Economía digital: hacia la coordinación transfronteriza e intersectorial
Las grandes compañías tecnológicas o ‘bigtechs’ tienen amplias bases de clientes, acceso a un gran volumen de datos y fortaleza financiera. Aunque los bancos también tienen algunas de estas características, las tecnologías de ‘efecto de red’ (‘network effect technologies’) de las que se benefician estas compañías preocupan a los reguladores, porque en última instancia podrían socavar la innovación alimentada por datos. Según Santiago Fernández de Lis, responsable de Regulación de BBVA, en el panorama competitivo actual de la economía digital es necesario evolucionar de un enfoque sectorial y nacional hacia una coordinación transfronteriza e intersectorial.
Santiago Fernández de Lis participó el 12 de septiembre en el Eurofi Financial Forum celebrado en Helsinki, en un panel sobre las oportunidades, los retos y las implicaciones regulatorias de la digitalización para el sector financiero europeo.
Durante su intervención, Fernández de Lis señaló que, por el momento, la entrada de las grandes tecnológicas en el sector financiero ha sido limitada en la mayoría de los mercados, con la excepción de China. Aunque algunas ‘bigtech’ actualmente están bordeando el sector financiero, si estos gigantes entran de lleno en el negocio de servicios financieros, podría tener un profundo impacto en el sector. Las autoridades financieras han comenzado a debatir sobre el impacto potencial de estas compañías en la composición del mercado y en las dinámicas competitivas, así como sobre los efectos que puede tener en la estabilidad financiera.
Según Fernández de Lis, la preocupación de las autoridades financieras proviene del reconocimiento de que las 'bigtechs' tienen una ventaja competitiva frente a los bancos y las ‘fintech’, debido a su capacidad de efecto de red, el acceso a los datos y a una supervisión menos exigente. Su entrada en el sector –dada su enorme base de clientes y su capacidad financiera– podría desencadenar cambios rápidos y profundos en los mercados financieros.
Por un lado, las ‘bigtechs’ pueden interactuar con el sector financiero actuando como proveedores de servicios tales como ‘cloud computing’, datos o inteligencia artificial. Por otro lado, pueden directamente ofrecer servicios financieros al cliente final, bien en colaboración con entidades financieras –como es el caso de Apple Pay–, bien en solitario, fuera de las infraestructuras existentes, como es el caso de Libra, la criptomoneda de Facebook.
Fernández de Lis apuntó que si estas empresas tienen éxito en su entrada en los servicios financieros, podría dar lugar a la aparición de nuevos proveedores de servicios financieros sistémicos o infraestructuras críticas para el mercado. También podría aumentar la volatilidad de los depósitos bancarios y limitar la capacidad del sector financiero de innovar por sí mismo, especialmente en ‘fintech’.
Los mercados digitales son inherentemente difíciles de mantener dentro de las fronteras y los sectores
En última instancia, este proceso puede derivar en la reconfiguración del sistema financiero, aunque dependerá de las reglas del juego que se establezcan entre bancos y compañías no financieras. En este escenario, las autoridades financieras tendrán que gestionar los riesgos de estabilidad financiera asociados a esta reconfiguración, así como aquellos riesgos que afloren en este nuevo entorno, derivados de una creciente concentración.
Los mercados digitales son inherentemente difíciles de mantener dentro de las fronteras y los sectores. Por lo tanto, para el ejecutivo de BBVA, en el panorama competitivo actual, hay que pasar de las respuestas definidas a nivel sectorial y nacional a una respuesta transfronteriza e intersectorial. En ausencia de esta coordinación, los distintos enfoques nacionales y la noción anticuada de los mercados y sectores darán pie a prácticas de arbitraje regulatorio, obstaculizarán el comercio transfronterizo de bienes y servicios digitales y minarán los beneficios de la era digital para todos.
El problema, según Fernández de Lis, es que muchos de los desafíos antes mencionados se extienden mucho más allá del sector financiero y, por lo tanto, del cometido de las instituciones internacionales existentes. Por lo tanto, se necesita un nuevo mecanismo de coordinación bajo los auspicios del G20 para abordar los problemas digitales transversales.
A su juicio, esta coordinación transfronteriza e intersectorial es especialmente necesaria dentro de la Unión Europea de cara a poder avanzar hacia un mercado único verdaderamente integrado.
Santiago Fernández de Lis, responsable de Regulación de BBVA.
Asimetría en el acceso a los datos
Durante su intervención, Santiago Fernández de Lis mencionó que los datos son la espina dorsal de la economía digital, y es en la protección de los datos de los usuarios donde se está centrando la regulación; por ejemplo, a través de la normativa GDPR, el Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea. Esta normativa incluye el derecho de los usuarios a la portabilidad de sus datos, pero la Unión Europea ha manifestado que es necesario ampliar los derechos para compartir los datos, así como generar los mecanismos para ello.
El sector financiero está en desventaja al proporcionar servicios financieros digitales
Fernández de Lis destacó que la oportunidad para la compartición de datos es mucho más eficaz en el ámbito del ‘open banking’. Por ejemplo, desde septiembre de 2019 los bancos están obligados a facilitar a los usuarios la posibilidad de compartir sus datos de pagos con terceros, vía APIs. Esto crea una asimetría de datos: las empresas financieras deben proporcionar un acceso fácil y en tiempo real a los datos de pagos estandarizados, pero los datos de otros sectores no están disponibles en términos similares. El sector financiero está en desventaja al proporcionar servicios financieros digitales.
Para el ejecutivo de BBVA, la lógica de la banca abierta debe aplicarse en todos los sectores para crear un marco integral de intercambio de datos impulsado por los usuarios.
De esta manera, todas las grandes empresas que operan en línea en todos los sectores permitirían a los usuarios compartir sus datos a través de APIs cuando y con quien quieran de una manera uniforme. Esto desbloquearía los silos de datos existentes y devolvería el control a los usuarios, lo que ayudaría a impulsar la próxima generación de innovación digital.