¿Qué son las balanzas fiscales?
Es la diferencia entre ingresos y gastos públicos en un determinado territorio, o, dicho de otra manera, una balanza fiscal es la diferencia entre la inversión del gobierno en una comunidad frente a los impuestos que dicha comunidad aporta al conjunto del Estado.
En una balanza fiscal, el resultado (saldo) lo obtenemos al restarle al gasto y a la inversión que el Estado hace en una comunidad, los ingresos que aporta esa comunidad autónoma al Estado (vía impuestos). Pero existe una encendida polémica sobre los saldos (resultados) de las balanzas fiscales, ¿por qué?
¿Qué enfoque es mejor?
En primer lugar, porque hay al menos dos enfoques con los que se puede calcular esa resta (balanza fiscal). Mientras que el llamado “enfoque del flujo monetario”, intenta medir cuál es el efecto que provoca el gasto del sector público en el territorio donde se efectúa, el “enfoque del beneficio o carga-beneficio”, trata de cuantificar cómo mejora el bienestar de los ciudadanos de un territorio gracias al gasto público. Los dos enfoques son correctamente calculados e igualmente válidos, el problema es el resultado de la operación.
Por ejemplo, si el Estado construye una carretera para unir dos comunidades pasando por otras regiones, según el primer enfoque, el gasto se repartiría en función del coste de la carretera en cada comunidad. Sin embargo, el segundo enfoque mediría el beneficio generado en las regiones ahora conectadas. Ambos son válidos y, puede que también complementarios, pero los resultados (saldos) que se obtienen con cada uno de ellos pueden variar de forma significativa.
El difícil reparto
Por otro lado, porque es difícil repartir algunos gastos del Estado, bien porque afecten a más de una región, bien porque no sean fácilmente asignables. Distribuir la inversión estatal es complicada y trae mucha controversia entre algunas autonomías.
Un ejemplo de ello sería a quién corresponderían los intereses de la deuda del Estado. ¿Qué criterio es el más adecuado para repartirlos? Se trata de una cuestión abierta y, en función de la metodología adoptada, como por ejemplo un sistema solidario, los resultados (saldos de las balanzas fiscales) pueden variar.
En cualquier caso, parece lógico que en un país como España con un sistema fiscal progresivo (esto es, que debe pagar más el que más tiene), las regiones en las que residen las personas y empresas con más recursos, sean las que más aporten al conjunto (redistribución de la renta) y, por lo tanto, registren una balanza fiscal negativa. La cuestión radica en cuánta renta deben y/o pueden aportar las comunidades más ricas al resto de territorios para esta redistribución.
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