El ‘fintech’ español propone una regulación similar a la de Reino Unido
Flexibilidad y regulación. Y Reino Unido. Esas fueron las palabras que más se pronunciaron en la presentación del Libro Blanco sobre regulación y fintech elaborado por la Asociación Española de Fintech e Insurtech (AEFI), en el que abogan por el desarrollo de un marco normativo propio que pueda seguir el ejemplo de la experiencia británica.
Con este documento las fintech, como señaló Marta Plana, vicepresidenta de la organización, abogan por un marco regulatorio para las empresas que compiten con el sector tradicional en el mundo de las finanzas. “Necesitamos un marco regulatorio para actuar en igualdad de condiciones”, incidió en la presentación del libro. Plana destacó que ya existen 215 compañías fintech en España, aunque se espera un crecimiento extraordinario que puede terminar con un número cercano a las 400 en los próximos meses.
El documento, como destacó uno de los autores que ha participado en su elaboración, Enrique Fernández Albarracín, responsable de legal y regulación dentro del área de servicios financieros de Ernst & Young, “ha sido un esfuerzo titánico” y busca la “colaboración tanto de reguladores -Banco de España y CNMV- como de las entidades financieras para impulsar el ecosistema y ser lo más competitivos posibles”.
Bases para una regulación
Cinco pilares marcan la nueva regulación que proponen las fintech: la creación de un sandbox similar al que hay en Reino Unido para tener la posibilidad de testar los servicios antes de lanzarlos al mercado, una normativa clara y más sencilla acorde con los avances tecnológicos, flexibilidad para adaptarse a los cambios constantes, supervisores especializados y colaboración con los bancos y entidades regulatorias.
La falta de regulación -o su antigüedad- y la inseguridad jurídica que perciben las 'fintech' ha sido claves para el Libro Blanco
“Si como país queremos ser un hub internacional, necesitamos crear un ecosistema y una oferta de valor no sólo para que las compañías en España se desarrollen sino para que otras compañías extranjeras vengan”, destacó Rodrigo García de la Cruz, Vicepresidente de la Asociación Española de Fintech e Insurtech.
Y para conseguirlo, según los especialistas que han participado en el informe, “la regulación es vital para este sector”. Los países, añadió García, “están utilizando la regulación como un arma competitiva para atraer talento. Dinamiza al sector financiero y acelera la innovación y la competitividad del sector. Y esto crea empleo de calidad. Un entorno regulatorio fácil atrae a compañías, talento y capital”.
La falta de regulación -o su antigüedad- y la inseguridad jurídica que perciben las fintech ha sido uno de los motores para la puesta en marcha del Libro Blanco, como destacaron los autores del mismo.
Como explicó Horacio Lupi, uno de los colaboradores en el informe y CEO de iQapla “la regulación es muy importante y queremos estar regulados. Es capital para obtener la confianza de los clientes”.
Pero esa regulación, añadió otro de los participantes en la creación del libro blanco, Pablo Tur, “no debe ser desproporcionada, tiene que ser flexible según el servicio que se esté desarrollando”.
En el caso de las fintech de crowdlending y de crowdfunding, Francis Sierra resaltó que, aunque ya existe una normativa, “no tiene sentido que la ley sea la misma para estas plataformas cuando los proyectos y los inversores son muy distintos”.
El Libro Blanco, destacaron los especialistas, tiene su espejo en Reino Unido donde las fintech pueden testar antes los modelos de negocios en entornos controlados -sandbox-, donde el regulador comparte el mismo edificio que las startups, el gobierno financia muchos proyectos emergentes y donde existe diálogo entre entidades financieras tradicionales y nuevas startups.
Volviendo a España, los emprendedores financieros concluyeron optimistas: “Con el Libro Blanco comienza absolutamente todo”. Para conseguirlo el siguiente paso es llegar a los escaños para sacar una normativa propia que acelere todo el ecosistema fintech.