Goya conquista Suiza con la mayor exposición de su obra fuera de España

Basilea inaugura una de las exposiciones del año en Europa con Goya como gran protagonista. La Fundación Beyeler ofrece una nueva visión de su trayectoria desde un punto de vista sensorial para atender a su expresión más personal. Así, a través de 75 pinturas, alrededor de 50 dibujos y 50 grabados, se pretende ofrecer un viaje por el universo visual del pintor, enfatizando su época madura y tardía para demostrar la contraposición existente entre sus retratos oficiales y su creación privada.

Este concepto es fundamental para comprender su génesis creativa, teniendo en cuenta que los cuadros en los que Goya dio rienda suelta a sus inspiraciones interiores se conservan, en su mayoría, en colecciones privadas españolas, como es el caso de la Colección BBVA. Hasta el momento, estas piezas tan exclusivas han sido expuestas en contadas ocasiones fuera de España. Gracias a este proyecto tienen la oportunidad de contemplarse junto a los fondos de las más prestigiosas instituciones nacionales e internacionales como el Museo del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza, el Metropolitan Museum de Nueva York, el Louvre de París, los Uffizzi de Florencia, o la National Gallery de Londres, entre otros. La muestra, comisariada por Martin Schwander, podrá verse hasta el 23 de enero de 2022.

Don Pantaleón Pérez de Nenin

BBVA participa en la exhibición con una de las grandes obras de su colección privada. Pintado el año que comienza la Guerra de la Independencia, este es el único caso en el que Goya retrata a un oficial de los ejércitos, el vasco Pantaleón Pérez de Nenín, que se enfrentó a las tropas de Napoleón. El uniforme que luce permite fechar la obra a comienzos de año, cuando todavía estaba en activo, y el forro de piel del uniforme indica que era invierno, durante los meses que la corte permanecía en Madrid. La obra, firmada y fechada en el sable en 1808, confirmaría estos datos.

El fondo negro sobre el que se recorta la sólida figura, hace destacar las sobresalientes calidades de la guerrera roja, la maestría y violencia de pincel con la que están resueltos los adornos de la misma y la soltura y resolución de la factura de la chaqueta y el fajín. La riqueza de la pincelada sobre sus ropajes muestra la evolución de la paleta de Goya, quien consigue captar toda la personalidad del personaje reflejando su rostro anodino.

El retratado, que en esos momentos tenía 32 años, se presenta erguido, vestido con el uniforme de húsar de la reina. Apoya su mano derecha en el bastón de mando de ayudante en jefe, con pomo de marfil, y la izquierda en el sable de ordenanza, cuyo tamaño (106,5 cm) revela su imponente estatura (más de 1,80 m), realzada por el chacó y su espectacular penacho de plumas rojas. Su caballo aparece al fondo, en lo que parece ser una cuadra.