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Finanzas

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Muchas veces, aprendemos algunos conceptos de economía que aplicamos en nuestro día a día, casi sin darnos cuenta. De hecho, la educación financiera la vamos recibiendo a lo largo de nuestro desarrollo, desde que somos unos niños y empezamos a manejar nuestros ingresos. Por ejemplo, hoy vamos a detenernos en una práctica muy común entre los niños y que, quizás, aporte más de lo que pensamos.

De todos es sabido que hay muchos tipos de productos financieros. En el mercado actual hay una gran diversidad de condiciones que hacen que contemos con un abanico increíble de posibilidades a la hora de invertir. En contraposición con esto, son sólo tres las posibles garantías o ases en la manga más frecuentes, garantías que se guardan los que ceden los derechos o el dinero en una operación financiera.

Los humanos somos seres racionales por naturaleza. De este modo, si una empresa a la que compramos habitualmente nos sube el precio de un producto, seguramente nos vayamos a buscar el mismo o, alguno parecido, a otro lado y por un menor precio. ¿Acaso es extraño oír quejas sobre los precios? Aunque nosotros como consumidores siempre veamos más favorable una reducción de los precios. No obstante, es interesante conocer la explicación de por qué lo que ayer estaba a 10 euros al día siguiente se puede encontrar a 11,99 euros.

Las carteras financieras representan productos compuestos por diferentes valores y títulos que determinan su rentabilidad y riesgo. Hay que tener muy en cuenta estos conceptos, ya que cada uno cumple unos objetivos patrimoniales diferentes. En este sentido, pueden diferenciarse cuatro tipos generales.

El 33% de los estadounidenses de la llamada generación del Milenio cree que no va a necesitar a las entidades financieras en los próximos años. Con estos datos en la mano, captar clientes o jóvenes emprendedores entre esta nueva generación se convierte en todo un desafío.