¿Es lo mismo creación de puestos de trabajo que reducción del desempleo?
Oímos hablar frecuentemente de creación de empleo y de reducción del desempleo. Cada poco tiempo las noticias abordan su comportamiento. Muchas veces se utilizan los dos términos como si significasen exactamente lo mismo, como si siempre que se creasen puestos de trabajo se redujese el desempleo.
Pero no, creación de empleo y reducción del paro son dos términos muy relacionados, pero en absoluto son términos equivalentes.
¿Qué nos dicen los datos?
Tomemos como referencia los datos de la variación del número de ocupados y del número de parados en España a lo largo de los últimos trimestres. Podríamos poner cualquier otro ejemplo, de otra época o de otro lugar; la conclusión sería la misma. Lo podemos ver en el siguiente gráfico:
Cuando se crea empleo las barras azules tiran hacia arriba, cuando se destruye empleo las barras azules tiran hacia abajo. Junto a cada barra azul, a su derecha, encontramos una barra anaranjada que nos muestra la evolución del paro en ese trimestre concreto. Si la barra anaranjada tira hacia arriba, entonces significa que aumenta el paro; si tira hacia abajo, entonces resulta que se está reduciendo el desempleo. En una primera idea, podríamos pensar que empleo y desempleo son términos opuestos. El uso normal de la lengua así nos lo indica. Desatar es lo contrario de atar, despegar es lo contrario de pegar, descalzarse es lo contrario de calzarse, desanimar es lo contrario de animar. De hecho, como podemos ver aquí, el diccionario de la Real Academia Española señala que la primera acepción del prefijo “-des” es la que "denota negación o inversión del significado del simple".
Si nos dejamos llevar por esa primera idea, parece que lo lógico es que si crece el empleo, si se crean puestos de trabajo, al lado derecho de la barra azul (que en ese caso tiraría hacia arriba) encontraríamos una barra anaranjada que tiraría hacia abajo (representando la reducción del desempleo). Y, si fuesen términos opuestos, la magnitud en la que una barra y otra tiran, cada una en un sentido, sería semejante.
Pero observando el gráfico vemos que no es así, que hay veces en las que las barra anarajanda tira en el mismo sentido que la azul que tiene a su izquierda y otras en las que tiran en sentidos opuestos, pero una barra tira mucho y la otra poco. Por ejemplo, hasta 2004 encontramos varios trimestres en los que empleo y desempleo crecían a la vez. Hacia finales de 2013 y comienzos de 2014 caía el empleo mientras se reducía el paro. En otros trimestres vemos como empleo y desempleo se mueven en sentidos opuestos, pero uno con más vigor que otro. ¿Qué es lo que falla? Nos falta un tercer elemento, la evolución de la población activa.
¿Qué es la población activa?
Se entiende por población activa el conjunto de personas que en un determinado momento están dispuestas a participar en los mercados de trabajo para desempeñar un trabajo remunerado, dadas las circunstancias que existen en los mercados de trabajo. Entiéndase que una cosa es trabajar y otra el trabajo remunerado. Una persona que se dedica a las labores del hogar o un estudiante, por poner solamente dos ejemplos, pueden trabajar muchísimo, pero si no desean realizar en ese momento un trabajo remunerado no formarán parte de la población activa. La población activa se divide en ocupados y desempleados.
La población activa sería el conjunto de personas que desean trabajar en un momento dado, estén haciéndolo (ocupados), o no estén haciéndolo (parados). Pero eso plantea un problema obvio de medición. ¿Cómo se miden los deseos?
¿Cómo se miden el empleo, el desempleo y la población activa?
El empleo se puede medir a través de los datos que se obtienen de los registros oficiales, como por ejemplo las afiliaciones a la Seguridad Social, aunque no obstante puede haber personas que trabajen y no consten en esos registros, la economía sumergida es un ejemplo claro. Del mismo modo, a partir de los datos que ofrecen las oficinas de empleo se pueden obtener datos de paro registrado. Se supone que las personas que acuden a la oficina de empleo para darse de alta están buscando activamente empleo porque desean trabajar y no encuentran dónde. Pero puede haber supuestos en los que haya individuos que, sin desear trabajar, estén registrados para disfrutar de alguna prestación económica, de alguna formación, para cumplir algún requisito, etc. Igualmente puede haber gente deseosa de trabajar que no tiene trabajo y que no está registrada. Puede, también, haber individuos que estén trabajando en la economía sumergida y figuren como demandantes de empleo. Incluso se puede figurar como demandante de empleo y estar trabajando, si se desea cambiar o mejorar el empleo.
