online.

La mayoría de los datos de las redes sociales se recopilan o bien directamente o bien a través de sus APIs. Pero, ¿qué pasa con todos aquellos que no están en redes sociales? “El que alguien no tenga huella digital ya es un dato importante”, explica Luna de María, “no quieren compartir información, y eso ya es información. En ese caso recurrimos a modelos clásicos de análisis de solvencia, pero hay que tener en cuenta que una simple dirección de correo electrónico da mucha información”.

La privacidad es más complicada en el siglo XXI pero, como todos los cambios sociales que provoca la tecnología, la huella digital tiene aspectos negativos y positivos: muchos de los que hasta ahora estaban fuera del sistema bancario pueden ya acceder a créditos gracias a su presencia en las redes sociales.