El joven que transformó una oportunidad en un sueño hecho realidad
Trabajo, estudio y esfuerzo. Para Ricardo Garrido, el joven madrileño que ha estado cursando una Beca BBVA de Gastronomía en El Celler de Can Roca, esas son las claves para alcanzar cualquier meta. Ahora, después de cuatro meses como ‘stagier’ junto a los hermanos Roca, los tres de Girona han decidido que siga formando parte de la plantilla.
En 2016, los hermanos Roca y BBVA empezaron una gira por España cuyo eje giraba en torno a un importante programa de becas donde jóvenes promesas aspiraban a una formación en uno de los mejores restaurantes del mundo. Muchos estudiantes han pasado por los fogones de El Celler de Can Roca, pero cuando se habla de gastronomía y restauración, no se debe olvidar que un restaurante no solo depende de sus cocineros. No todo el servicio procede de las cocinas de El Celler y es importante reconocer la labor de la gente que trabaja en sala. Josep Roca, sumiller y encargado de la sala del espacio gastronómico, defiende y habla con orgullo de su profesión en numerosas ocasiones. “Un camarero no es un transportista de platos, si no un vendedor de felicidad”, destaca.
La gira gastronómica de los hermanos Roca y BBVA llegaba a Madrid en abril de 2018. Ricardo Garrido, por aquel entonces un estudiante del Grado Medio de Servicios en la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid, fue uno de los seleccionados por Joan, Josep y Jordi para cursar una beca de sala en El Celler de Can Roca, una oportunidad que se le brindó por su compromiso y profesionalidad. Poco tiempo después, Ricardo podía ver como uno de sus sueños se hacía realidad: ya era un miembro más en la familia de los Roca.
“Lo que más me sorprendió de Joan, Josep y Jordi fue su cercanía y su humildad. Desde el primer día te hacen sentir uno más, compartes responsabilidades y obligaciones al igual que todos, y eso te hace sentir parte del equipo”, recuerda Ricardo sobre sus primeros días en El Celler.
Ricardo Garrido durante un servicio - El Celler de Can Roca
Ahora, si pensaba que la suerte le había sonreído sólo una vez, se equivocaba. Tras finalizar sus cuatro meses de formación, los hermanos Roca decidieron contratarle y, desde el 1 de mayo, Ricardo forma parte de la plantilla, una oportunidad que aprovechará para seguir aprendiendo y creciendo en el mundo de la restauración.
No es de extrañar que los de Girona se fijaran en el joven madrileño para su restaurante. A simple vista se puede advertir la pasión que siente por su oficio, así como la energía que desprende para superarse cada día. “Camarero, coctelero, sumiller… Todos somos camareros y estamos muy orgullosos de serlo”. Para Ricardo, cada función de su labor es distinta pero “todas consisten en compartir”. “Los clientes nos eligen para compartir su tiempo y nosotros debemos intentar darles la mejor experiencia para que puedan recordarla como algo único. Vendemos y compartimos experiencias”, responde cuando se le pregunta sobre su profesión. “Un camarero es el reflejo de su propia personalidad. Pero independientemente de eso debe sonreír y tener buena actitud. Ser una persona educada, amable, observadora y comprometida”, concluye.
Aunque el servicio en sala puede ser la parte menos visible del glamour de los fogones, esta beca consigue crear nuevas oportunidades. Al menos para Ricardo, el joven camarero que convirtió el amor por su trabajo en una oportunidad y esta, en un sueño hecho realidad. Sin duda, el joven madrileño parece encantado con su contratación y, con el objetivo de superarse a sí mismo, continúa trabajando duro para crecer a nivel personal y profesional. “Me veo trabajando y disfrutando en este oficio. Mientras tanto, seguiré aprendiendo y compartiendo lo aprendido hasta cumplir mi próximo sueño: abrir mi propio restaurante”.