¿Ganas dinero pero no llegas a ahorrar? Estos son los siete errores más comunes que deberías evitar
La capacidad de ahorro de una persona o una familia depende de diversas circunstancias. La cantidad de dinero que entra cada mes, los pagos y deudas que tienen comprometidos o los gastos comunes. Pero también en gran medida dependen de la voluntad de ahorro que tenga cada familia, ya que en muchas ocasiones se gana dinero suficiente como para generar ahorro y, sin embargo, no se consigue debido a una serie de errores básicos que deberíamos tratar de evitar.
En general, si vamos más holgados de ingresos y no tenemos una disciplina de ahorro, vamos a sufrir más, ya que vemos como mes tras mes, el resultado del ahorro que logramos resulta prácticamente nulo a la hora de hacer el balance de ingresos y gastos. Por eso es importante ver que errores estamos cometiendo para no poder generar un ahorro mínimo que nos permita tener un pequeño fondo de contingencias ante imprevistos.
1. No tener un presupuesto
El principal error que cometemos es no tener un presupuesto mensual de los gastos e ingresos que tenemos. Hacemos el cálculo de forma mental, pero siempre nos dejamos algo. Podemos contemplar los gastos habituales, pero seguro que tenemos algún extra en forma de impuestos, seguros, etc. que acaban por echar por tierra nuestro presupuesto si no lo tenemos en cuenta.
Además, si no hemos realizado el presupuesto, no somos conscientes del dinero que realmente tenemos disponible para el mes. Aquí, por lo general pecamos de optimistas, y creemos que vamos a ser capaces de ahorrar una cantidad más alta, pero luego el día a día nos hace ver como vamos mermando nuestro fondo hasta llegar a fin de mes con el dinero justo.
2. Muchos pequeños pagos comprometidos cada mes
Quizás uno de los problemas que tenemos es que no controlamos la cantidad de pequeños pagos que se realizan a lo largo del mes. En muchos casos los recibos están domiciliados, pero al no representar una cifra importante, los menores de 50€, sobre todo, parece que no los tenemos en cuenta. Lo malo es que si juntamos varios de estos pagos, al final de mes tenemos una cantidad significativa que al final se lleva nuestra capacidad de ahorro.
Esto, cuando son pagos periódicos, podemos detectarlo fácilmente con la realización del presupuesto. Una buena práctica supone poner el freno a estos gastos sin adquirir nuevos compromisos, por mucho que sean breves en el tiempo. También renegociar o tratar de reducir las facturas agrupando en una sola, como por ejemplo, con las líneas de teléfono móvil, acceso a Internet, etc.
3. No saber en qué gastamos el dinero en efectivo
Otro de los problemas habituales es el pago con efectivo. Sacamos una cantidad de dinero del cajero que nos parece suficiente para las compras y los pagos corrientes de la semana, y al cabo de un par de días no sabemos cómo ni dónde, pero ya hemos gastado todo nuestro fondo semanal. En este caso la mejor opción es utilizar aplicaciones para smartphone que nos permitan registrar al menos el concepto del gasto que hemos realizado con el dinero en efectivo.
La otra opción sería comenzar a pagar con tarjeta de forma habitual, al menos hasta tener claro en qué conceptos se nos va el presupuesto para poder aplicar las medidas de ahorro oportunas. De esta forma si vemos que gastamos en ocio, en alimentación o en varios más de lo que podemos, tenemos la oportunidad de poner remedio.
4. Gastar todo el dinero que ganamos
Esto nos lleva a una práctica muy habitual, que supone gastar todo el dinero que ganamos. Si no conseguimos nuestro objetivo de ahorro, lo mejor en estos casos es sumar una cantidad mínima cada mes como un gasto más para que vaya destinada al ahorro. Lo mejor en estos casos es crear una cuenta aparte de la general para realizar el traspaso a la misma desde nuestra cuenta general como si fuera un gasto más.
En todo caso, si algún mes tenemos necesidad, siempre podemos utilizar una parte de este fondo de emergencia, pero no debemos tomarlo por costumbre, ya que de otro modo no lograremos el objetivo que nos hemos fijado.
5. No fijar un objetivo de ahorro a medio plazo
Esto es uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta. La necesidad de fijarnos un objetivo de ahorro a medio plazo, un objetivo financiero. En muchos casos ayuda mucho tener un incentivo para conseguirlo. Por ejemplo, saber que el dinero que hemos logrado reunir podemos utilizarlo para unas vacaciones, para financiar la compra de un vehículo o hacer alguna reforma en el hogar que tenemos pendiente.
De esta forma tenemos la motivación necesaria para lograr nuestro objetivo de ahorro a medio plazo, ya que de otra forma se puede relajar la disciplina para guardar el dinero si no tenemos claro para qué lo vamos a utilizar. Aquí luchamos contra la satisfacción de adquirir productos o consumir servicios en el día a día, que muchas veces podemos prescindir de ellos, pero si no tenemos un objetivo fijado posiblemente lo lo hagamos.
6. No sacar rentabilidad al dinero
Por último, si nuestro fondo de ahorro no tiene un destino inmediato a corto plazo, es importante buscar algún producto de inversión que nos de más rentabilidad por nuestro dinero. La inversión en un fondo suele ser lo más habitual, ya que suele ofrecer una buena rentabilidad y por lo general un riesgo moderado. Es una buena política sobre todo ahora que los tipos de interés están tan bajos.
7. Esperar resultados inmediatos
Un último aspecto que nos lleva a no lograr nuestros objetivos de ahorro es la búsqueda del resultado inmediato. El ahorro es una disciplina que nos auto imponemos para lograr reunir una cantidad de dinero significativa a medio o largo plazo. Para la mayoría de las personas no queda margen para ahorrar a corto plazo, por lo que es en el medio plazo donde nos movemos la mayoría de los ahorradores.
No hay que desesperarse por llevar tres o cuatro meses, cuando ya hemos ido perdiendo el ímpetu inicial que nos llevó a buscar mejorar nuestra capacidad de ahorro, hemos hecho algunos sacrificios, pero no hemos visto el resultado de estos esfuerzos. Lo mejor en estos casos es plantearse pequeños objetivos, que nos sirvan para ir mejorando nuestra disciplina. Una vez que ya tenemos este hábito de ahorro no nos costará plantear retos más a largo plazo.