Cómo fabricar el universo de la nada
Decía Carl Sagan en su mítica serie Cosmos que si quieres hacer una tarta de manzana a partir de la nada, debes inventar primero el universo. La pregunta que surge a continuación –pero el universo… ¿cómo surgió?– acompaña al ser humano desde que empezamos a hacernos las grandes preguntas sobre nuestra existencia.
En su conferencia “De la nada al universo”, que tuvo lugar en la Fundación BBVA el pasado 15 de marzo dentro del ciclo La ciencia del cosmos, la ciencia en el cosmos, el cosmólogo ruso Viatcheslav Mukhanov dio respuesta a esta incógnita y explicó cómo empezaron a formarse, justo después del Big Bang, las galaxias y toda la materia que vemos hoy.
Los astrofísicos saben que las fuerzas responsables del comportamiento de la materia a gran escala no son las mismas que las que rigen a escalas extremadamente pequeñas. Pero, como explica Mukhanov, en los primeros instantes después del Big Bang el universo no era tan inmenso como lo es ahora; por el contrario, era tan minúsculo “que toda la materia del universo habría cabido en una caja de cerillas”.
Y precisamente las semillas de lo que ahora son las galaxias se formaron justo entonces, hace 13.000 millones de años, a partir de unas perturbaciones microscópicas de la energía en el vacío del espacio, lo que se conoce como perturbaciones cuánticas.
Mukhanov llegó a esta conclusión a principios de los años 80 junto a su compañero Gennady Chibisov. En aquel momento muy pocos expertos aceptaron esta hipótesis. Ni siquiera creyeron que pudiera ser confirmada alguna vez. Sin embargo, en 2013 un satélite europeo demostró que esas “fluctuaciones cuánticas” predichas por el científico ruso existieron realmente en el universo primitivo: los instrumentos más avanzados que existen hoy acababan de confirmar unos cálculos hechos con lápiz y papel treinta años atrás.
Viatcheslav Mukhanov - Fundación BBVA
Por este motivo, Mukhanov obtuvo en 2015 el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ciencias Básicas junto a Stephen Hawking, que había llegado a la misma conclusión de forma completamente independiente.
La cosmología debe enfrentarse a menudo a la pregunta sobre su utilidad: ¿por qué hacer cuantiosas inversiones económicas para saber cómo se formó el universo o cómo se comportan las estrellas de neutrones? Para dar la réplica a esta objeción, Mukhanov citó al Premio Nobel de Física Steven Weinberg, que en 1977 dijo que “los esfuerzos por comprender el universo son una de las pocas cosas que eleva la vida humana por encima del nivel de la farsa”.
"No creo que la física pueda decir nunca nada concluyente respecto a la necesidad de un Dios
“Creo que una de las cosas más importantes es mantener la curiosidad a lo largo de toda tu vida”, afirmó el cosmólogo ruso. “¿Para qué necesitamos el dinero? Para comer, beber, tener una buena vida… las mismas cosas que hacen todos los animales. Pero el ser humano quiere elevarse por encima de eso”.
Además, dio su opinión sobre otra cuestión a la que los cosmólogos deben responder con frecuencia: ¿puede la ciencia excluir la necesidad de una entidad espiritual actuando en el origen del cosmos?.
“La física no tiene que ver con creer o no creer, ni con entidades espirituales; tiene que ver con hechos. No creo que la física pueda decir nunca nada concluyente respecto a la necesidad de un Dios. Sin embargo, sí se puede afirmar que hay muchos hechos que no requieren de la implicación de un Dios. Simplemente es más plausible asumir que el mundo –incluyendo la creación del universo– obedece las leyes físicas universales que estamos tratando de aprender”.