El coste de oportunidad en las finanzas personales
Nuestras decisiones financieras tienen un coste de oportunidad, que en ocasiones puede ser importante. Está claro que aquello que poseemos debería de proporcionarnos rentabilidad de algún tipo, aunque simplemente sea “uso y disfrute”.
Hay discusiones sobre el nivel de riesgo que se debe asumir o sobre la rentabilidad que nos debe proporcionar aquello que compremos, pero podemos encontrar conformidad sobre evitar “los pesos muertos”.
¿Cuáles son los pesos muertos en nuestra economía doméstica? En general, todos aquellos activos que tenemos pero no estamos utilizando o que no nos están rindiendo un flujo monetario, ya sea presente o futuro. También habría que tener en cuenta aquellos activos que, sin que obtengamos algún beneficio de ellos, están drenando nuestras cuentas corrientes y dirigiendo ese dinero, a un pozo sin fondo.
Deshacernos de lo que nos sobra o ponerlo a funcionar nos ha de proporcionar varias ventajas. Para empezar, está la ventaja del incremento de los recursos que liberarnos de aquello que lo que nos sobra nos puede proporcionar, ya sea por un incremento de los ingresos o por un descenso de los gastos asociados a mantenerlo.
El coste de oportunidad de nuestras cosas
Un ejemplo, un coche que no se necesita. Suponemos que tenemos dos coches, cuando la verdad es que únicamente necesitamos uno a diario y, muy ocasionalmente, los dos coches se están utilizando a la vez. Podemos suponer que el coche no nos cuesta mucho, el seguro y el mantenimiento, pero tal vez no estemos contando con el coste de oportunidad.
Si el coche está ocupando una plaza de garaje que se puede alquilar, estamos perdiendo el coste de oportunidad de esa plaza de garaje. Además, cada día que pasa el coche se vuelve más viejo y menos atractivo para el mercado. Si hacemos cuentas fríamente puede que sea más barato vender el coche y alquilar un coche (nuevo) cuando sea necesario.
Por ejemplo, un exceso de objetos que no utilicemos en nuestra casa puede significar que tengamos alquilado un trastero o que no tengamos espacio suficiente. Tal vez ha llegado el momento de deshacerse de parte de las cosas. El coste de oportunidad de tenerlas podría ser demasiado alto.
El coste de oportunidad en inversiones
Cuando invertimos el coste de oportunidad, serían aquellos rendimientos que obtendríamos en una inversión sin riesgo y que dejamos de obtener por dedicar nuestros ahorros a una inversión concreta. El no tener nuestro dinero invertido supone que estamos perdiendo los intereses que nos podría dar. El problema no son los intereses que no percibimos, sino que no solemos ser conscientes de los mismos. Eso hace que muchas veces se mantengan inversiones poco rentables o que pierden dinero, o simplemente, estancadas en cuentas corrientes.
Un ejemplo son los apartamentos de la playa, algunos están completamente desaprovechados al utilizarse únicamente una quincena de días al año. El resto están cerrados sin proporcionar ningún otro beneficio a su propietario. Pero sí provocan gastos, hay que pagar comunidad, IBI, agua, luz, etc. Aún así hay quien puede decir que esta inversión les merece la pena porque el dinero está invertido y los gastos son equivalentes a los que les costaría alquilar el apartamento quince días al año. Podemos aceptarlo, ¿pero qué otro uso se le podría obtener al capital invertido en el apartamento?
Un capital de 200.000 euros al 5% de interés genera un flujo de caja de 10.000 euros, suficientes para alquilar una quincena en un apartamento de la playa del mismo precio y sobra. A estos 10.000 euros hay que quitarles el IRPF al que están sujetas las rentas del capital, pero queda claro que el dinero invertido en el apartamento de playa está infrautilizado. Esto se hace sin contar las rentabilidades futuras que pudiera tener la revalorización del apartamento. Otra opción de rentabilizar el apartamento sería alquilarlo y utilizar parte de la renta obtenida por los alquileres, en alquilar los quince días que se utiliza otro apartamento.
Obviamente no todas las decisiones de nuestra vida pueden basarse en el coste de oportunidad, pero no está mal plantearse el coste de oportunidad que tienen algunas decisiones financieras y de consumo a lo largo de nuestra vida. Especialmente porque la infrautilización de nuestros recursos nos aleja de nuestros objetivos financieros.