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Día Internacional de la Mujer: cómo acabar con la brecha de género en la inclusión financiera

La inclusión financiera es un factor fundamental para que las mujeres tengan autonomía económica y puedan acceder a más oportunidades a nivel personal, familiar y profesional. El Día Internacional de la Mujer es una oportunidad para recordar que todavía existen brechas de género a la hora de acceder a los productos y servicios financieros y que es necesario establecer políticas para paliarlas.

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En América Latina y el Caribe, según el Banco Mundial, sólo el 49% de las mujeres tiene una cuenta bancaria, el 11% ahorra y el 10% dispone de crédito. ¿A qué se debe esta situación? En el encuentro sobre educación financiera e igualdad de género, que tuvo lugar en la cumbre global EduFin Summit 2018, moderado por Diana Mejía, especialista sénior en Desarrollo Productivo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y miembro del Consejo Asesor del Centro para la Educación y Capacidades Financieras de BBVA, se dieron las claves de esta situación y las soluciones para mejorarla.

Más poder para las mujeres

Beatriz Nofal, miembro del Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI), explicó que las principales barreras para la mujer a la hora de acceder a los productos financieros son: “La falta de conocimiento o de educación financiera, el ahorro, el empleo o ingresos, las garantías, la falta de confianza en las instituciones financieras, el miedo a endeudarse o la autoexclusión”.

Sin embargo, estos obstáculos pueden salvarse a través del empoderamiento femenino. “Las mujeres que son jefas de su hogar o que participan en las decisiones financieras en el ámbito familiar son las que desarrollan mejores actitudes, conductas y capacidades financieras”. Ante esta evidencia, solo hay un camino para promover la inclusión financiera femenina: “Si los programas de educación financiera están acompañados por políticas o programas que promuevan la inclusión laboral de la mujer y la equidad de género, tendrán resultados favorables incrementales en términos de inclusión financiera y del bienestar de las familias”.

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Diana Mejía, especialista sénior en Desarrollo Productivo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), en la mesa redonda sobre educación financiera e igualdad de género que se celebró durante el Edufin Summit de 2018.

En Europa, la brecha de género también es patente, en países como Reino Unido, debido a factores como las estructuras sociales tradicionales, la inestabilidad económica y la desigualdad de género a nivel institucional. Helen Gibbons, de Better Finance y miembro observador del Consejo Asesor del Centro para la Educación y Capacidades Financieras de BBVA daba la fórmula, en el mismo encuentro, para acabar con estos problemas: “Tenemos que aprovechar el cambio social, cuando se evoluciona debemos beneficiarnos de los avances, en vez de esperar a que los gobiernos nos ayuden con legislación”. En esta línea, Gibbons es partidaria de unirse a los movimientos que promueven la igualdad y aprender sobre finanzas “aprovechando las ventajas de la tecnología”. En este camino, no hay que olvidar a las comunidades locales a las que hay que apoyar con iniciativas educativas.

Aumentar la confianza

Sin embargo, poner en práctica estas soluciones no siempre es fácil. El problema es complejo y tiene muchas aristas. Diana Mejía, en un artículo para la CAF firmado junto a Karina Azar y Edgar Lara, explicaba que, tras un experimento realizado en Holanda, se llegó a la conclusión de que: “las mujeres saben menos de temas financieros que los hombres, pero saben más de lo que creen que saber”. Las razones son muchas: falta de seguridad respecto a sus propias capacidades, tendencia a recortar gastos en vez de buscar ingresos extra, menos capacidad de ahorro y más dificultades a la hora de elegir los productos financieros que más le convienen. Ante este panorama, “se requiere de programas que ataquen las diferencias y que se enfoquen en aumentar la autoconfianza de las mujeres”. En América Latina, Mejía aboga por “incorporar el enfoque de género en las estrategias nacionales de educación financiera”. Las entidades financieras juegan un papel fundamental en la consecución de estos objetivos a través de “productos financieros que tomen en cuenta estas características, y que incluso puedan funcionar de vehículo para transmitir algunos de los conocimientos críticos que mejoren las decisiones financieras de las mujeres”. Entre estos productos, los autores proponen: créditos sin aval, préstamos con tasas más bajas, disminución de las comisiones por apertura de una cuenta de ahorro o cursos de formación y emprendimiento.

BBVA está trabajando para impulsar la inclusión financiera en América Latina donde cuenta con más de ocho millones de clientes activos de bajos ingresos, muchos de ellos, mujeres. Además, la Fundación Microfinanzas BBVA, está apoyando el crecimiento personal y económico de más de 1,2 millones de emprendedoras en situación de vulnerabilidad. Su trabajo es fundamental para las comunidades donde viven. “Las mujeres emprenden por y para sus familias, son piedras angulares en el desarrollo y la reducción de la pobreza de un país”, explica Laura Fernández Lord, responsable de Empoderamiento de la Mujer de la fundación. Contribuir a su empoderamiento económico es vital para lograr la Agenda 2030 de Naciones Unidas”.