¿Dónde se han ido millones de trabajadoras estadounidenses?
Hombres y mujeres en edades laborales óptimas (25-54 años) están abandonando la población activa a un ritmo alarmante en Estados Unidos. El número de personas en edad laboral óptima que se excluyó como fuerza de trabajo en 2016 superó en 4,3 millones los datos de 2000. Desde finales de la década de los 70, la cantidad de hombres de 25 a 54 años que decide abandonar el mercado de trabajo no ha hecho más que aumentar. Sin embargo, hasta el año 2000 esta tendencia no se había manifestado entre la población activa femenina. ¿A qué se debe este cambio de tendencia histórico?
Para llevar a cabo un análisis adecuado, es conveniente segmentar la población activa femenina atendiendo a diferentes factores (estado civil, número de hijos...) dado que cada grupo exhibe patrones laborales y tendencias diferentes. Por ejemplo, en los segmentos de mujeres solteras y mujeres sin hijos es donde la fuerza de trabajo registra sus mayores caídas. En estos grupos, uno de los principales factores para explicar la decisión de abandonar el mundo laboral es el declive salarial. Además, independientemente de su estado civil, entre la población femenina más joven y con menor nivel educativo existe una mayor propensión a abandonar el mercado laboral que entre la población femenina de edad más avanzada y con mejor nivel educativo.
Para las madres, el nivel salarial supone un factor que puede incrementar o disminuir su propensión a excluirse de la fuerza de trabajo tras un parto. Las mujeres en hogares con ingresos por debajo de los 50.000 dólares son más propensas a excluirse. Una explicación es que estas mujeres no tienen que renunciar a tanto cuando deciden abandonar del mercado laboral.
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La cuestión clave es si es posible volver incorporar a estas mujeres al mercado de trabajo. Pero antes, la que hay que plantearse es si las mujeres que se han autoexcluido están dispuestas a volver al mercado laboral. Según estudios recientes, un 42% de las “amas de casa” estaría dispuesta a incorporarse a un trabajo a tiempo completo o parcial, un dato positivo para el crecimiento futuro de la fuerza de trabajo femenino. Sin embargo, dado que las razones para abandonar la fuerza laboral difieren nivel retributivo y educativo, estado civil y número de hijos, no puede prescribirse una única fórmula para revertir el declive de la fuerza de trabajo femenino.
El sector empresarial puede contribuir garantizando subidas salariales, igualdad de género, igualdad de oportunidades de desarrollo profesional y ofreciendo flexibilidad laboral, factores clave para evitar que mujeres con niveles educativos elevados en edad laboral óptima se excluyan del mercado de trabajo. Mediante políticas de bajas por maternidad sustanciales, jornadas de trabajo acotadas, trabajo remoto y compartido, los sectores TIC y de salud se han erigido como los pioneros en la adopción de medidas para garantizar la igualdad de género y retener a la fuerza laboral femenina. Sin embargo, las políticas corporativas deben ser más expansivas de cara a dar cobertura a trabajadoras con menor nivel educativo, precisamente las más propensas a abandonar el mercado laboral.
"Estados Unidos ocupa el puesto 25 en el ranking de países por participación de las mujeres en la fuerza de trabajo. En 1995 ocupaba el puesto nº 7
Igualmente, existe un amplio margen de mejora en materia de política y gasto gubernamental. En la actualidad, Estados Unidos ocupa el puesto 25 en el ranking por participación de las mujeres en la fuerza de trabajo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. En 1995 ocupaba el puesto nº 7. Estos datos contrastan con los de otros países de la OCDE como Dinamarca y Suecia, referentes en la implantación de iniciativas de educación y cuidado infantil y políticas de ayuda a las familias, como bajas generosas y retribuidas por paternidad y maternidad y opciones de trabajo flexible.
En los EEUU, la introducción de políticas que fomentan modelos de familia con doble fuente de ingresos y un incremento de las partidas de gasto dedicadas a cuidado infantil ayudarían a mejorar los niveles de inclusión laboral de las mujeres en todos los segmentos. La reincorporación de mujeres autoexcluidas a la población activa tendría un impacto positivo sobre el crecimiento del PIB y sobre la inflación de precios y la salarial, pudiendo, incluso, producir un efecto notable sobre los niveles de vida y oportunidades de tanto las parejas como los descendientes de estas mujeres.
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