Historia de la banca de inversión (2ª parte)
El New Deal, el programa intervencionista promovido por Roosevelt para paliar los efectos del crack del 29, implicó que la banca de inversión y comercial debían operar por separado por primera vez en la Historia. Separadas éstas en 1933, empiezan a desarrollarse independientemente durante una época de esplendor económico en Estados Unidos.
La prosperidad que trajo la posguerra, amparada en políticas keynesianas hasta la década de los 70, no tiene parangón. Pero el final de la Guerra Fría vistió al mundo con el traje de la globalización. En el sistema financiero empiezan a soplar fuertes vientos de cambio, se fomenta la idea de un mundo sin barreras y llega una época extraordinaria para las fusiones.
Los bancos comerciales estadounidenses eran conscientes de que sus márgenes eran mucho menores que los de los bancos de inversión, a quienes la ausencia de regulación les permitía asumir riesgos cada vez mayores.
Puerta principal de la Bolsa de Nueva York.
Comienza la desregulación
Ante este escenario, se empiezan a permitir actividades antes restringidas por la Ley Glass-Steagall. Así, en el año 1998, muchos bancos estadounidenses ya actuaban como bancos de inversión y comerciales al mismo tiempo, pues la Reserva Federal había ido flexibilizando progresivamente la regulación del sistema financiero.
Pero es durante el gobierno del demócrata Bill Clinton, y después de más de dos décadas de relajación regulatoria por parte de la FED, cuando la Ley Gramm-Leach-Bliley deroga en 1999 la Ley Glass-Steagall para permitir crear uno de los conglomerados más grandes del país: Citigroup, nacido de la fusión de Citicorp, un hólding de bancos comerciales, y la aseguradora Travelers Group. Cuando se produce la derogación de la ley, se impone la ley del más fuerte y el negocio de la banca de inversión, que estaba en apogeo, prevalece.
Las medidas implantadas en 1999 suponían acabar con el modelo de negocio sobre el que se había construido el sistema financiero desde la Gran Depresión. Banca comercial y banca de inversión podían convivir.
Prosperidad económica en Estados Unidos. Años 2000.
Comienza entonces un periodo de bienestar que evocaba aquellos felices años 20. El desenlace, además, guarda un cierto parecido.
En el año 2000, Chase Manhattan, uno de los principales bancos comerciales de Estados Unidos, adquiere JP Morgan, uno de los gigantes de la banca de inversión.
En Estados Unidos, la ley GLBA permitió converger a los bancos, pero a diferencia de Europa, para que un banco comercial pudiera operar como banco de inversión debía fusionarse con una entidad dedicada a ello y viceversa. Así que para abarcar más negocio, todo este proceso de fusiones derivó en bancos mastodónticos, conocidos posteriormente como bancos "too big to fail".
Las reglas del juego se van transformando y el pensamiento de que el crecimiento financiero será perpetuo vuelve a rondar por las cabezas de Wall Street.
Vista general del parqué de la Bolsa de Nueva York. Septiembre de 2008. - EFE
Pero el sistema financiero internacional implosionó en 2008, eliminando el aura de invulnerabilidad que rodeaba a la banca. Lo que empezó siendo un problema aislado de liquidez en determinados bancos acabó por derrumbar un sistema basado en la especulación.
Empezaba de esta forma una de las mayores recesiones económicas a nivel global, que afectó notablemente a los bancos estadounidenses y que se contagió a otros sectores y bancos a nivel global. “Cuando Estados Unidos estornuda, el mundo entero se resfría”.
El colapso de la banca de inversión
El primer banco de inversión en sucumbir a la crisis financiera fue Bear Stearns, que fue vendido a JP Morgan por la Reserva Federal de Estados Unidos. La siguiente víctima fue Lehman Brothers, que el 15 de septiembre de 2008 y tras 158 años de historia se declaró en quiebra financiera, fuertemente afectado por las pérdidas de los activos tóxicos. Al mismo tiempo, Bank of America adquiere Merrill Lynch, un banco de inversión fundado en 1914, con el que emerge de la crisis y se convierte en uno de los gigantes de la industria.
Empleado de Lehman Brothers abandona el banco con el contenido de su mesa en una caja. - EFE
Goldman Sachs y Morgan Stanley fueron las últimas entidades financieras afectadas por la crisis financiera. Goldman se benefició de la autorización de la Reserva Federal para dejar de ser un banco de inversión y convertirse en un banco comercial. Morgan, fundado en 1935 como consecuencia del cambio de legislación después de la crisis financiera del 29, estuvo a punto de quebrar en 2008, por lo que la Reserva Federal comunicó a la entidad que debía centrase en banca comercial y abandonar su condición de banco de inversión.
Esta conversión permitía el acceso de forma permanente a fuentes más estables de financiación y a las ayudas de la crisis financiera, pero por otra parte suponía estar sometidos a un control y a una regulación que antes no tenían.
Vuelta al pasado
Como respuesta a los fallos regulatorios que se pusieron de manifiesto durante la crisis, y con el objetivo de evitar nuevas crisis financieras, se legisla para que haya un profundo cambio en el sistema financiero estadounidense. Nace la Ley Dodd-Frank, firmada por Barack Obama en 2010, que vuelve a dividir, como ya hiciera la Ley Glass-Steagall, las funciones de los bancos comerciales y los bancos de inversión, haciendo caso a las voces que sugerían volver al pasado como la del premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz.
Esta reforma conlleva una serie de medidas destinadas a limitar la dimensión de las instituciones financieras. Asimismo, limita las operaciones que los bancos pueden hacer con el dinero de los clientes.
Barack Obama firma la Ley Dodd-Frank de Protección al Consumidor y Reforma de Wall Street junto a miembros del congreso, su administración, Nancy Pelosi y el Vicepresidente Joe Biden, en Washington.
La historia de la banca de inversión sugiere que la industria ha sido construida sobre arenas movedizas. Muchos cambios de regulación cimentados en la corriente económica dominante en las diferentes etapas. El reinado del sistema financiero parece corresponder hoy en día al que más rápido se adecúe a las necesidades de los consumidores.
Los nuevos hábitos de los clientes están impulsando una era digital en la banca. Como afirma Carlos Torres, CEO de BBVA, la llegada de nuevos jugadores con propuestas de valor superiores y menores costes operativos como las fintech pone en jaque la hegemonía de la banca. El que mejor se adapte a este entorno digital, será quien ocupe el trono en el próximo escenario financiero.