El acceso igualitario a la tecnología, clave para un desarrollo económico sostenible
No dejar a nadie atrás en la cuarta revolución industrial. Ese es el compromiso de diferentes organismos internacionales como Naciones Unidas o la Organización Mundial del Trabajo. La Agenda 2030 de la ONU para el Desarrollo Sostenible se compromete con los principios de universalidad e igualdad, dos cuestiones fundamentales que deben redefinirse como consecuencia de la revolución digital. ¿Cómo se pueden garantizar estos principios en medio de las profundas transformaciones producidas por el avance tecnológico?
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible apuntan a un crecimiento económico social y medioambientalmente sostenible mediante el aumento de la productividad y la innovación tecnológica. En concreto, el objetivo número ocho, “trabajo decente y crecimiento económico”, tiene definidas diferentes metas en relación al fomento de la innovación, la optimización de la productividad y el consumo y la inclusión de los jóvenes en un mercado laboral emergente. En este contexto, es fundamental asegurar que el acceso a las innovaciones tecnológicas es lo más igualitario posible. No solo para mejorar el bienestar de la mayor parte de la sociedad sino también para evitar que se despierte un potencial rechazo social entre aquellos que se vean privados de dichos avances.
Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico de BBVA Research y catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Valencia y Javier Andrés, catedrático de Economía en la Universidad de Valencia, son los autores del ensayo ‘Políticas públicas en la era de la disrupción digital’, un artículo en el que precisamente analizan los diferentes retos y oportunidades a los que se enfrenta la sociedad en esta transición tecnológica y cómo abordarlos de forma óptima por medio de políticas públicas de distinta naturaleza.
Equidad y eficiencia, sinónimos en la transformación digital
Para los autores, es fundamental entender que el impacto social de las nuevas tecnologías dependerá de cómo se gestionan los nuevos retos. Además, defienden que en este proceso de cambio no hay disyuntiva entre equidad y eficiencia, pues aquellas sociedades que sean capaces de diseñar un estado de bienestar que funcione de manera más eficiente aprovecharán mejor la posibilidades de las nuevas tecnologías para generar riqueza. Esta es la única receta para reducir los niveles de desigualdad y garantizar a la vez una mayor equidad intergeneracional.
Riesgos de esta transformación como el desempleo, la polarización o la inestabilidad de las carreras laborales, por ejemplo, también son aspectos que Doménech y Andrés contemplan en su análisis. Para evitarlos, los autores consideran que es fundamental eliminar las barreras a la creación de empleo y a la inversión para fomentar así la innovación y el crecimiento de las empresas. En paralelo, reducir las incertidumbres y aumentar la seguridad jurídica de las relaciones laborales son también cuestiones fundamentales. En el nuevo escenario del mercado laboral, habrá que buscar un equilibrio entre la flexibilidad del mercado de trabajo y seguridad para los trabajadores de nuevas profesiones y entornos de trabajo que ya están surgiendo.
Las políticas públicas son la herramienta clave para coordinar los distintos intereses que hay en juego desde las distintas perspectivas de esta revolución.
Políticas públicas para optimizar los efectos de la cuarta revolución
El objetivo de las políticas públicas es el de regular el excedente de producción que se pueda lograr con la revolución digital y asegurar que nadie se apropie de él de forma injusta .
Educación. La educación debe conseguir que el capital humano sea complementario (y no sustitutivo) en su relación con la tecnología. Para ello, las habilidades blandas o ‘soft skills’ se consolidan como un área fundamental de formación, pues facilitan que las personas podamos trabajar en equipo, liderar y coordinar otras actividades. Dada la velocidad de cambio de esta revolución, vamos a tener que asumir la formación y actualización constante de habilidades, pues se irán automatizando y superando tareas con el avance de la técnica.
Trabajo. Es necesario crear las condiciones que posibiliten al mercado de trabajo generar oportunidades para esas personas que se han formado ya en un nuevo escenario digital. Las tecnologías mismas nos pueden ayudar a evitar desajustes entre la oferta y la demanda laboral: el ‘big data’ es para Domenech y Andrés una herramienta capaz de construir un mercado de trabajo global más eficiente, que permita optimizar el ‘profiling’ de los puestos de trabajo y encontrar a los candidatos más afines de manera mucho más rápida y eficiente que en la actualidad
Competencia en los mercados. Garantizar que los mercados sean competitivos es imperativo para que el excedente de producción que logremos gracias a las nuevas tecnologías llegue a todo el mundo y evitar que monopolios o conductas no competitivas hagan posible que sus beneficios lleguen solo a una parte de la sociedad. .
Aunque las políticas públicas se implanten con éxito en estas tres áreas habrá que afrontar inevitablemente lo que los autores definen como costes de transición, los casos concretos de personas que requieran ayudas públicas para afrontar esta transición tecnológica. Por ejemplo, algunas ocupaciones laborales quedarán obsoletas y será necesario potenciar el reciclaje de esos trabajadores. Para hacer frente a este coste de transición tendrán que aplicarse políticas públicas de carácter redistributivo y medidas fiscales que permitan equilibrar la riqueza. Ante la cuarta revolución industrial necesitamos un estado de bienestar que esté a la altura de los nuevos retos y que utilice todas las tecnologías disponibles para mejorar su eficiencia y alcance.
La tecnología debería permitirnos optimizar la producción y las horas de trabajo, así como facilitar la conciliación y no volverse en contra de nuestro espacio personal. Estos cambios en nuestra forma de trabajar y de vivir nos permitirían un desarrollo más sostenible. Sin embargo, siguiendo la tesis de los autores, para ser optimistas ante el horizonte de la revolución digital no podemos perder de vista las políticas públicas, pues son la clave para manejar los retos de la revolución digital.