Garbiñe Muguruza cierra su mejor año como número dos del mundo

Garbiñe Muguruza dio una lección de buen tenis en la hierba de Londres. Logró superar en la final a Venus Williams, pentacampeona en Wimbledon. Pero sobre todo demostró no tener rival a lo largo de dos semanas inolvidables en las que solo cedió un set ante Kerber. De la mano de Conchita Martínez, Garbiñe marcó su nombre en la catedral del tenis y se anotó su segundo Grand Slam.

Muguruza se plantó en París con la ilusión de quién defiende su primer gran título. Sin embargo, la presión pudo más que las ganas y Garbiñe se despidió antes de lo previsto tras un duro partido frente a la local Mladenovic. Ese día acabó la rueda de prensa entre lágrimas pero sin el lastre de ser la defensora de Roland Garros. Una lección aprendida a tiempo y que seguramente repercutió en sus resultados posteriores.

En Cincinnati Garbiñe logró algo más que el título. La española consiguió mantener el nivel exhibido en Londres y batió a la número 1, Karolina Pliskova, en la semifinal y a la número 2, Simona Halep, en la final. Muguruza se llenaba de confianza y con la lección aprendida después del Roland Garros de 2016: “Ahora me considero más experta y sé gestionar mejor las situaciones. Por ejemplo, jugar después de un Grand Slam en torneos más pequeños con partidos incluso más complicados sin pensar que por ganar Wimbledon voy a ganar fácil”, comentaba en Cincinnati.

La victoria en Wimbledon abrió el abanico de juego de una tenista que ha demostrado que no tiene pista favorita. Muguruza ha ganado en la arena de Roland Garros, en la hierba de Londres y en la pista dura de Cincinnati o Pekín. Ha mostrado un juego que se adapta como un guante a cualquier superficie y que la sitúan en todas las quinielas en las grandes citas. Al contrario que otras jugadoras, Garbiñe se crece en las pistas centrales y su ambición de campeona aflora ante marcadores adversos y rivales de peso.

El 11 de septiembre Garbiñe volvió a hacer historia al ocupar la primera posición del ránking WTA. Primera española desde que Arantxa Sánchez-Vicario lo hiciera en 1995. Con Rafa Nadal también en el podio, España se convertía en el tercer país (después de Estados Unidos y Alemania) en lograr simultáneamente el número 1 en la clasificación masculina y femenina. Garbiñe cumplió uno de sus sueños de infancia: “En cada cumpleaños cada vez que soplaba las velas, el deseo siempre era el mismo: ser la mejor. Y ahora ha llegado”.

Los resultados deportivos sonríen a Garbiñe, pero también los proyectos personales. La española se unía a la iniciativa que ‘Room to Read’ está desarrollando en Camboya. “Es importante que las niñas reciban mensajes positivos, de superación y de que tengan posibilidades de mejorar su vida”, escribió en su blog. Muguruza también pudo compartir una divertida jornada con estudiantes del programa de educación financiera de BBVA ‘Valores de futuro’. “Siempre he soñado ser número 1 y ahora que lo he conseguido quisiera ganármelo también fuera de la cancha”, comentó en una reciente entrevista.

Siete semifinales disputadas, dos finales y dos títulos, 47 victorias frente a 21 derrotas… Los números dan cuenta de la mejora en el tenis de Muguruza. La española fue además la primera jugadora en clasificarse para la final de maestras. Además de las cifras, la pupila de Sam Sumyk muestra un juego más consiste y la experiencia se nota en su forma de afrontar los partidos. Esta temporada ha conseguido batir a sus bestias negras y ha disipado el fantasma de la irregularidad.

El último reconocimiento del año le vino de manos de la prensa internacional. Garbiñe fue elegida como la mejor jugadora de la temporada en la ceremonia en honor a las jugadoras que disputaban el WTA Finals. Muguruza recibió este premio de manos de otra número 1 como Lindsay Davenport. “Es un premio especial porque ha sido votado por la prensa internacional que sigue el tenis todo el año así que me hace muchísima ilusión”, comentó la española.