El movimiento cero plásticos: cambiar los patrones de consumo para salvar el planeta
Aunque el plástico se inventó hace menos de un siglo, ya ha cambiado la historia de nuestro planeta. A este material le debemos avances tan trascendentales como el desarrollo de la electrónica o las mejoras en la conservación de alimentos. Sin embargo, el precio a pagar es inasumible: los residuos plásticos son ya un elemento ubicuo en la naturaleza, tanto que algunos científicos han sugerido que los desechos plásticos se utilicen como indicadores de una era geológica, la del Antropoceno. El 3 de julio se celebra el Día Mundial Sin Bolsas de Plástico, una iniciativa para concienciar sobre el abuso de los envases de un solo uso, una de las principales fuentes de contaminación.
Desde mediados del siglo pasado, la producción de plástico ha crecido más rápido que la de cualquier otro material, según datos de Naciones Unidas. Casi el 100% del plástico se produce a partir de derivados químicos de combustibles fósiles y la mitad están diseñados para tener un solo uso. Si las tendencias actuales de consumo se mantienen, la industria del plástico podría representar el 20% del total de consumo de petróleo en el mundo para el año 2050, según la misma organización.
The New York Times explicaba en un artículo cómo el nuevo concepto de márketing sin plásticos podría definirse como el heredero del sin azúcar o sin carbohidratos, una tendencia generalizada de consumo que empieza a emerger en las grandes urbes. Las tiendas de cero plásticos son ya una realidad en Brooklyn (Nueva York) o Londres, donde, por citar dos ejemplos, se imponen las fundas de móvil de lino o las botellas de agua de silicona reutilizables. Aprender a vivir sin plásticos puede considerarse ya todo un movimiento social que tiene el potencial, y casi la obligación, de redefinir el modelo de consumo de las últimas décadas para frenar la voraz amenaza que produce su contaminación.
El despertar de la legislación contra el plástico
En 2018, el informe de la ONU 'Límites legales de los productos de plástico desechables y los microplásticos' analizaba precisamente cómo el marco legal sobre la regulación del plástico se está dibujando de manera asimétrica en todo el mundo. Según Naciones Unidas, 127 países han regulado hasta la fecha el uso de bolsas de plástico. Pero, ¿por qué no disminuye entonces la contaminación? Algunas conclusiones del informe apuntan a la desigualdad de las legislaciones vigentes como uno de los principales factores de ineficiencia de las medidas actuales. Además, prácticamente ningún país restringe la producción de bolsas de plástico, por lo que únicamente las medidas destinadas a regular el consumo resultan insuficientes.
Otra tendencia detectada es que los países favorecen las prohibiciones parciales antes que las completas y, además, no se ofrecen incentivos para desarrollar alternativas a las bolsas de un sólo uso desde las instituciones públicas. Sin embargo, es cierto que sí existen algunas excepciones, como Australia o India, países donde hay leyes que exigen la responsabilidad extendida del productor (EPR por sus siglas en inglés) a las empresas, una política que hace responsable a los productores de gestionar los residuos de sus productos, y no directamente a los consumidores.
La contaminación por plásticos en el océano ha llegado más lejos que la propia exploración científica. Mientras el 80% de la superficie marina está contaminada por plásticos, se calcula que un 95% del medio oceánico permanece inexplorado. - Unsplash
La salud del planeta en jaque por el consumo de 'usar y tirar'
Y es que la gestión de residuos plásticos es ya un problema de salud ambiental y también de las personas y especies animales que habitamos el planeta Tierra. Según datos del Foro Económico Mundial , si las tendencias actuales de consumo continúan, habrá más plástico que peces en el océano para 2050. El plástico y los microplásticos han colonizado ya el 80% del océano, según calcula la organización ecologista Greenpeace. A través de la cadena alimenticia, los desechos plásticos (que tardan más de 500 años en degradarse) llegan al estómago de depredadores marinos, aves y seres humanos, con la consiguiente repercusión en cuestión de salud para cada especie. El mismo informe asegura que, aunque existen cada vez más evidencias científicas de cómo afecta a la biología la ingesta de plástico, es todavía muy complicado calcular el nivel de microplásticos que han llegado a cada especie, incluidos los humanos, pues hay muchos factores que intervienen en este proceso y varían dependiendo de la edad, la zona geográfica o el proceso de desarrollo de cada individuo.
Fuente: Greenpeace - Elaboración propia
Según datos de Greenpeace, en los últimos diez años hemos producido más plástico que en toda la historia de la humanidad. Asia estaría a la cabeza de la producción mundial de plásticos (es responsable de un 51% del total), y China es el principal productor (responsable de un 30% del total de la producción mundial). En el contexto que dibujan estas cifras, y teniendo en cuenta que la legislación del consumo y producción de plásticos arranca de manera muy desigual en todo el mundo, los movimientos ciudadanos y los compromisos de las empresas son herramientas fundamentales en la lucha contra la contaminación por plásticos.
El movimiento #breakfreefromplastic (BFFP por sus siglas en inglés) nació en 2016 y agrupa ya a más de 8.000 organizaciones que en todo el mundo luchan por construir un futuro sin plásticos de un solo uso. Según esta organización, el enfoque para lograr un cambio en el sistema de consumo pasa por abordar el problema del plástico en toda su cadena de valor: desde cómo se extrae, hasta cómo se recicla. Analizar los residuos plásticos del océano puede servir para trazar el mapa de las empresas que más margen de mejora tienen en este sentido. La organización BFFP llevó a cabo un estudio que auditaba las marcas más frecuentes encontradas en los desechos plásticos, apuntando a la industria de refrescos y las colillas de los filtros de los cigarrillos como unos de los residuos más abundantes.
La hoja de ruta de las empresas para abandonar el uso de plásticos
Por su parte, las compañías de sectores especialmente contaminantes, como el de la higiene personal que utiliza esferas de microplásticos en muchos productos como exfoliantes o pasta de dientes, también son un factor fundamental para potencial el viraje hacia un futuro de plástico cero. Greenpeace elaboró en 2015 un informe en el que encuestaba a esas grandes compañías sobre su compromiso con el uso de los microplásticos. Solo dos de las encuestadas habían adoptado ya medidas para reducirlos o eliminarlos, y el resto estaba en estadios muy iniciales del proceso, a pesar de que todas tenían una fecha límite bastante inmediata, antes de 2018.
Sin embargo, el compromiso con la reducción de uso de plásticos y microplásticos no puede acotarse a un solo sector de actividad económica. Por eso, BBVA ha puesto en marcha en España 'BBVA sin plásticos', un proyecto enmarcado en su Compromiso 2025, que pretende reducir al mínimo el uso de este material en sus sedes corporativas y sustituir los recipientes desechables por otros elaborados con materiales biodegradables. Además, en el marco de la digitalización, el Grupo ha puesto en marcha iniciativas como el fomento de los dispositivos móviles de pago o la creación de tarjetas de plástico reciclado, realizadas en un 86% en PVC (policloruro vinilo) procedente de desechos de otros materiales plásticos.