Garbiñe Muguruza, una vida de altos vuelos
La vida de un deportista transcurre entre habitaciones de hoteles alrededor del mundo, salas de entrenamiento y las mejores instalaciones deportivas del planeta. Una vida nómada con la casa cargada a cuestas y con los aeropuertos como segunda vivienda. Es el caso de Garbiñe Muguruza. La tenista y embajadora de BBVA confiesa que en 2016 cogió más de 30 vuelos y que “el aeropuerto es mi segunda casa”. ¿Cómo es vivir 30.000 pies sobre el suelo? Garbiñe nos lo cuenta.
La planificación de la temporada de tenis no es tarea fácil. Con una veintena de torneos al año, Garbiñe Muguruza pasa gran parte de su tiempo entre mostradores de facturación y salas de espera del aeropuerto. “El año pasado cogí más de 30 vuelos, el aeropuerto en mi segunda casa”, afirma la de Caracas. A pesar de esto, es difícil acostumbrarse y confiesa que siempre llega con el tiempo justo.
Al equipaje habitual de cualquier viajero, Garbiñe tiene que añadir toda la equipación necesaria para los torneos, raquetas incluidas. “Viajo con 27 maletas, tengo que facturar y siempre tengo sobrepeso… siempre es un follón”, afirma.
Una vez de dentro de la aeronave, intenta siempre coger un asiento de pasillo: “Prefiero coger pasillo para tener libertad de levantarme, ir al baño, puedo estirar las piernas sin molestar al de al lado”. Lógico teniendo en cuenta sus 182 cm de altura.
Además, nunca le falta agua. “Llevo mucha agua conmigo para no deshidratarme. Y hago el esfuerzo de intentar dormir”, comenta desde la sala de espera de su último vuelo. Uno de los primeros de un año en el que volverá a dar la vuelta al mundo unas cuantas veces para seguir haciéndonos soñar.