El presente y el futuro del diésel
Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, hizo el pasado 11 de julio unas declaraciones que tuvieron una gran repercusión en la población española: “el diésel tiene los días contados”. La afirmación de la responsable de la cartera medioambiental del Gobierno afectaba no solo a los distintos estratos del sector de la automoción, sino a una gran mayoría de conductores españoles que llevan años apostando por los vehículos propulsados por motores que consumen gasóleo.
¿Y ahora qué?
Es la pregunta que se están haciendo tanto profesionales como ciudadanos particulares ante la advertencia de la ministra Ribera. Desde el Ejecutivo español se ha asegurado además que se pretende “incorporar la fiscalidad del diésel en 2019”, en referencia a que la nueva mirada de la Administración hacia el gasóleo va a afectar a los mayores precios, vía incremento de los impuestos, que tendrán que pagar los usuarios. Sea como fuere, lo cierto es que la inversión en vehículos diésel ha caído en términos porcentuales sobre el total de coches vendidos del 48,3% de agosto de 2017 al 37,5% en el mismo mes de 2018.
La directiva europea que regula las cuestiones referentes a la contaminación de los vehículos marca que no se pueden superar los 200 microgramos/m3 de partículas en suspensión de NOx y que los responsables políticos deben tomar medidas para su aplicación. En el caso de no hacerlo, pueden recaer sobre sus administraciones sanciones millonarias.
En España, el Ayuntamiento de Madrid pone el listón de la exigencia aún más alto con el límite situado en los 180 microgramos/m3. Fernando Minaya, coordinador del máster de Auditorías de Seguridad Vial y Movilidad de la Universidad Politécnica de Madrid, explica las razones del cambio de política: “El motivo del anuncio de las fuertes medidas contra los vehículos diésel no es otro que el de la contaminación de las ciudades y la movilidad que lleva asociada. La contaminación cada vez es mayor y cada vez son más las ciudades que están aplicando los protocolos de contaminación, sobre todo, por la directiva europea que incide en el peligro del NOx (término que se utiliza para referirse al dióxido de nitrógeno) que provoca principalmente problemas cardíacos, pulmonares y alérgicos”.
Situación actual
Lo cierto es que más allá de que el Ejecutivo penalice antes o después a los usuarios de los coches de gasóleo, cada vez son más las ciudades que toman medidas a la hora de restringir que dichos vehículos entren en ellas y, como señala Fernando Minaya, esto está produciendo otro efecto indeseado: “La contaminación del NOx ha bajado pero nos encontramos ahora con un efecto rebote, y es que ha subido el dióxido de carbono. La bajada de ventas de coches diésel ha supuesto el incremento de vehículos de gasolina, con lo cual ha disminuido el NOx pero ha aumentado un 34% el CO2, que es el elemento responsable del aumento del agujero de la capa de ozono y que hace mucho tiempo que apenas es motivo de cobertura mediática”. Una tendencia, la de la subida de las emisiones de CO2, que también refleja aquí Faconauto, la patronal de los concesionarios de vehículos en España.
La inversión en vehículos diésel ha caído en términos porcentuales sobre el total de coches vendidos del 48,3% de agosto de 2017 al 37,5% en el mismo mes de 2018.
Al mismo tiempo, son muchos los especialistas en el mundo del motor que están tratando de templar la alarma respecto al diésel. Entre ellos se encuentra Orestes Serrano, responsable de Comunicación Estratégica en Newspress España y de Comunicación en FESVIAL: “Se está produciendo una demonización de los motores diésel. Cuando resulta que —aunque los motores diésel más antiguos sí eran muy contaminantes— los que se llevan fabricando desde hace un tiempo, los de las normativas Euro 5 y Euro 6, contaminan muchísimo menos que los motores de gasolina y propagan muchas menos emisiones. Esto es así porque las marcas han invertido más hasta ahora en tecnología en los motores diésel con el fin de conseguir que sean menos contaminantes. Lo que ocurre es que la percepción sobre el diésel se ha agravado desde el escándalo 'dieselgate' de Volkswagen de 2015”.
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Mirando al futuro
Además del problema que va a suponer para los usuarios particulares el anuncio de cambio del diésel adelantado por la ministra, los profesionales del transporte sufrirían aún más las medidas que estarían por llegar porque, como apunta Orestes Serrano, “qué va a pasar, por ejemplo, con la llamada logística de la última milla, todas esas entregas de paquetería que se realizan a miles cada día en las ciudades tanto a individuos como a empresas. ¿Cómo se va a realizar ese reparto con vehículos si los protocolos en favor de la sostenibilidad medioambiental lo van a impedir?”
La solución podría pasar por una inversión en vehículos eléctricos pero España no está todavía preparada, en cuanto a infraestructuras de recarga se refiere, para una hipotética implantación masiva de estos vehículos, más allá de los elevados costes de la inversión que supondría.
En opinión de Serrano, debería hacerse un planteamiento global serio ante el reto que se avecina: “Evidentemente la sociedad tiene que caminar hacia un modo de movilidad sostenible, aunque primero tendrá que ser una movilidad segura antes que sostenible, pero hacerlo con cabeza, pensando también en el ciudadano. No hay que olvidar que además tenemos un montón de vehículos que circulan ahora mismo con diésel, como son los grandes transportes pesados, los transportes de viajeros por carretera, los transportes urbanos y todo el reparto de pequeños camiones y furgonetas de última milla que abastecen a centros comerciales y comercios en general. Se está poniendo el foco en el usuario individual pero habrá que empezar a pensar en cómo resolver lo del sector profesional”.
Y cómo están reaccionando los fabricantes de vehículos. “Antes tenían sus estudios de mercado con las preferencias sobre gasolina, diésel y poco más, y con esos datos decidían el mix de fabricación, mientras que ahora tienen que reinventarse pero analizando mucho hacia dónde va a ir el mercado. Y tras ellos, también los concesionarios, que durante el verano de 2018 han estado haciendo unas ofertas muy jugosas sobre los coches diésel que tenían en stock. Están todos muy atentos ante un panorama que va a cambiar, aunque no se sepa cuánto y cuándo”, responde el responsable de comunicación de Newspress España. Y añade que “si la Administración pretende que los ciudadanos cambien sus vehículos diésel por otros menos contaminantes, tendrá que ofrecer ayudas interesantes. No puede ser que solamente existan penalizaciones. Si no hay ayudas, será difícil que se produzca el cambio”.
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Según el Think Tank de Automoción del IE Business School el diésel es una tecnología cuya demanda desciende y continuará haciéndolo en el futuro. Asimismo, el hecho de que varios fabricantes hayan manifestado que van a concentrar sus esfuerzos de investigación en otras tecnologías hace pensar que la tendencia no tiene vuelta atrás. En todo caso, según el grupo de trabajo de la prestigiosa escuela de negocios, el diésel todavía tiene sentido para los vehículos más grandes y el transporte de mercancías pero no para los coches destinados a la movilidad urbana.