Por ello, una alternativa para medir el paro, el empleo y la población activa es recurrir a una encuesta, es decir, recurrir a preguntar directamente a la gente por su situación y por sus deseos. En España existe una Encuesta de Población Activa (EPA) que pregunta a una muestra por su situación. En este enlace se puede ver una descripción del cuestionario. Una vez trabajados los datos de esa muestra, se pueden inferir cuáles son los resultados para el conjunto de la población a través de métodos estadísticos.
¿Qué es la creación o destrucción neta de puestos de trabajo?
Cuando hablamos de creación de puestos de trabajo, hablamos de creación de puestos de trabajo en términos netos. Ello quiere decir que a lo largo del período considerado se habrán creado y destruido empleos, pero nos interesa saber si al final del período hay más gente trabajando que al principio del período, en cuyo caso hablamos de creación neta de puestos de trabajo, o menos, en cuyo caso hablamos de destrucción neta de puestos de trabajo.
¿En qué tipo de situaciones se pueden crear puestos de trabajo y desempleo al mismo tiempo?
Son situaciones en las que crece la población activa con mucho vigor, más que lo que pueden absorber los mercados de trabajo. Se crea empleo, pero no el suficiente como para atender la mayor cantidad de gente que desea trabajar. Por ejemplo, a comienzos del siglo XXI en España cada vez había más empleo. En el gráfico vemos como la mayoría de los trimestres se creaban más de 200.000 puestos de trabajo. Eso animaba a que se incorporase a la población activa más gente. Por ejemplo, esos años fueron años de un fuerte atractivo para la llegada de inmigrantes laborales, personas que anteriormente no vivían en España y que, dadas las circunstancias, decidieron trasladarse a España porque deseaban trabajar en España. Lo que refleja es una situación de desequilibrio, fallos en la economía española.
El aumento importante de la población activa se puede producir por muchas circunstancias. Entre esas encontramos un incremento de la población que está en edad de trabajar, la llegada de muchos inmigrantes laborales, el retorno de muchos emigrantes para trabajar en el país, que muchos estudiantes decidan compatibilizar sus estudios con un trabajo o la búsqueda de un trabajo, que muchas personas que se dedican en exclusiva a cuidar de su propio hogar se incorporen a los mercados de trabajo, que disminuya el número de personas discapacitadas que no se encuentran en condiciones de trabajar...
No es el incremento de la población activa el que genera el desempleo, sino las situaciones de desequilibrio de la economía. Si el hecho de que cada vez haya más gente que quiera trabajar generase desempleo, los lugares muy poblados estarían llenos de parados. El problema no es que crezca la población activa, sino que en la economía de ese lugar algo está fallando.
¿En qué tipo de situaciones se puede reducir el empleo y el desempleo a la vez?
Puede reducirse el empleo, es decir, destruirse puestos de trabajo y, a la vez, reducirse el desempleo en situaciones en las que la población activa está reduciéndose. Teóricamente puede haber situaciones en las que, al aumentar la renta, dada la situación de bonanza, haya más recursos y más miembros de una determinada familia estén más animados a abandonar los mercados de trabajo. También se suele producir en situaciones de reducción de la población en edad de trabajar, por ejemplo por envejecimiento de la población. En esos casos hay menos gente que pueda desear trabajar y se reduce tanto el número de parados como el de empleados. Algo semejante sucede en situaciones donde se reduce mucho la población, por ejemplo por una catástrofe. Si en una ciudad hay una catástrofe con muchos muertos, lo normal es que afecte tanto a parados como a empleados y ambas cifras se reduzcan.
Pero, lo normal es que este tipo de situaciones se den en períodos de fuerte desánimo, que es lo que reduce la población activa. Se reduce el número de puestos de trabajo y la gente se desanima. Algunos inmigrantes regresan a su lugar de origen, otros marchan a buscar trabajo a terceros lugares con una situación mejor. Las personas originarias de ese país emigran a otros a buscar mejores perspectivas laborales. Otras personas, simplemente dejan de buscar empleo al no encontrarlo después de mucho buscarlo. Algunos dejan de buscar empleo y se dedican a otras actividades que les proporcionen un bienestar material en el futuro (como estudiar, que se considera una inversión de futuro) o en el presente (como la atención al propio hogar). Claramente es una de las pocas situaciones en las que la reducción del desempleo no es una buena noticia, sino la manifestación de problemas importantes.
¿Y puede aumentar el desempleo y reducirse la tasa de desempleo?
Pues, aunque pueda parecer raro, sí. Se puede dar el caso de que aumente el número de desempleados y disminuya la tasa de desempleo. La tasa de desempleo es un cociente resultante de dividir el número de desempleados entre la población activa y multiplicarlo por cien, para expresarlo en porcentaje. Como todo cociente, si el denominador aumenta en mayor proporción que el numerador, el cociente se reducirá. Por ejemplo, si la población activa a lo largo de 20 años se triplica y el número de parados se dobla, habrá aumentado el número de parados pero la tasa de paro se reducirá.
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