Banca de particulares, banca personal y banca privada
Hoy en día, los servicios bancarios están segmentados según las características del cliente minorista y el capital con el que cuenta. En base a esto, la mayoría de las entidades financieras diferencian entre clientes de banca para particulares, banca personal y banca privada aunque algunas están especializadas en uno o dos segmentos. Elegir aquel que pueda dar respuesta a nuestras necesidades es fundamental para nuestras finanzas.
Banca de particulares
Banca de particulares es el nivel de servicio que todos necesitamos en servicios financieros. A través de ella realizamos operaciones habituales como el ingreso de la nómina, transferencias o domiciliación de recibos. Nos permite también contar con una tarjeta de débito para obtener efectivo en cualquier momento y, tal vez, una de crédito para aplazar pagos.
Entre la operativa habitual se encuentra la solicitud de una hipoteca para nuestra vivienda o de un préstamo para financiar la compra de un coche, una reforma u otras necesidades. También canaliza nuestro ahorro, bien sea a través de depósitos o de, por ejemplo, planes de pensiones. La banca de particulares se encarga, por tanto, de cubrir servicios financieros más habituales,
Banca personal
El cliente de banca personal tiene un capital superior para ahorrar o invertir, pero no llega a ser suficiente para ser considerado cliente de banca privada. Esto le permiten obtener un trato más personalizado que el cliente de banca para particulares. Cuenta con un gestor personal, que le da un servicio diferenciado y asesoramiento en sus inversiones. Aunque lo habitual es que el cliente de banca personal tenga los mismos productos que el de banca minorista, puede que cuente con ventajas especiales. Por ejemplo un límite de uso mayor en su tarjeta de crédito. También tendrá, posiblemente, condiciones especiales o mayor seguimiento de la inversión de su patrimonio que el de banca de particulares.
Banca privada
Bajo el nombre de banca privada se incluyen aquellos clientes que cuentan con un elevado capital. Aunque el límite entre banca privada y banca personal lo suele poner la propia entidad financiera, se puede tomar como referencia a aquellos con un capital superior a los 300.000 euros. Las personas que se encuentran en esta situación, normalmente no tienen problemas de financiación, sino que buscan proteger y rentabilizar al máximo su patrimonio.
A diferencia del cliente de banca personal, el de banca privada puede llegar a contar con un gestor en exclusiva. Este gestor, además de ofrecerle un trato personalizado, gestiona al detalle el patrimonio del cliente ofreciéndole productos, en general más complejos, muchas veces exclusivos y con condiciones muy beneficiosas. Además, en la gestión de estos patrimonios la asesoría fiscal toma gran relevancia, ya que pequeñas diferencias en la fiscalidad pueden suponer grandes cantidades de dinero.