El retrato de Carlos II: rompiendo el hechizo
La historia española, distorsionada por el mito, atribuyó a Carlos II el nombre del ‘Hechizado’. El paso del tiempo, reflejado en una serie de retratos de la mano de distintos pintores, ha conseguido demostrar que su reinado no fue tan decadente como se pensaba. Es el caso del retrato ‘Carlos II’, firmado por Juan Carreño de Miranda, y que la Colección BBVA presta a la exposición ‘Art & Empire. The Golden Age of Spain’ del Museo de Arte de San Diego.
Son pocos los que no conocen el nombre que se le atribuía al último soberano de la casa de Austria, Carlos II. Lejos de ser un halago, el heredero de Felipe IV de Habsburgo fue y es conocido como el ‘Hechizado’ por su debilidad y constitución física enfermiza. Sin embargo, aunque hoy en día se reconoce que todos los problemas del monarca eran producto de la endogamia practicada durante generaciones por la casa de Austria, por aquel entonces se atribuyeron a prácticas de brujería y tendencias demoníacas.
Estos supuestos fueron más allá de la Corte y pronto los rumores de que el país era gobernado por un rey víctima de hechizos y maleficios llegaron a todos los rincones de España atravesando incluso el umbral del tiempo. Y precisamente, las artes visuales eran la única forma de inmortalizar el paso de los años.
Existen muchos retratos sobre Carlos II, todos ellos distorsionando la realidad sobre el monarca en un intento de reforzar la imagen de la realeza. Es el caso del italiano Luca Giordano, quien pintó reiteradamente al monarca montando a caballo cuando apenas podía salir de la cama. Esta peculiaridad, que por otra parte estaba muy normalizada en la época, envuelve al último de los Austrias, y más concretamente a sus retratos, de un halo misterioso capaz de despertar la curiosidad de cualquiera.
'Carlos II', Juan Carreño de Miranda. Óleo sobre lienzo (203,8 x 142,2 cm)
Antes que Giordano y tras ser nombrado pintor de la cámara, Juan Carreño de Miranda realizó distintas versiones sobre el monarca, que se configuraron como el prototipo de retrato áulico del ‘Hechizado’. En sus numerosas versiones, el propio pintor (o su taller) mantendría la composición, el espacio y las proporciones a lo largo de los años. Solo su rostro, víctima del paso del tiempo, cambiaría. Como si de un relato escrito por Oscar Wilde se tratase, el hechizo del que parecía víctima se manifestó para muchos en sus retratos.
Pero no todo es lo que parece y, contra todo pronóstico, hoy se puede afirmar que no existen tales maleficios y que, en realidad, el paso del tiempo es el que dejaba al descubierto la degeneración paulatina de Carlos II que, según autores como Luis Ribot, no era “ni tan hechizado ni tan decadente”.
Lo mismo ocurría en ‘El retrato de Dorian Gray’: una vez descubierta la verdad, solo queda la realidad de los hechos y, en ambos casos, una pintura poderosa de gran valor artístico. Ya no existen hechizos ni cuadros cambiantes, solo queda la realidad sin filtros de una obra rodeada de leyendas.
Viaje a la Edad Moderna en San Diego
Organizada por el Museo de Arte de San Diego, la muestra que ofrece ‘Art & Empire. The Golden Age of Spain’ pretende visibilizar el arte moderno español para celebrar el legado hispánico de la ciudad estadounidense. La exposición se convierte en la primera celebrada en Estados Unidos que expande el concepto de ‘Siglo de Oro’ y que cuenta con obras de distintos artistas como Velázquez, Rubens, Murillo, El Greco o Zurbarán.
Juan Carreño de Miranda irrumpe en el panorama artístico de la Edad Moderna con una serie de retratos entre los que se encuentran los de Carlos II. En concreto, el óleo que pintó del monarca entre 1673 y 1675 resalta por su composición y estilo velazqueño y un espacio que se repite a lo largo de los años: el Salón de los Espejos del Alcázar de Madrid.
Esta pintura, que comparte nombre con el monarca (‘Carlos II’) y forma parte de la Colección BBVA, se ha trasladado desde Madrid hasta San Diego para la ocasión y podrá verse en el Museo de Arte de San Diego del 18 de mayo al 9 de septiembre de este año. Sin duda, un viaje histórico que sorprende por su calidad y diversidad artística.
El retrato de Carlos II llega a San Diego.