Dictaduras, androides y catástrofes naturales: cuando la ciencia ficción supera a la realidad
El cine es un espejo pintado, ya lo decía Ettore Scola. Dramas, comedias y aventuras de todo tipo se han visto reflejados en la gran pantalla durante décadas. Pero la imaginación de los directores a la hora de crear ficción les ha llevado mucho más allá: hacia un futuro lejano que, al fin, hemos alcanzado. Se han escrito muchos guiones sobre la época actual pero, ¿hasta qué punto acertaron esas historias?
El futuro ha llegado. Tal como afirma Martin Rees, “debemos estar abiertos a avances transformadores que hoy pueden parecernos ciencia ficción”. En el libro ‘El próximo paso. La vida exponencial’, que se puede descargar gratuitamente en la web del proyecto OpenMind de BBVA, numerosos autores han tratado temas tan dispares como la inteligencia artificial, viajes interestelares o el cambio climático. Gran parte de aquellas tecnologías que los cineastas imaginaban son ya una realidad. Sin embargo, aún se está a años luz del imaginario del séptimo arte.
Han sido muchos los directores y guionistas que predecían nuestro presente como un porvenir carente de libertad. Las guerras y tensiones internas en todo el mundo habrían derivado en gobiernos totalitarios dispuestos a regular incluso qué se puede ver o leer. Es el caso de ‘Fahrenheit 451’. François Truffaut estrenaba en 1966 este filme basado en la novela homónima escrita por Ray Bradbury. La historia plantea que a estas alturas del siglo XXI la sociedad estaría regida por unas autoridades que, preocupadas de velar por la felicidad del pueblo, garantizan su ignorancia quemando los libros.
La cultura como forma de control también forma parte del estado policial retratado en ‘The running man’ (1987), donde en un supuesto 2017 los líderes harían uso de un sádico ‘reality show’ para tener a la población entretenida y distraída. Paul Michael Glaser crea esta distopía inspirándose en ‘El fugitivo’ de Stephen King, una novela de ciencia ficción que presenta un mundo en crisis y dominado por la violencia.
Por su parte, Fritz Lang presentó en 1927 un siglo XXI donde la brecha de clases es cada vez más evidente. En ‘Metrópolis’ se cumple de forma radical aquello de que “los de abajo trabajan para los de arriba”. La superficie del planeta está ocupada por la élite y sus lujos mientras que la mano de obra vive en el subsuelo, produciendo para mantener el nivel de vida de los privilegiados.
¿Es dura la experiencia de vivir con miedo, verdad? En eso consiste ser esclavo". Blade Runner
Hay elementos que comparten buena parte de las películas futuristas. Los coches voladores, robots paseando por las calles y la omnipresencia de la tecnología son característicos de estas ficciones, donde la visión optimista respecto al desarrollo tecnológico escasea. La tecnofobia es típica del cine futurista, y es que el miedo a que las máquinas nos destronen como reyes y amos de la tierra se ha proyectado sin descanso en las pantallas. Ridley Scott muestra en ‘Blade Runner’ un 2019 en el que los androides son perseguidos y desterrados tras iniciar su propia rebelión contra la raza humana. Por el contrario, en ‘Matrix’ (1999), dirigida por las hermanas Wachowski, es la inteligencia artificial quien ha ganado la partida sometiendo a las personas para utilizarlas como fuente de energía.
La tecnología como aliada
Sin embargo, la tecnología demuestra ser una importante aliada cuando la amenaza es otra, tal y como ocurre en ‘Pacific Rim’. Al parecer Guillermo del Toro creía que en 2020 existiría un portal tridimensional a través del cual unos monstruos colosales llegarían a la Tierra. En su historia, máquina y humano luchan codo con codo para salvar el mundo.
Cartel de la película'Metrópolis' (1927) dirigida por Fritz Lang.
El calentamiento global y sus efectos han sido protagonistas de importantes catástrofes en los últimos años. El planeta ha soportado potentes terremotos como los que han sacudido Italia y México, devastadoras inundaciones en Asia e intensos huracanes a lo largo de todo el continente americano.
Estas continuas llamadas atención de la naturaleza auguran un futuro nada alentador aunque, afortunadamente, aún no llegan tan lejos como la visión de Michael Bay en ‘La Isla’ (2005). El cineasta nos ubica en un presente donde, debido a un desastre ecológico, la Tierra es inhabitable. Los supervivientes residen en campos de concentración protegidos de la contaminación donde su vida está constantemente vigilada y sueñan con llegar a la isla, un mundo utópico donde la naturaleza no ha sido devastada.
Pero no todo males se deben al cambio climático. En el cine, el avance tecnológico también trae consigo el desarrollo de nuevas enfermedades. ‘Johnny Mnemonic’ (1995) nos sitúa en un 2021 donde la información electrónica se traslada mediante un dispositivo instalado en el cerebro. Esta sobrecarga de datos desencadena una infección conocida como ‘Síndrome del Temblor Negro’. Esta simbiosis hombre-máquina todavía no es una realidad, pero visionarios como Elon Musk consideran que es imprescindible para que el hombre mantenga su relevancia ante el despliegue de la inteligencia artificial.
Yo solo quiero vivir. El cómo no importa” La Isla
En cuanto a los avances espaciales, el cine siempre ha sido mucho más optimista que la propia ciencia. Varios expertos, entre los que destacan Stephen Hawkings, proponen volver a la Luna antes de tres años y llegar a Marte en 2025. Brian de Palma se adelantó cinco años a estas predicciones con ‘Misión a Marte’ (2000). Según el cineasta, 2020 será el año en el que la primera nave tripulada llegará al planeta rojo, aunque eso sí, con catastróficos resultados.
Timo Vuorensola va un paso más allá en ‘Iron Sky’ y, desde un punto de vista humorístico, muestra cómo a finales de la Segunda Guerra Mundial los nazis desarrollaron la tecnología espacial necesaria para poder huir de la Tierra y ocultarse en el lado oculto de la Luna. Y ahora, en 2018 deciden regresar a la Tierra para buscar venganza.
Afortunadamente, poco se parece el presente que vivimos con el mundo que nos presentaban estos cineastas. Por ahora, ni los coches vuelan ni somos esclavos de los androides. Marte sigue sin la huella del ser humano y la única amenaza para la estabilidad de nuestro planeta somos nosotros mismos. El futuro de aquellas películas continúa siendo cine: la predicción no ha dejado de ser mera ficción.