Embajadores BBVA: Confío en el otro
Un reto que ya de entrada parecía imposible y que se complicó cada vez más. Cuatro compañeros de CIB colgados de una de las paredes míticas para los escaladores en España, agotados, casi congelados. Tres de ellos sin experiencia previa en escalada. El camino más fácil era darse la vuelta, pero eligieron otro.
El Naranjo de Bulnes, pico situado en el macizo central de Picos de Europa, en Asturias, al norte de España, es una de las cimas emblemáticas para cualquier amante de la escalada en España. A simple vista, no sería la mejor elección para un grupo compuesto por Horacio, Juan, Juan Manuel y Ricardo -CIB BBVA- en el que solo el primero contaba con experiencia en este deporte. “Nos llamaba el reto. Era un desafío en equipo y teníamos ganas. Estábamos buscando algo que estuviese en el límite de lo escalable por alguien que no hubiese practicado este deporte nunca. Pero que fuese ambiente de montaña, una pared, no una caminata. Experimentar la sensación de estar colgados en una pared”, explica Horacio.
Nos llamaba el reto: algo que estuviese en el límite para alguien que no hubiese practicado la escalada nunca"
La primera dificultad, al margen de las que supone por sí misma la subida al Naranjo, la propició su propia ambición de hacer el reto aún más exigente. La opción más común es realizar la marcha de cuatro horas hasta el campamento base, acostumbrarse al equipo y las condiciones y escalar al día siguiente. Sin embargo, ellos prefirieron atacar desde el hostal en el que se alojaban, lo que significaba añadir a la escalada ocho horas adicionales de esfuerzo físico.
Más escollos
Los problemas no terminaron allí. “Habíamos elegido la vía principal para la subida. Pero, al llegar a un paso lateral, nos encontramos con que caía muchísima agua porque había nevado toda la semana anterior, algo que no es normal en Picos de Europa en esa época del año”.
Ese fue el momento crítico. Colgados de una pared, separados en dos cordadas diferentes -dos de ellos y un guía en cada una- y sin saber lo que se podían encontrar por delante. Sin embargo, aseguran que “en ningún momento nadie se planteó dar la vuelta. Nadie miró a los compañeros para ver si dudaban”. Sabiendo que otro grupo que iba delante de ellos optó por no subir, ellos decidieron seguir, a pesar de que tendrían que hacerlo por una ruta mucho más complicada.
El resultado, una experiencia de dieciséis horas -de 7 de la mañana a 11 de la noche-, tres mil metros de desnivel y 25 kilómetros. En un solo día. Y, a pesar del agotamiento, del miedo que reconocen haber pasado en algunos momentos, “apenas bajamos, ya en el coche estábamos pensando cuál va a ser el próximo reto”, dicen entre risas.
"Apenas bajamos, ya en el coche estábamos pensando cuál va a ser el próximo reto"
Valores BBVA
La idea surgió “cuando en junio del año pasado se comunicaron los nuevos Valores de BBVA”, explica Ricardo. “Nos dijimos que había que hacer algo que representase que el reto del cambio del banco era posible, que había que atreverse, que trabajando como un equipo y pensando a lo grande lo podíamos lograr”.
Según explican, querían hacer tangibles los Valores, “dar ejemplo de que hay que tomar riesgo en las decisiones, avanzar por caminos nuevos, explorar cosas que no conocemos bien y hacerlo juntos”.
Era una situación en la que de forma individual pasas miedo, pero con el apoyo de los compañeros lo ves posible"
Juntos, porque si hay una palabra que repiten de forma constante es equipo. “Ahí o tienes confianza en tu compañero o no puedes hacer nada. Era una situación en la que de forma individual pasas miedo, pero con el apoyo de los compañeros lo ves posible”.
Aseguran que la experiencia ha cambiado por completo su forma de trabajar y de comprender a los demás. “Los equipos pasan por ciclos y las personas también. Aquí vivimos eso en un periodo de horas. Tener conciencia de lo que está pasando cada persona para comprenderlos mejor es un gran aprendizaje”.