De lo tangible a lo intangible: el valor de la inclusión financiera
Mucho se habla del impacto de la inclusión financiera en el desarrollo sostenible de las personas: el acceso a servicios financieros es la puerta de entrada a un mayor bienestar, y una condición indispensable para garantizar la igualdad de oportunidades e impulsar el crecimiento. Entidades como las de la Fundación Microfinanzas BBVA facilitan esa inclusión que, más allá de su valor tangible, empodera a las personas para mejorar poco a poco la gestión de su dinero y acceder, con el tiempo, a productos y servicios de la banca tradicional.
“Los que entran por primera vez en el sistema financiero empiezan a construir una historia que el mercado tiene capacidad para valorar”, afirma el director de Estudios y Análisis de la FMBBVA, Giovanni di Plácido. Esa historia se traduce en unos atributos intangibles que el cliente adquiere, y ese es el valor de la inclusión financiera, que trasciende su capacidad para acumular activos, aumentar las ventas de un negocio o mejorar los beneficios.
Este valor se mide por la diferencia entre los costes que asume un cliente cuando accede a fuentes de financiación informales y cuando lo hace en el sistema formal. “En ese momento, el cliente consigue financiarse a menores costes y tener acceso a un mayor capital de forma segura”, cuenta Di Plácido. Para entender mejor este concepto, desarrollado por la Fundación, el responsable del estudio recurre a un símil: “Al entrar en la universidad, un estudiante va adquiriendo habilidades que el mercado laboral es capaz de medir y valorar económicamente. Si esa persona es autodidacta, no hay forma de comprobar esas cualidades. Con el sistema financiero, se sigue la misma lógica: a medida que una persona va interactuando con las entidades (con un crédito, una cuenta de ahorros o un seguro) construye un historial que el sistema financiero valora y traduce en una oferta más amplia con mejores condiciones”.
“Cuando el cliente entra en el sistema financiero, consigue financiarse a menores costes y tener acceso a un mayor capital de forma segura”
La construcción de atributos intangibles
Cuando un emprendedor se acerca por primera vez a una entidad de la FMBBVA, en cualquiera de los cinco países de Latinoamérica en los que está presente, la información que se utiliza para darle un crédito es muy cualitativa. La metodología de la Fundación parte del conocimiento personal del cliente, de sus activos, y del recorrido de sus pequeños negocios que ya están en marcha, y que el asesor visita para poder decidir qué potencial de crecimiento tienen. Las entidades confían en el talento y capacidad de emprendimiento de estas personas, y asumen la falta de información que existe sobre ellas al no tener ningún historial de crédito.
En ese primer contacto, cuando se produce la inclusión financiera, los atributos intangibles que crea el cliente son mayores, y con cada interacción, a medida que el sistema recopila más información sobre él, el número de atributos que genera va disminuyendo hasta llegar a cero (es decir, ya ha desarrollado todas las habilidades necesarias para acceder a la banca tradicional). Ese momento suele llegar hacia el décimo ciclo, que es cuando esta persona alcanza el segmento más maduro del sistema financiero, en el que están los que ya llevan tiempo manejando varios productos y servicios bancarios, y que por lo tanto no generan nuevos atributos intangibles.
La inclusión financiera es fundamental para romper con los círculos de pobreza y reducir la desigualdad. Unos logros que solo pueden conseguirse con el uso prolongado y variado de productos y servicios financieros, registrado en ese “currículum” que una persona construye a lo largo del tiempo. En palabras del responsable de Estudios y Análisis de la FMBBVA, “el valor de lo que hacemos desde la Fundación Microfinanzas BBVA está en la construcción de esa historia que hace que cada vez más personas en América Latina puedan acceder a las mismas oportunidades que el resto y progresar lejos de la pobreza”.