El increíble rastro de datos que generamos al movernos
¿Te has parado a pensar todos los datos que generas a lo largo del día? Big Data surge precisamente de la posibilidad de que todo ese rastro de datos quede contabilizado gracias a innumerables aplicaciones, registros, bases de datos…
El boom de los teléfonos inteligentes y las redes sociales ha hecho, además, que la dimensión de los datos sea muchísimo más amplia. Tanto es así, que con solo dar unos pasos ya generamos una gran y diversa base de datos. Todas ellos, analizados con sentido por diferentes profesionales han hecho que vivamos una auténtica revolución.
Acompañemos a Manuela, de 39 años, durante algunas horas. Todos somos o podemos ser ella. Vive en el centro de una ciudad y hace cosas sencillas, cotidianas. Cada uno de sus movimientos prácticamente genera un registro, una muesca en alguna base de datos, en alguna lista. Es martes. Su despertador del móvil suena como cada día a las 6:45. Lo apaga y, aún con él en la mano, va hacia la cocina casi con los ojos cerrados. Enciende la cafetera, le echa agua y busca una cápsula, sí, de esas en las que al pertenecer a un club te traen a casa cada dos meses sin costes de envío.
18 pasos. El dispositivo electrónico se chiva de todo. Va al baño, se lava, 32 pasos. Se toma el café, se viste rápidamente con ropa deportiva y sale a correr. Para espabilarse decide poner algo de música con el móvil. Spotify le ofrece poder saltar de canción en canción sin cambiar de disco. Muchos sabrán más tarde en la oficina que habrá escuchado a The Strokes, a The XX y después algún tema de Kings of Leon. Su Facebook tiene sincronizada la plataforma de streaming y rápidamente todos saben de qué humor está ese día.
69 pulsaciones antes de empezar y 80 después de correr 4 km. El móvil de nuevo le sirve para medirlo con solo poner un dedo en la pantalla. El recorrido, por si fuera poco, se queda marcado gracias a una de esas aplicaciones que te hacen un historial y puedes compartirlo con una comunidad. Sube a casa, se ducha y se prepara.
A las 8:30 coge el coche de la zona de residentes. Normalmente va en metro, pero tiene cita médica a las 9:00. Le cuesta aparcar en la zona azul. Introduce su matrícula y paga con tarjeta de crédito porque no tiene suelto. En la sala de espera Manuela aprovecha también para revisar las noticias a través de diferentes redes sociales, comparte un par de temas y comenta otros tantos. Consulta sus tres cuentas de correo: una del trabajo, otra personal y otra, la primera que se hizo hace mil años, a la que le llegan las promociones y correos menos importantes.
Por fin Manuela tiene todos los medicamentos que necesita en su tarjeta sanitaria electrónica. No son muchos, pero sus alergias son crónicas y también sus dolores de estómago. Cada dos meses acudirá a la farmacia a por Omeoprazol y cada mes por Ebastina. No le hará falta ni pedírselo a su farmacéutico, solo entregarle la tarjeta. Recoge el coche y vuelve a dejarlo aparcado al lado de casa. Consulta el estado de tráfico por si hoy puede coger el bus en vez del metro. Una de las aplicaciones de su móvil se lo recomienda. Camina a la parada. Lleva ya 6 km y medio y son las 10.00 de la mañana. A las 10:30 llega al trabajo, una agencia de publicidad del centro de esa ciudad. Antes de empezar ya ha dejado un rastro de datos enorme y el día solo acaba de echar a andar.
Sus movimientos, incluso su forma de pensar y sus opiniones, han quedado prácticamente grabados. Han sido recogidos en diferentes registros: aplicaciones móviles de salud, de fitness, redes sociales, empresas que fidelizan con sus productos a las que cede sus datos, correo electrónico, pagos a través de tarjeta de crédito, bases de datos del servicio de salud, lista de pacientes, servicios de geolocalización y de transporte… Casi nada.
Julia Díaz, directora de Innovación de Health and Energy Predictive del IIC (Instituto de Ingeniería del Conocimiento), habla así sobre este rastro de datos: “En el caso social es imparable, todos utilizamos ahora mismo las redes sociales en mayor o menor medida. Cualquier aplicación que utilicemos, aunque no sea una red social, nuestros datos, también están siendo cedidos, nosotros damos esa autorización”.
Es decir, en su opinión, “utilicemos las redes sociales, o utilicemos simplemente las aplicaciones que están en nuestra vida cotidiana, estamos proporcionando tanta información, que obviamente hay que sacar ese valor, de su análisis, para así hacer un uso inteligente de la información que nos permita optimizar mejor los recursos o anticiparnos a las necesidades, que van a ser reales”, añade.
La periodista Mar Cabra, responsable de la unidad de datos del Consorcio Internacional De Periodistas de Investigación, siempre habla de este rastro de datos, el que dejamos nosotros o el que deja el propio dato como tal. “Por ejemplo, un incendio. En el momento en el que ocurre se registra un parte, luego este parte se pasa a la comunidad autónoma, luego al Ministerio y de repente ya se crea una base de datos. Cuando hay una base de datos, el dato ha dejado un rastro”, explica.
De la misma manera, nosotros cuando nos movemos, como Manuela, dejamos un rastro. Cabra es consciente de que está dejando el suyo todo el rato. “Cada vez que meto mi matrícula en el parquímetro o en un parking, por ejemplo. De hecho, creo que sabe mejor el Ayuntamiento de Madrid por dónde me muevo que yo misma”, dice a modo de broma.
“No somos para nada conscientes, y más con las tecnologías móviles. Nos movemos y la compañía telefónica sabe perfectamente dónde estamos a cada momento. Y las redes sociales, si tienes la geolocalización activada, también. La mayor parte de la gente no es consciente de esto y yo creo que ese es uno de los retos a los que nos enfrentamos, es decir, a ser cada vez más conscientes del rastro de datos que estamos dejando”, relata la periodista. Por supuesto, añadir que cada día son más las grandes empresas y los especialistas que pueden analizar todos esos rastros y sacar conclusiones, “incluso mirando sólo los metadatos de nuestros correos”, puntualiza la periodista. Así de sencillo.