Del beso a la distancia social impuesta por el coronavirus
Un recorrido por los saludos físicos en la historia nos lleva en muchas ocasiones al recuerdo colectivo del beso final de las películas de Hollywood. Fundido en negro. En la era de los grandes estudios, el beso apasionado de los dos protagonistas antecedía al rótulo ‘The End’. Hoy, la distancia social impuesta por la crisis del coronavirus hace que saludos y besos permanezcan también en cuarentena.
Del beso bíblico de Judas a la época clásica, este gesto adoptó diferentes significados, no solo afectivos, sino también de saludo. Los romanos, por ejemplo, saludaban a los niños con el llamado beso del cántaro, tomando ambas orejas del menor antes de besarles la cara.
Ya en los siglos XV y XVI, los hombres besaban a las mujeres en la corte palaciega por respeto al protocolo, hasta que la Iglesia erradicó ese uso por pecaminoso. Con el paso de los siglos, ese público saludo viró hacia lo privado, salvo cuando se convierte en un acto de respeto.
Con la llegada del Romanticismo, el beso fue un suceso místico, con la resurrección de la Bella Durmiente, de los hermanos Grimm, como cuento infantil que sublima ese concepto. Los siglos XX y XXI sexualizaron el beso, traspasando la frontera de lo privado hacia lo público. La foto hecha por Alfred Eisenstaedt del beso de un marinero a una joven estadounidense en Times Square tras el final de la Segunda Guerra Mundial sigue siendo un icono. En mayo del 68, además, el beso adquirió connotaciones políticas y besarse públicamente se convirtió en un acto rebelde.
El beso, en cada lugar del mundo
Si nos adentramos en la geografía del beso, cada cultura también, tiene sus propias costumbres. En los países mediterráneos, como Italia o España se dan dos besos en la mejilla como saludo (en América Latina, por ejemplo, uno solo según países, y en Polonia o Rusia, hasta tres), excepto por el apretón de manos entre varones.
En algunos países musulmanes, como Marruecos, el beso sí se da entre hombres. Y, de vuelta a los símbolos que nos dejó la fotografía, también tenemos el triple ósculo, mejilla izquierda, derecha y en la boca que Leónidas Breznev, líder de la antigua URSS regalaba en sus actos oficiales.
Los países orientales, Japón entre ellos, eliminan de su protocolo todo contacto físico, y el ritual del saludo es una reverencia (toda una garantía sanitaria en tiempos de distanciamiento social). En cambio, la comunidad esquimal no usa sus labios para besar, y tienen una palabra -niviuk- para definir el deseo de besar a alguien.
Sin embargo, el beso, el apretón de manos o el abrazo son estos días gestos de encuentros y afectos que están en cuarentena debido a la crisis del coronavirus. Quizás el acto sustituto de estas tres convenciones sociales sea ahora chocar los codos, como prevención de contagios, en un saludo de estricto alejamiento social, casi asumido ya por protocolo y por la propia salud pública.