El ‘fintech’ y los datos, entre las prioridades de la EBA para 2019
La Autoridad Bancaria Europea (EBA; por las siglas en inglés de European Banking Authority) acaba de publicar su plan de acción para el próximo año. Entre las prioridades para 2019, destacan la comprensión de los riesgos y oportunidades asociados a la innovación financiera y un mejor manejo de los datos.
En la recta final de cada año, el organismo supervisor de la banca europea publica su programa de trabajo para el año siguiente. En 2019, la EBA se centrará en (i) liderar la implementación de Basilea III en la UE; (ii) comprensión de los riesgos y oportunidades derivados de la innovación financiera; (iii) recopilar, difundir y analizar datos bancarios; (iv) garantizar una reubicación sin problemas de la EBA a París; y (v) fomentar el aumento de la capacidad de absorción de pérdidas del sistema bancario de la UE.
Vigilar la implementación de Basilea III
Dentro de las tareas de la EBA relacionadas con los nuevos marcos normativos, el plan de acción de la institución destaca como prioritaria la implementación de Basilea III. Asimismo, establece que además del desarrollo de un reglamento único para la supervisión y resolución de entidades, el enfoque de la EBA se trasladará cada vez más hacia la función de vigilancia.
Comprender los riesgos y oportunidades derivados del ‘fintech’
La EBA reconoce que “la innovación financiera ofrece grandes oportunidades pero también introduce nuevos riesgos y desafíos, con el potencial de transformar el sistema financiero”. La innovación en los productos y las finanzas sostenibles serán elementos importantes del trabajo de la EBA el próximo año, en línea como lo establecido en su hoja de ruta para el fintech, aprobada en febrero de 2018.
En 2019 la EBA trabajará en autorizar y regular la creación de ‘sandboxes’ regulatorios —o espacios libres de regulación para experimentar—, ciberseguridad, protección del consumidor, el impacto del ‘fintech’ en la resolución de entidades de crédito y también las actividades de lavado de dinero.
En la recta final de cada año, el organismo supervisor de la banca europea publica su programa de trabajo para el año siguiente.
Recolectar, distribuir y analizar datos
Otra de las prioridades de la EBA para el año que viene es convertirse en un “centro de datos a escala de la UE”, tanto para otros organismos oficiales como para el público en general. La EBA considera que el acceso ampliado a los datos de supervisión debería permitir un mejor análisis de los riesgos y facilitar una mayor difusión y divulgación de datos de las entidades bancarias.
Con un mejor análisis de los datos, además, la EBA considera que estaría mejor posicionada para desarrollar políticas basadas en datos y liderar el debate en la UE sobre regulación y supervisión, así como ampliar su portfolio de publicaciones.
Supervisar el traslado a París
En 2019 la EBA se mudará de Londres a París, como una de las consecuencias de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Este es, en palabras de la propia institución, todo “un reto”. El objetivo en ese sentido es limitar el impacto que el traslado pueda tener en los empleados y otros grupos de interés que se verán afectados por el cambio.
Aumentar la capacidad de absorción de pérdidas de los bancos
En el camino del ‘bail-out’ al ‘bail-in’, es decir, de un modelo donde los bancos en problemas eran rescatados por fondos públicos a uno en el que los propios bancos se rescaten a sí mismos, es fundamental fomentar que las entidades tengan capacidad de absorción de pérdidas y recapitalización.
Para afrontar este reto, la EBA tiene como objetivo que las decisiones relacionadas con el MREL —el colchón anticrisis de los bancos— que tomen las autoridades de resolución estén apoyadas en una hoja de ruta clara en materia de resolución y la mayor claridad posible en la composición y calidad de este colchón.
Junto con estas cinco prioridades, específicas para 2019, la EBA tiene también una serie de prioridades transversales, como impulsar la implementación del principio de proporcionalidad en la supervisión —en consonancia con el perfil de riesgo e importancia sistémica de cada entidad—, contribuir a la implementación del Single Rule Book (o código regulatorio europeo de la banca), mejorar la protección del consumidor y preparar al sector bancario para la salida del Reino Unido de la UE.