Guardar el dinero debajo del colchón nunca fue peor idea
Pocos fenómenos durante la historia del hombre han tenido tanta relevancia como la creación del dinero. Todo se mueve con relación a él desde que se inventó, porque el dinero, mueve el mundo. Sin embargo, cada moneda no siempre tiene el mismo valor. Éste fluctúa con el paso del tiempo, con los cambios en la economía, o incluso, depende del país donde se encuentre uno. Y... ¿por qué ocurre esto?
La historia del dinero comienza alrededor del siglo VII a.C, momento en el que se acuñó la primera moneda. Pero no fue la primera forma de dinero. Ya en el 12.000 a.C se utilizaban diferentes bienes para solventar las dificultades inherentes al trueque y que se convirtieron en la primera forma de dinero. Ante esto, se puede concluir que el dinero es cualquier objeto de valor identificable que es aceptado por la sociedad como forma de pago de bienes, servicios o deudas, es decir, la moneda de curso legal dentro de un territorio. Éstas han ido cambiando a lo largo de los años en su forma, apariencia, nombre y lo más importante, en valor. No todas las monedas valen lo mismo, y no hay que remontarse muy lejos para comprobarlo. Ni siquiera hay que acudir al cambio de la peseta al euro en España, allá por el 1999. Es algo que se puede comprobar en el día a día.
Pero primero, hay que partir de la base de que el dinero no es más que un papel o un metal hasta que alguien le da valor, y como buen producto financiero que se precie, depende del mercado, de la ley de oferta y demanda y de la confianza de los intermediarios, entre otras muchas circunstancias.
Factores que influyen en el valor de la moneda
Una de las principales razones es el estado de la economía nacional. Si muestra indicadores positivos sobre el crecimiento, la inflación (que se explicará más adelante) y la deuda, los diferentes agentes deciden invertir más en el país, la moneda sufre un aumento de la demanda y la tasa de cambio sube. Si por el contrario, la economía entra en crisis, o crece poco, el valor de la moneda bajará porque la inversión baja, nadie querrá la divisa y la tasa de cambio bajará. Pero, ¿qué es la tasa de cambio? La tasa de cambio implica la diferencia del valor de una moneda de un país respecto a otro. Por ejemplo, para comprar un euro, en la actualidad son necesarios 1,17 dólares americanos.
Según todo lo anterior, el valor del dinero puede cambiar con las perspectivas de los inversores. De hecho, es una forma a corto plazo de actuar sobre el valor del dinero, ya que los mercados reaccionan rápidamente según las noticias diarias que influyen en la confianza de los diferentes actores. Por último, el banco central es una de las grandes influencias gracias a las políticas monetarias. La política monetaria es el conjunto de medidas que lleva a cabo la autoridad monetaria de cada país, en el caso español, el Banco Central Europeo, con el objetivo de estabilizar los precios a través de las variaciones en la cantidad de dinero que hay en circulación.
Billetes de la moneda euro.
Por qué no se puede comprar con un euro lo mismo hoy que hace 2 años
La primera y más importante razón es la inflación, que se refiere al aumento de los precios de bienes y servicios durante un periodo determinado de tiempo, que implica una pérdida del valor del dinero. Para calcular la inflación se tienen en cuenta los productos que consumen las familias entre los que se encuentran los artículos de consumo diario, como la comida o la electricidad, los bienes de consumo duradero, como un ordenador o los zapatos, o servicios, como coger el metro.
Cuando la inflación sube a altos porcentajes rápidamente, entra en juego la llamada hiperinflación. Los precios suben sin control, mientras que el valor de la moneda baja y la población intenta hacerse con bienes y servicios ante el temor de que los precios sigan subiendo, poniendo más dinero en circulación y empeorando la situación. En hiperinflación, generalmente. aumenta el dinero en circulación no porque los agentes lo demanden, sino porque el banco central aumenta la emisión del mismo, normalmente para financiar un déficit fiscal.
En el lado opuesto se encuentra la deflación, igualmente peligroso para la economía de un país. Existen muchos motivos por el que los precios pueden caer de forma generalizada, y aunque se piense que esto es algo positivo, no lo es. Las expectativas de que los precios bajen más en el futuro, hace que se gaste menos, esperando para que el desembolso sea menor. Esto supone un proceso circular que se retroalimenta y del que es muy difícil salir.
El segundo gran motivo es el tipo de interés, que se define como el precio del dinero por el cual los bancos central prestan dinero a las diferentes entidades bancarias de cada país. Es por ello un coste para quien solicita el dinero, y un ingreso para quién lo presta y es fijado por el equilibrio de la oferta y la demanda en un mercado de capitales. El tipo de interés oficial es fijado por las autoridades monetarias, siendo uno de sus principales instrumentos para influir en la economía. El Banco Central que compete en cada país proporciona dinero en las entidades bancarias correspondientes a cambio de un porcentaje, convirtiéndose el tipo básico de interés en el precio oficial del dinero a corto plazo y de referencia en los mercados. El Banco Central sube o baja el tipo de interés básico en función de la inflación: si aumenta la inflación, sube los tipos de interés, y si la inflación disminuye, los baja.
Los bancos comerciales tienden a trasladar las variaciones en los tipos de interés a sus clientes. El tipo de interés depende de las características del instrumento financiero: en función del plazo de duración del préstamo, del riesgo que entrañe y del grado de liquidez de la operación. Cuanto más se tarde en devolver el importe del crédito o si el riesgo de no recuperar el dinero es muy elevado, el tipo de interés será mayor. Si por el contrario, la entidad prestamista determina que lo recuperará de forma sencilla y rápida, el tipo de interés bajará.
Si la tasa de interés es alta, es más complicado para las empresas financiarse, por lo que esto repercute su actividad como se menciona anteriormente y, por ende, en la economía. Y si la tasa de interés es baja, aumentan el nivel de inversión y las exportaciones, pero aflora una importante deflación en los sueldos salarios mientras que se incrementa la inflación en los precios de bienes y servicios, ya que las empresas buscan incrementar sus márgenes de beneficio.
Con todo esto, se puede concluir que guardar el dinero debajo del colchón como antaño no es la mejor de las ideas. El dinero pierde valor con el tiempo debido a estos factores. Se devalúa con la inflación, y 10.000 euros en 2018, con una tasa de inflación del 3%, dentro de un año equivaldrían a 9.700 euros de hoy, es decir, el poder adquisitivo habrá disminuido en 300 euros. Para evitar esto es aconsejable acceder a productos de ahorro que aporten rentabilidad, y que sobre todo, protejan frente a la pérdida de valor futura.