¿Qué son los estabilizadores automáticos de la economía?
A menudo, se relacionan los cambios en el saldo de ingresos y gastos de las administraciones públicas con las decisiones adoptadas por los Gobiernos para reactivar o enfriar la economía. Estas decisiones explican una parte importante del déficit (mayores gastos que ingresos) o superávit (mayores ingresos que gastos) público, pero no su totalidad.
Además de las políticas fiscales discrecionales, a través de las cuales las autoridades deciden activamente ajustar el gasto o los ingresos en respuesta a los cambios del ciclo económico, hay que tener en cuenta las variaciones que en estas partidas se producen sin necesidad de que los Gobiernos adopten nuevas decisiones. En este último caso, los cambios responden al papel de los estabilizadores automáticos.
Los estabilizadores automáticos son aquellas partidas de los presupuestos públicos que se ven alteradas de forma automática, de ahí su denominación, como consecuencia de los cambios en el nivel de actividad económica. Por el lado de los ingresos, cabe señalar como principales estabilizadores los impuestos que gravan los beneficios empresariales, la renta de los trabajadores o el consumo de bienes y servicios; por el lado de los gastos, las prestaciones por desempleo, que soportan la renta de las familias en momentos de incremento del paro, constituyen uno de los estabilizadores más relevantes.
A modo de ejemplo, analicemos el caso de un gobierno que se plantea equilibrar el presupuesto público en un año en el que la actividad económica se contrae más de lo previsto. La mayor parte de los ingresos que percibe la Administración Pública, principalmente a través de la recaudación de impuestos, disminuirá en proporción con la caída de la demanda.
Por el contrario, algunas partidas de gasto público como las prestaciones o subsidios por desempleo, se incrementarán en respuesta al deterioro del mercado laboral. Como resultado, se producirá un deterioro del saldo presupuestario, mientras que los hogares y las empresas verán amortiguados, en parte, los efectos que la caída de la actividad tendría sobre su renta disponible.
Por tanto, cuando la economía se encuentra en una fase de recesión o estancamiento, tiene lugar una disminución de los ingresos fiscales, mientras que el incremento del desempleo aumenta el gasto público. En esta fase, el empeoramiento del saldo presupuestario (menor superávit o déficit) lleva aparejado un cierto soporte a la renta del sector privado, limitando la corrección de la actividad agregada.
En épocas de expansión, los estabilizadores automáticos generan mayores ingresos públicos y contribuyen a reducir el volumen de gasto, facilitando el saneamiento de las cuentas públicas (mayor superávit público o reducción del déficit). Un aspecto relevante de los estabilizadores automáticos por el lado de los ingresos es la progresividad impositiva. Por ejemplo, los tramos del impuesto sobre la renta (IRPF) facilitan que a medida que crece el nivel de actividad y renta, aumente la recaudación impositiva más que proporcionalmente, ya que a mayor nivel de ingresos, mayor porcentaje de renta que se destina al pago del impuesto.
En el caso de España, la intensidad de la crisis económica ha puesto de manifiesto las dificultades para reducir el déficit público, aun cuando el Gobierno haya implementado medidas de ajuste por un volumen elevado. Los estabilizadores automáticos explican, en parte, esta evolución. Pese a la subida de tipos del IRPF a principios de 2012, la recaudación por esta figura en el conjunto del año, una vez excluido el impacto de la amnistía fiscal, es incluso inferior a la de 2011. Es decir, la reducción del número de cotizantes a la Seguridad Social y la moderación salarial han limitado la capacidad recaudatoria del impuesto.