Hasta en las paredes del desierto se puede leer: "La unión hace la fuerza"
Calama es una ciudad chilena conocida por ser la puerta de entrada al desierto de Atacama. Un sitio inhóspito que huele a tierra, sal y calor. Sin embargo, fue el destino que escogió Gladys Chacana para recuperar su fuerza vital. A sus 73 años, esta mujer ha logrado lo que ni ella misma imaginó, una red de apoyo que hace que cada día este lugar sea menos árido.
Toda su vida ha cuidado de los demás, con mimo y ternura, y con ese estoicismo de los héroes cotidianos que siempre piensan en los demás antes de tomar una decisión. Durante más de 18 años cuidó de ancianos, fue empleada doméstica y vendedora de pescado en Iquique, ciudad de mejillones y playas. Todo para que su familia prosperase y tuviera una vida feliz.
Sin embargo, un accidente la hizo parar y tener que levantarse de nuevo. Como siempre, no lo dudó, primero un pie, luego el otro... Pero esta vez, algo fue diferente. Esta vez alguien le dio la mano, y le ayudó a que cada paso fuese más sencillo. Fondo Esperanza (FE), entidad chilena de la Fundación Microfinanzas BBVA, estaba ahí para devolverle “ese amor por los demás” que siempre había demostrado.
“Yo pensaba que (FE) no me iba a recibir por mi edad, pero Fondo Esperanza me dio vida, me dio ánimo. Tuve plata altiro, la empecé a trabajar y a vender colaciones...me sentí muy apoyada", sostiene Gladys emocionada. Hoy, gracias a esta ayuda, el apoyo del Banco Comunal (BC) al que pertenece y a sus ganas de salir adelante, ha podido complementar el dinero que recibe de su pensión, y montar su pequeño negocio de comidas en casa, que cuenta con un horno y un espacio para prepararlas.
Mario Pavón, gerente general de Fondo Esperanza; Gladys Chacana, emprendedora, Jeanette Tancara, asesora de Banco Comunal; y John Kloninger, director para las Américas de Whole Planet Foundation - FMBBVA
Para la entidad chilena, tender la mano a las personas en situación de vulnerabilidad de las regiones más alejadas del país, ha sido siempre una prioridad. Por eso, cuentan con aliados como Whole Planet Foundation (WPF). Una organización privada sin ánimo de lucro, creada por la cadena de supermercados Whole Food Market, que apoya, en colaboración con microfinancieras, a comunidades que tienen relación con la producción de alimentos.
"Calama fue siempre un lugar en el que queríamos estar: veíamos un potencial en las personas emprendedoras y creíamos que nuestro servicio podría serles de utilidad para hacer despegar sus negocios, generar más redes de apoyo y juntos promover el desarrollo social. Sin embargo, las barreras para lograr la apertura de una oficina en la zona estaban marcadas por la distancia geográfica y el alto costo de implementación; si bien no tenemos fines de lucro, debemos asegurar la sostenibilidad de la institución, para ser una oportunidad real de largo plazo. Y ahí es donde aparece Whole Planet Foundation, que nos dio la posibilidad de colaborar a través de un aporte para poder entregar créditos a los emprendedores de Calama. Emprendedores que luchan día a día por salir adelante, pero que muchas veces tienen escaso acceso a financiamiento", afirma el gerente general de la entidad, Mario Pavón.
Hasta las mismísimas puertas del desierto se ha acercado John Kloninger, director para las Américas de WPF, para conocer la realidad de personas como Gladys, y ver el impacto que tiene apoyar espíritus emprendedores como el de ella. “Ha sido una gira increíble y muy provechosa. He podido ver el gran trabajo que está haciendo FE llegando a estos lugares donde la gente no está bancarizada y casi sin acceso a algún tipo de crédito”, ha señalado Kloninger.
Y es que en el BC al que pertenece Gladys lo tienen claro: la unión hace la fuerza. Por eso han decidido llamar así al grupo de 25 personas que lo forman, porque juntos han construido una red de apoyo con la que ayudarse en los días más áridos; así la próxima vez que alguno tropiece, tendrá muchas manos para levantarse.