La tulipomanía, la primera burbuja económica de la historia
La primera burbuja económica de la historia, conocida como tulipomanía, se produjo en la economía más potente de la Europa del siglo XVII, los Países Bajos. Hoy, Holanda es un país reconocido por ser el máximo productor de tulipanes del mundo. Dicha flor es, sin duda, imagen del propio país. Pero lo que hoy es un símbolo, un día fue una pesadilla que arruinó su economía por completo.
El tulipán llegó a Europa a mediados del siglo XVI, desde Turquía. En aquel tiempo, la alta burguesía centroeuropea acostumbraba a adornar sus jardines con flores de las variedades más exóticas a su alcance. Entonces, el Embajador austriaco en Turquía no dudó en hacerle llegar al Emperador Rodolfo II de Austria algunos bulbos para sus Jardines Imperiales en Viena y Praga.
El tulipán, la flor oriental precursora de la primavera
Éste fue el germen de una costumbre que se extendió por la aristocracia y alta burguesía europeas. Así, el tulipán se convirtió en uno de los elementos más codiciados por las clases más adineradas del viejo continente. Pero, ¿por qué fue precisamente en los Países Bajos donde se enfervorizó esta práctica?
Además de ser el país más rico de Europa, las características climatológicas y geológicas de la región ofrecieron al exótico tulipán las condiciones ideales para su germinación. Curiosamente los botánicos no consiguieron averiguar el porqué. Era el único lugar en el que el tulipán comenzó a experimentar mutaciones que otorgaban intensos y aleatorios colores a sus pétalos.
Las flores que sufrieron mutaciones llegaron a valer 40 años de sueldo de un artesano medio
A lo largo de las tres primeras décadas del siglo XVII, el tulipán fue la estrella de los jardines y fue incrementándose su precio. Pero no fue hasta fechas cercanas a 1630 cuando el mercado saltó de las clases más altas a las clases medias y bajas. El negocio se convirtió en una práctica de taberna, pues hombres de toda índole y condición se daban cita para comprar y vender los bulbos.
Una solvente fábrica de cerveza, el valor de 25 toneladas de mantequilla o una mansión. Una casa en el barrio más acomodado del país o el valor de 80 cerdos. Hasta un barco mercante con su tripulación. Son sólo algunos ejemplos registrados documentalmente de lo que se llegó a pagar por uno de aquellos preciados tubérculos. Cuanto más extravagante era la flor, más codiciada era y, por lo tanto, mayor su precio en el mercado.
Pero fue la avaricia humana la que originó la catástrofe. Y fue la que provocó que la sociedad terminase por considerar insuficiente el mercado físico. Éste sólo podía producirse entre verano y primavera, que es cuando los bulbos pueden estar fuera de la tierra. Fue entonces, en otoño de 1636, cuando entró en funcionamiento la compra-venta de futuros bulbos procedentes de la siguiente recogida.
A este mercado se le llamó el "Negocio del aire”
Un bulbo virtual podía cambiar hasta 10 veces de manos en un solo día, generando beneficios en cada uno de los intercambios. El precio subió entre un 500 y un 2000% en tan solo unas semanas. La gente invertía todo lo que tenía en comprar al menos uno de aquellos pagarés.
Muchos se endeudaron de por vida para poder participar holgadamente en el mercado del tulipán. Hipotecaban su casa, sus tierras, sus pertenencias o, incluso, prometiendo décadas de sus futuros sueldos. Ya no se trataba de la vanidad de adornar el jardín con las mejores flores del continente. La importancia del tulipán iba mucho más allá. Se había construido de la nada un mercado financiero de futuros en el que estaba involucrada toda la sociedad.
El 5 de febrero de 1637 se vendieron 40 bulbos por 100.000 florines (un artesano bien pagado de la época tenía una renta anual de 150 florines). Pero en aquel momento nadie pudo ni tan siquiera imaginar lo que iba a ocurrir. La mañana del 6 de febrero, en una taberna de Haarlem, un comerciante puso a subasta algo menos de medio kilo de bulbos por 1250 florines. Era una buena oferta pero nadie la aceptó.
El comerciante, sorprendido, al igual que todos los presentes, bajó el precio a 1000 florines y tampoco hubo comprador. Cundió el pánico, la noticia se propagó por todo el país en un solo día. Los desesperados intentos por minimizar las pérdidas provocaron que toda la sociedad quisiera vender. Ya nadie quería comprar, la primera burbuja financiera de la historia acababa de estallar.
Los estragos de una crisis financiera
En tan solo un par de meses el valor del tulipán descendió en casi un 100%. Los poseedores de futuros bulbos no tenían nada ya que habían firmado su ruina económica perpetua. El mundo se había visto azotado por la primera gran crisis proveniente del pinchazo de una burbuja financiera.
Sólo una fuerte y muy costosa intervención del Estado, el Gobierno de Holanda (como suele ser habitual en las crisis financieras), permitió que de manera paulatina se fuese recobrando la normalidad. Una de las primeras medidas fue la anulación de la inmensa mayoría de contratos futuros para evitar ruinas. A pesar de ello, aún se tardaría muchas décadas en dejar definitivamente atrás los estragos del “negocio del aire”.
Los bulbos de tulipán, que anteriormente suponían una fortuna, ya no valían prácticamente nada
La importancia del mercado del tulipán en la economía holandesa fue tal que entre 1633 y 1637 la compraventa de tulipanes fue más de diez veces superior a todos los ingresos de los grandes empresarios del país. Y la inflación tal, que en la actualidad se podría adquirir una cantidad cercana a 300.000 tulipanes extrapolando aquella cantidad a la actualidad.
La desregularización del mercado, el exotismo inesperado de la flor producido por las mutaciones, la vanidad humana y, sobre todo, el convencimiento en que era una inversión segura, crearon en poco tiempo una gran burbuja financiera. Hoy se puede considerar como el gran antecedente de todas las que le han seguido hasta la actualidad, heredando todas ellas la gran mayoría de síntomas y condicionantes de la tulipomanía.
El tulipán holandés en la actualidad
Hoy en día el mercado holandés del tulipán es un mercado regulado, eficiente y muy prolífico para los Países Bajos. Holanda ha llegado a acumular el 80% de la producción mundial de la históricamente controvertida flor.
Nota: Actualmente se conoce que las mutaciones de la flor eran fruto de una enfermedad de la planta, un virus trasmitido por el pulgón común que producía variaciones en el ADN y, consecuentemente, cambios en el color de sus pétalos. En definitiva, el pulgón común hizo enfermar al tulipán de igual manera que la tulipomanía hizo enfermar todo el entramado económico holandés.