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Economía y Finanzas 29 mayo 2024

"Lecciones y reformas tras un año de las turbulencias bancarias"

Más de un año después de la crisis que afectó a tres bancos regionales norteamericanos y a Credit Suisse, en Estados Unidos recientemente ha vuelto a quebrar una entidad bancaria (Republic First Bancorp). El tamaño de la entidad es mucho menor, por lo que las consecuencias de su quiebra serán más acotadas, pero este evento debería recordarnos algunas de las lecciones que nos dejaron las turbulencias de 2023.

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Es importante recordar las razones que llevaron a estos bancos a tener dificultades. En el caso de los bancos norteamericanos, contaban con modelos de negocio muy concentrados en un sector concreto, con alta dependencia de depósitos no cubiertos por su fondo de garantía. La crisis se desencadenó por una salida masiva de depósitos en muy poco tiempo, y una de las razones fue la gestión del riesgo de tipo de interés, que generó importantes pérdidas no realizadas ni cubiertas en su cartera de activos. Las autoridades argumentaron preocupaciones sistémicas para recurrir a una excepción que permitiera proteger todos los depósitos, y conceder importantes ayudas de liquidez públicas para el conjunto de bancos regionales.

El caso de Credit Suisse es diferente: se trataba de un banco internacional de importancia sistémica, que tras años con problemas de gestión y escándalos que erosionaron la confianza en el banco, se encontró en medio de una crisis que aceleró la hasta entonces gradual salida de depositantes. Ante esta situación, las autoridades no resolvieron al banco usando el marco de gestión de crisis existente, sino que facilitaron una solución privada, respaldando su adquisición por parte de UBS mediante garantías y un suministro de liquidez significativo.

La crisis se desencadenó por una salida masiva de depósitos en muy poco tiempo, y una de las razones fue la gestión del riesgo de tipo de interés, que generó importantes pérdidas no realizadas ni cubiertas en su cartera de activos.

Estos acontecimientos demostraron la resiliencia del resto del sistema bancario de la Unión Europea, que no se vio afectado, lo que puso de manifiesto que el marco regulatorio y de supervisión funciona correctamente. Una de las razones es que en la UE se aplica este marco a todos los bancos, y no solo a los bancos internacionales. Si los bancos regionales americanos hubiesen estado sujetos a dicha normativa (por ejemplo, en lo relativo a liquidez o riesgo de tipo de interés), las autoridades podrían haber detectado de forma más temprana sus problemas. Por tanto, no parece necesaria una reforma radical de la regulación europea, ni que el camino a seguir sea un endurecimiento general del marco regulatorio global.

Sin embargo, sí se desprenden unas lecciones muy valiosas que deberíamos incorporar en la regulación. La primera es que incluso bancos no sistémicos pueden tener impactos potencialmente sistémicos bajo ciertas circunstancias. Esto implica que deberían estar sujetos, en general, a estándares similares que otros bancos de mayor tamaño. La segunda es que el marco de gestión de crisis y los planes de resolución deben tener cierto grado de flexibilidad para poder adaptarse a distintos escenarios que pueden surgir. En este sentido, la decisión de las autoridades suizas de buscar una solución fuera del marco de resolución, con un componente importante de apoyo público, nos lleva a pensar que hay que seguir trabajando para garantizar que el marco de gestión de crisis se aplique efectivamente. La tercera, es que la liquidez en un proceso de resolución es fundamental. Es clave contar con una herramienta de liquidez en resolución potente y creíble, y esto es una deficiencia que la UE aún no ha podido solventar. Por ello, en la UE es necesario ratificar el tratado del MEDE, que le permite actuar como respaldo del Fondo Único de Resolución. Pero incluso este respaldo podría ser insuficiente, dado que en ciertos casos, podría ser necesaria aún más liquidez en una situación de crisis sistémica. Es por ello vital continuar trabajando en la UE para desarrollar un mecanismo de liquidez que pueda calmar a los mercados financieros en un proceso de resolución para una entidad sistémica.

Estos acontecimientos demostraron la resiliencia del resto del sistema bancario de la Unión Europea que no se vio afectado

Existen otras líneas de trabajo que exploran posibles ajustes en requerimientos de liquidez, en riesgos de tipo de interés, reformas en el sistema de garantía de depósitos o penalizaciones por altas exposiciones a depósitos no garantizados. Pero esto no debería hacernos perder el foco de reformas que junto a las anteriores también son relevantes y necesarias en Europa, como la reforma del marco macroprudencial, completar el proyecto de la Unión Bancaria y avanzar en la Unión del Mercado de Capitales. En definitiva, las turbulencias del año pasado constataron los avances realizados en los últimos años pero nos han  dejado una serie de lecciones que todavía no hemos sido capaces de traducir en reformas concretas, lo que demuestra que hay líneas de trabajo que quedan por completar en los próximos años en la agenda regulatoria europea y global.