Día Mundial del Medioambiente: Movilidad 'verde', control de plásticos y huertos en azoteas
El Día Mundial del Medioambiente se celebra este año de una forma muy diferente, debido al impacto de la pandemia global. Lejos de las multitudinarias actividades al aire libre de otros años, este 5 de junio invita a reflexionar, de forma más personal, sobre cómo la irrupción del COVID-19 puede suponer un punto de partida hacia un mundo más sostenible, empezando por gestos de consumo responsable.
“Debemos tener en cuenta las señales ambientales y lo que significan para nuestro futuro y bienestar, porque el COVID-19 no representa en absoluto algo prometedor para el medioambiente”. Con esta contundencia alerta Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, acerca de las consecuencias medioambientales de la pandemia. “Los impactos positivos visibles, ya sea la mejora de la calidad del aire o la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, son sólo temporales, porque se derivan de una aguda desaceleración económica y un trágico sufrimiento humano. La pandemia también provocará un aumento en la generación de desechos médicos y peligrosos”. Ante este panorama, Andersen defiende “la necesidad de construir una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta”.
Una economía más sostenible pasa, entre otros aspectos, por un consumo más sostenible. Es fácil pensar que, a nivel individual, poco se puede hacer para resolver los grandes retos a los que se enfrenta el planeta en estos momentos: exceso de residuos de plástico, abuso de sustancias desinfectantes, degradación de ecosistemas… Pero nunca hay que subestimar el poder de los gestos personales, en ámbitos que afecten al consumo y las finanzas de cada ciudadano. Estos son algunos de los más importantes.
Economía circular
Reducir, reciclar y reutilizar. Las tres claves de la economía circular resultan también una guía a seguir en estos tiempos inciertos. “El llamamiento a un modelo económico más resistente, circular y bajo en carbono ha obtenido el apoyo de un número creciente de empresas y gobiernos en los últimos años, y parece hoy más relevante que nunca”, explica, en este artículo, la experta Jocelyn Blériot de Ellen MacArthur Foundation que propone, “identificar oportunidades, mantener un claro sentido de dirección y fomentar una fuerte colaboración público-privada”.
Cada persona puede apoyar la economía circular a través de opciones de consumo que, además de cuidar el medioambiente, supongan un alivio para las finanzas, promoviendo el ahorro. Es el caso de Too Good to Go, el gran movimiento contra el desperdicio de alimentos que ha reunido a más de 25 millones de usuarios en Europa bajo el lema #lacomidanosetira. Las personas que quieran unirse solo tienen que descargar su aplicación en el móvil y acceder, a través de ella, a establecimientos de su zona como supermercados, restaurantes, panaderías, tiendas de comida preparada… que dan salida al exceso de alimentos sobrantes, vendiéndolos a un precio más reducido a través de la ‘app’. La alianza es un ‘win-win’. Por un lado, los usuarios adquieren comida de calidad a precios reducidos, con el consiguiente ahorro. Por otro, ayudan a preservar el medioambiente, reduciendo el desperdicio de alimentos y las emisiones de CO2.
Movilidad sostenible
La movilidad es uno de los grandes desafíos de las ciudades del futuro. ¿Cómo facilitar los desplazamientos de millones de personas sin perjudicar al medioambiente? Algunas corporaciones ya se han puesto en marcha para encontrar una solución con medidas que favorecen el teletrabajo, flexibilización de horarios y planes de transporte para garantizar la seguridad de los empleados en sus desplazamientos.
Este tipo de iniciativas son una vía para mejorar la calidad del aire y de la vida de las personas. En el plano personal, permite conciliar mejor a las familias y en el plano económico, favorece el ahorro en partidas como el transporte, al realizarse la actividad laboral en casa. De esta forma, el excedente que se obtiene puede destinarse a otras partidas de gasto o al fondo de emergencia que permite afrontar los imprevistos financieros que vayan surgiendo.
Consumo local
“La economía local es imprescindible, porque genera empleo en la zona, ofrece alternativas de consumo, distribuye la riqueza entre más actores y contribuye a formar comunidades más fuertes y resilientes, disminuyendo la dependencia del comercio exterior”, asegura la Organización de Consumidores y Usuarios española (OCU). “Según diversos estudios, el dinero que se gasta en el pequeño comercio revierte hasta tres veces más en la comunidad que el gastado en una gran superficie”.
Así lo afirma también el chef Joan Roca, que junto a BBVA lleva muchos años impulsando dando visibilidad a esos pequeños productores. “En casa podemos ayudar consumiendo productos del entorno, productos de proximidad”, afirma el chef catalán. Apoyar a los productos y productores del entorno de las grandes ciudades, puede evitar o al menos reducir el movimiento de mercancías de un lado a otro del planeta. Para el propietario de El Celler de Can Roca, la industria alimentaria, desde su producción a la distribución, consumo y conservación, no debería ser una amenaza a la sostenibilidad, sino una fuente de desarrollo sostenible.
El chef Joan Roca impulsa la sostenibilidad de la industria alimentaria dando visibilidad a los pequeños productores.
La pandemia global ha reforzado las redes de distribución de los productores locales, que han visto en el comercio ‘online’ una forma eficaz de mantenerse a flote. Muchos de ellos, ya venden a través de las redes sociales, de mercados de compra directa o de cooperativas, ofreciendo productos de primera calidad a precios competitivos. Entre las iniciativas que están en marcha, las hay que involucran al ciudadano y lo convierten en una parte activa de la economía local. Es el caso del proyecto holandés Rooftop Revolution, que busca dar utilidad a los 400 kilómetros cuadrados de azoteas de edificios que hay en el país sin explotar, convirtiéndolos en huertos. De esta forma, los techos se convierten en fuente de provisiones naturales para los vecinos y contribuyen a mejorar la salud del medioambiente gracias a la multiplicación de espacios verdes.
En definitiva, poner en marcha un consumo responsable significa llevar a cabo un consumo consciente y guiado por criterios sociales y medioambientales, tanto en los productos que compramos como en los recursos que gastamos. Las personas que quieran saber más sobre los beneficios de este consumo y cómo llevarlo a cabo no deben perderse este podcast que ofrece todas las claves para lograr un consumo responsable.
Optar por la economía circular, elegir el teletrabajo siempre que sea posible, escoger alternativas de consumo ecológicas y de proximidad… son gestos sencillos que revierten en un beneficio a todos los niveles. “Necesitamos ver cómo el manejo prudente de la naturaleza puede ser parte de esta economía diferente que debe surgir, una en la que las finanzas y las acciones impulsen empleos sostenibles, crecimiento verde y una forma distinta de vida”, afirma Inger Andersen, que concluye con un pensamiento sobre el que vale la pena reflexionar en este Día Mundial del Medioambiente. “La salud de las personas y la salud del planeta son la misma cosa y ambas pueden prosperar en igual medida”.