Garbiñe Muguruza se pone seria
Garbiñe Muguruza entra en pista. Cabeza baja, mirada oculta. Deja su raquetero en el banco y se prepara para comenzar el partido. Concentración máxima y cara de póquer. Cualquier gesto podría dar pistas a la rival que se sitúa al otro lado de la red. Una Garbiñe seria que poco tiene que ver con la chica sonriente y alegre que se muestra fuera del terreno de juego. Una emoción contenida que sale cuando gana un punto importante al grito de “vamos”. Y es que Garbiñe Muguruza no es de hielo.
Decía Nadal al ganar su segundo Roland Garros que muchos partidos se ganan más con el corazón y la cabeza que con el juego. El tenis es un deporte de puntos rápidos, de estar con el marcador abajo y minutos después ganar el set, de punto a punto. La mente juega un papel fundamental y la concentración del deportista es un factor clave. Algunos jugadores se refugian en repetir rutinas, otros en provocar al rival.
Garbiñe Muguruza opta por ocultarse debajo de la visera. “La visera para mí es una gran ayuda. Siempre desde pequeña he jugado con visera. Me gusta, me mantiene concentrada el tener la visión más centrada en la pista, sobre todo cuando juegas en esos estadios tan grandes”, confiesa la española.
Son pocas las veces que Garbiñe entra en pista sin este complemento, aunque juegue en un día nublado o en una pista cubierta. Con una cara de pocos amigos que nada tiene que ver con la Garbiñe del día a día. “Fuera de la pista creo que soy una persona completamente diferente: divertida, alegre… en la pista cambio un poco porque intento poner cara de póquer, no expresar tanto la emocionalidad”, afirma. “Es competición, es intentar estar concentrado y me resulta difícil estar relajada y contenta compitiendo. Estás nervioso, estás tenso, quieres ganar y mantienes la compostura”, añade la embajadora de BBVA. Un temperamento que la caraqueña ha ido domando a lo largo de los años gracias al trabajo con su equipo.
Garbiñe Muguruza - EFE
Los consejos del entrenador
Un momento clave durante los partidos es cuando Garbiñe pide la entrada de su entrenador en la pista. De nuevo, Muguruza adopta un semblante serio, mirando al horizonte, que justifica de la siguiente manera: “Cuando mi entrenador entra la pista tiene un minuto y medio para hablar, tengo que estar en silencio para poder escuchar bien lo que me quiere decir para utilizarlo. Es un momento que intento abrir mis oídos, pensar solamente en lo que me dice y aplicarlo luego en la pista porque seguro que ayuda”.
Consejos y ánimos que le sirven para cerrar un partido o dar la vuelta a un marcador. Y cuando eso pasa no hay visera que evite exclamar “vamos” a los cuatro vientos. “Realmente por dentro uno está lleno de emoción y de ganas e intenta aparentar tener más compostura pero cuando ganas un punto importante te sale esa alegría y tienes que gritar un “vamos” porque te relaja, porque demuestras esa ambición que tienes y las ganas. Y la otra rival lo siente también”, confirma.