El hombre detrás del Everest, la montaña más alta del mundo
Nunca llegó a verla pero su nombre figura en todos los libros de historia, geografía e incluso en los de ciencia ficción. Sir George Everest fue un topógrafo británico del siglo XIX que dedicó gran parte de su vida a desgranar terrenos. Su mayor reto: medir la India. La expedición, que al poco de iniciar lideró él mismo, tuvo como punto de partida el cabo Comorín (al sur de la India) y recorrió casi 2.400 metros hacia el norte, hasta los pies del Himalaya.
Fue en 1818 cuando Everest se embarcó en la Gran Planimetría Trigonométrica de la India británica, el proyecto de medición que, entre otras cosas, permitió localizar el Pico XV, el más alto del mundo.
George Everest, en los 25 años que dedicó a esta causa, perfeccionó los métodos y las fórmulas de cálculo para que, tiempo después, sus sucesores pudieran determinar a cuánto estaba el techo del mundo.
Fue en 1856 cuando Andrew Waugh, sucesor del topógrafo británico, anunció la posición y la altura de los picos del Himalaya, entre ellos los 8.848 metros del que más tarde se denominó Everest. Así lo narró el corresponsal en Calcutta del Times, quien deseó que este acontecimiento tuviera trascendencia en el tiempo y en la historia: “Los esfuerzos de esta expedición para ampliar los conocimientos topográficos y, concretamente, el éxito del Coronel Waugh apenas han recibido el reconocimiento público que se merecen”, escribió.
Los esfuerzos de esta expedición para ampliar los conocimientos topográficos apenas han recibido el reconocimiento que se merecen
El Pico XV estaba ya localizado y medido. Solo faltaba ponerle un nombre que estuviera a la altura de la montaña más grande del mundo. Aunque tanto los nepalíes como los tibetanos ya la habían nombrado (Sagarmatha, “frente del cielo” y Chomo Lungma, “madre del universo”, respectivamente), los británicos consideraron que este pico bien merecía un nombre.
En 1865, un año antes de que falleciera Sir George Everest, Waugh no quiso olvidar, ni que nadie lo hiciera, al artífice de todo este proyecto. Propuso, muy a pesar del propio Everest, su nombre para bautizar al punto más alto del planeta. Y el resto ya es historia.