En un año marcado por las elecciones presidenciales en EE.UU., 2016 será crítico para las negociaciones del TTIP
Tribuna de Tim Bennett para Emerging Europe
2016 va a ser un año especialmente crítico para el TTIP y el cierre de las negociaciones es una noticia ansiada por la pequeña y mediana empresa (pyme). Casi 95.000 de los 28 millones de pymes estadounidenses exportan a la UE, mientras que 150.000 de los 20 millones de pymes de la UE exportan a los EEUU. A diferencia de las empresas de mayor tamaño, la mayoría de las pymes carecen de los recursos humanos y financieros o del tiempo necesario para desarrollar mercados de exportación y hacer frente al pago de aranceles, tramitaciones aduaneras complejos o la cumplimentación de requisitos duplicados para obtener aprobaciones regulatorias. Estos trámites terminan convirtiéndose en barreras infranqueables para muchas pymes.
Un acuerdo que liberalizara el comercio entre los dos mayores mercados del planeta abriría un nuevo espectro de oportunidades, que beneficiaría proporcionalmente más a las pymes que a las grandes empresas.
Los dos gobiernos tienen la intención de incluir un capítulo en la redacción final del TTIP explicando claramente las ventajas que comporta para las pymes, ofreciendo orientación hacia fuentes de información y estableciendo comités bilaterales para evaluar cómo están aprovechando el acuerdo las pymes e identificar los problemas que la implantación del mismo pueda acarrear a las pymes. La inclusión de cláusulas de esta naturaleza en un acuerdo comercial es un hecho sin precedentes.
Las pymes también se beneficiarían de muchas otras cláusulas específicas en otros capítulos del acuerdo. La eliminación de la práctica totalidad de los aranceles no sólo supondrá un ahorro en términos de costes y, probablemente, la posibilidad de fijar precios más competitivos, sino que, en el caso de algunos artículos sujetos a aranceles elevados, permitirá a las empresas plantearse su exportación por primera vez.
La mayor ventaja de una armonización o convergencia regulatoria, cuando sea posible, será la eliminación de requisitos duplicados. Los costes derivados de un doble procedimiento de, por ejemplo, una certificación de productos o una inspección de plantas pueden ser bastante elevados, tanto desde un punto de vista de tiempo como económico. En muchos casos, las pymes se ven obligadas a elegir el mercado en el que van a concentrarse, que suele terminar siendo su mercado doméstico. La eliminación o reducción de estos obstáculos generaría nuevas oportunidades de exportación.
Otras consecuencias beneficiosas serían el incremento en la transparencia y el acceso a oportunidades de contratación pública, el reconocimiento de la importancia de los flujos de datos transfronterizos para la provisión de servicios digitales y la reducción de la burocracia en aduanas mediante procedimientos simplificados y coordinados. Los beneficios indirectos se derivarían del incremento de las exportaciones de grandes empresas, que contratan a pymes como proveedores.
Cuando las negociaciones del TTIP comenzaron en julio de 2013, muchos esperaban que el acuerdo pudiera firmarse a finales de 2015, cosa que fue imposible dada la prolongación de las negociaciones sobre el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y del proceso de revisión interna por parte de la Unión Europea de los procedimientos de protección de inversión extranjera. Tras un agitado inicio de año en los mercados globales y las nuevas revisiones a la baja de las proyecciones de crecimiento global y de comercio internacional para el año 2016, existe la posibilidad de que muchos países comiencen a concentrarse en proteger sus economías domésticas y asistamos a un repunte de las medidas proteccionistas. Las pymes tienen menos recursos que las empresas de mayor tamaño para desenvolverse bajo estas condiciones. Con el TTIP se consolidarían muchos de los beneficios que hemos apuntado anteriormente.
Es imperativo disponer de un texto final del tratado a finales de año. 2017 será un año de transición de personal en la Administración estadounidense, independientemente de quien salga victorioso en las elecciones presidenciales de noviembre. Las elecciones en Francia y Alemania del próximo año podrían complicar la situación aún más. Aún cuando se pudiera completar la redacción del TTIP en 2016, no parece probable que pudieran completarse los procedimientos de revisión y aprobación legislativos hasta 2018, un plazo que podría terminar siendo demasiado lejano para muchas pymes, que pasarán momentos difíciles durante estos años de desaceleración mundial. Un espacio económico transatlántico integrado y más abierto ofrecería el impulso crucial que permitiría a muchas pymes mejorar su capacidad para competir y, en última instancia, sobrevivir.
* Tim Bennett es Director General/CEO del Consejo Económico Transatlántico