¿Cómo lograr la independencia financiera?
La independencia financiera se trata de disponer de tiempo libre para poder hacer lo que queramos sin tener que dedicar tiempo a trabajar. De esta definición se desprende que hay dos factores que determinan nuestra independencia financiera: nuestros recursos y nuestras necesidades.
En primer lugar sería interesante definir qué entendemos por independencia financiera. A grandes rasgos podríamos decir que consiste en poder vivir de los recursos que generan nuestras inversiones, de manera que no nos es necesario trabajar, tal y como se entiende en la sociedad moderna. Cuando las rentas que genera nuestro capital, nos permite mantener nuestro estilo de vida sin tener obligaciones laborales, podemos decir que somos financieramente independientes.
Si no hemos tenido la suerte de nacer en una familia con recursos suficientes para ya tener independencia financiera, este objetivo nos puede parecer inverosímil. Sin embargo, es posible y es cuestión de tener una estrategia que nos conduzca hasta ello, y de tener un poco de paciencia.
Podemos diferenciar entre dos aspectos a tener en cuenta a la hora de encaminarnos hacia la independencia financiera. Por un lado hay una serie de conceptos que son imprescindibles para alcanzar la independencia financiera. De estos conceptos, se desprende una pequeña fórmula que nos permitirá tomar el camino hacia la independencia financiera. En segundo lugar conviene tener un modelo de diversificación de recursos que nos servirá para alcanzar nuestros objetivos.
Mucha gente cree que a medida que va mejorando en su situación laboral y mejorando su sueldo, llegará el momento en que se encontrará en situación de independencia financiera. La realidad es que si dependemos exclusivamente de nuestro sueldo, nunca obtendremos la independencia financiera porque siempre tendremos que canjear nuestro tiempo trabajando a cambio de nuestro sueldo. La única manera de salir de este círculo es conseguir estar en situación de invertir nuestro capital, para obtener más capital.
Fórmula para la Independencia Financiera
- Gasta menos de lo que ganas e invierte la diferencia. Parece obvio, pero muchísimas familias no logran nunca mejorar su situación económica simplemente porque no son capaces de ahorrar. En el día a día nos acostumbramos a gastar todo de lo que disponemos (cuando no peor aún, gastamos más de lo que tenemos y nos endeudamos). ¿Pregúntate a ti mismo, si de repente me bajaran el sueldo un 10%, conseguiría sobrevivir? Si eres realmente sincero, lo más probable es que sí. Simplemente nos hemos acostumbrado a gastar hasta el límite posible. Una de las mejores maneras de hacer esto es organizarlo para que automáticamente se desvíe el tanto por ciento que quieres ahorrar de tu sueldo, cuando este te es ingresado en el banco.
- Reinvertir los beneficios de tus inversiones para obtener un crecimiento compuesto. Hemos hablado en varias ocasiones de la importancia del interés compuesto.
- Seguir con este proceso hasta llegar al punto en el que lo que genera tu capital, es suficiente como para cubrir tus gastos de vida (ajustados a la inflación).
Esta simple fórmula, para ser efectiva, tiene que ir acompañada de una estrategia inteligente de diversificación de recursos. A continuación, puede plantearse una estructura de diversificación de recursos, que si bien es muy simple, nos puede dar ideas a la hora de crear nuestra propia estrategia.
Todos los inversores profesionales saben que la distribución que hagamos de nuestras inversiones, y la diversificación de las mismas tiene un gran impacto sobre los resultados. Sin embargo esto no se suele tener tanto en cuenta a la hora de organizar las finanzas personales.
La diversificación de recursos implica no poner todo nuestro dinero en un mismo tipo de inversión o sitio, sino dividirlo en varias partes para poder obtener mejores resultados. Para ilustrar este concepto puede exponerse un sistema de diversificación de recursos que consiste en dividir nuestros recursos en tres “cubos” diferentes. Cada uno cumple una función específica.
- Conviene asignar una parte de nuestros ahorros al cubo de la seguridad. La vida da muchas vueltas y nos ofrece muchas sorpresas. Es de gran importancia tener siempre disponible una cantidad de dinero para cualquier situación importante imprevista (entiéndase urgencia médica, pérdida de trabajo, etc.). En este cubo vamos a disponer de dinero para un tiempo concreto (se recomienda entre 6 meses y dos años) equivalente a nuestro sueldo para ese tiempo. Esta cantidad de dinero nos da la seguridad de que si nos quedamos sin trabajo o pasa cualquier cosa, disponemos de un tiempo para adaptarnos a la nueva situación en la que tenemos nuestras necesidades básicas cubiertas. En este cubo podemos tener cualquier tipo de inversión que sea 100% “segura” (depósitos a corto plazo, etc.).
- El segundo cubo lo podríamos llamar el cubo del crecimiento. A este cubo dedicaremos un dinero que vayamos a invertir a largo plazo. Aquí podríamos destinar dinero a inversiones en renta variable (bolsa) o a cualquier otra inversión que tenga cierto riesgo pero que ofrezca un mayor potencial de rentabilidad. Las opciones a la hora de invertir, son múltiples. Aquí se trata de encontrar la inversión que nos ofrezca mejor relación rentabilidad-riesgo, siendo conscientes de que siempre hay cierto riesgo de acabar perdiendo parte del capital.
- Recomendaría también tener un cubo para deseos. Está demostrado que somos mucho más propensos a llevar a cabo un sistema de este tipo si dejamos espacio en él para gastos como viajes, caprichos, etc. Dejando un espacio para este tipo de gastos, no sólo evitaremos abandonar el sistema por falta de flexibilidad sino que estaremos más motivados para llevar a cabo nuestro ahorro.
La estructura presentada aquí es muy simple, y seguro que se tiene que adaptar a la situación y necesidades de cada uno de nosotros, pero espero que hayáis encontrado ideas interesantes que os ayuden en vuestro camino hacia la independencia financiera.