Drones para la prevención de incendios y proteger los bosques
La prevención de incendios es una de las tareas más arduas de los investigadores que se dedican a cuidar de los entornos forestales. El uso de drones para esta actividad les ayuda a tener una perspectiva diferente y a recabar información útil para evaluar los riesgos a través de imágenes infrarrojas y en 3D.
Cada año, según se acerca el verano y la temporada de incendios, el Gobierno, a través del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, pone en marcha una campaña para su prevención y extinción. En 2019 se invirtieron 83 millones de euros en España para estas tareas. Entre los efectivos se contó con 73 aeronaves de distintas capacidades de descarga, incluidos cuatro vehículos aéreos no tripulados o drones.
Según el plan del pasado año, estas naves civiles pilotadas por control remoto (RPAS, en sus siglas en inglés) estaban ubicadas en León, Zaragoza, Cáceres y Albacete. Con cobertura nacional, operan de noche y realizan un seguimiento nocturno de la evolución del incendio forestal. Esto es posible porque transmiten en tiempo real imagen y vídeo en espectro infrarrojo. Su principal propósito es servir de apoyo a los directores técnicos de extinción y proporcionar documentación útil para la toma de decisiones tácticas.
La importancia de preservar el buen estado de los bosques para mantener la salud del Planeta no da lugar a dudas. “Los bosques forman ecosistemas muy importantes que no solo albergan una gran biodiversidad sino que proveen de productos y bienes útiles para las personas, como madera, setas o valores menos tangibles como lugares de recreo”, nos explica Andrea Duane, investigadora del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC) y del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF). “En un actual contexto de cambio climático también son un sumidero de carbono importante: retienen y almacenan el CO2 que emitimos”.
Esta investigadora recalca que una de las particularidades de los bosques con respecto a otros ecosistemas, como pueden ser las sabanas o los prados de montaña, es su menor velocidad de desarrollo. Cuantas más perturbaciones sufran, menor es su capacidad de recuperación. De ahí que si los incendios se producen de manera recurrente resulta complicado devolverlos a su estado inicial.
Drones para vigilar los bosques
Los últimos incendios ocurridos en Australia, Canadá o el Amazonas son consecuencia del cambio en los patrones de temperatura y lluvia que se están produciendo en estas zonas, efecto directo del cambio climático, según la BBC. Las especies vegetales que crecen en los bosques están adaptadas a unas condiciones y cuando éstas se alteran “las plantas están más estresadas y su biomasa (o combustible) más disponible para quemarse. Esto crea incendios de más intensidad, más difíciles de apagar, y que incluso pueden llegar a alterar la meteorología de la zona creando tormentas de fuego”, describe Duane.
Reducir la huella de carbono para frenar el cambio climático o trabajar para conseguir paisajes más resilientes a los grandes incendios forestales son esenciales para combatir este tipo de catástrofes. Aunque la investigadora del CTFC advierte que los incendios no se pueden evitar por completo, la tecnología puede ser una alidada para afrontar el problema: “herramientas como los satélites o los drones permiten tener una perspectiva aérea de lo que puede ocurrir antes, durante y después de los incendios, y se están abriendo muchas líneas de conocimiento para aumentar su potencial”.
Los drones pueden ayudar a evaluar, cuantificar y analizar el riesgo de incendio ligado a la estructura de la vegetación ayudando así a la toma de decisiones para preservar ecosistemas como los de los bosques. Para ello utilizan “una técnica denominada fotogrametría, para crear ortomosaicos o cartografías y modelos 3D a pequeña escala, todos ellos en alta resolución”, explica Jaume Balagué, de terradron.cat, empresa especializada en la observación del entorno forestal con drones.
“De estos planos es posible sacar información sobre la vegetación que ayuda a la prevención de incendios”, aclara Balagué. Cuantificando y analizando estos datos es posible evaluar el nivel de riesgo, ya que pequeños cambios en la vegetación pueden tener un gran efecto.
Andrea Duane confirma que también están trabajando en el uso de drones para evaluar la capacidad de regeneración de la vegetación tras el incendio, “ya que la escala fina en la que trabajan los drones provee información muy útil para entender mejor estos patrones, que son claves para entender y conservar la biodiversidad a medio y largo plazo”, aclara.