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Transporte Act. 17 ago 2017

Los datos serán la pieza clave de tu próximo coche

La industria del motor se prepara para entrar en una nueva era en la que la conectividad de los vehículos será tan importante como los motores. Silicon Valley cada vez tiene más que decir en el futuro del sector.

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Hasta ahora, el negocio de la industria del motor se resumía de una forma muy simple: se trata de que la gente compre la mayor cantidad posible de coches. Pero, ¿qué ocurre si la mitad de los que ahora poseen un coche ya no tiene un vehículo en propiedad en 2025?

Eso es lo que vaticina el 59% de los 953 ejecutivos de la industria del motor (un 23% de ellos presidentes o consejeros delegados) consultados en un reciente estudio sobre el futuro del sector elaborado por la consultora KPMG, que también ha tenido en cuenta la opinión de más de 2.400 consumidores de todo el planeta.

 

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De este estudio se extrae una conclusión clara: como todos los negocios -desde la música hasta la banca, pasando por la televisión o los hoteles-, el automovilístico se encuentra al borde de una disrupción total. Diga adiós a los motores de combustión, al diesel, a todos esos anuncios que tratan de conquistarte apelando a la velocidad y la conducción deportiva, al coche en propiedad, mimado como una de las joyas de la familia.

Todo eso será mucho menos usual, sustituido por los coches que se conducen solos, máquinas hiperconectadas e inteligentes que alquilaremos por días, horas o minutos y que nos permitirán estar en el coche a ‘otra cosa’. En esas ‘otras cosas’, es decir, los servicios y las aplicaciones digitales, estará el negocio.

Uno de los cambios radicales que ya empieza a mostrarse es el auge del MaaS. Significa Mobility as a Service (movilidad como servicio), y engloba esa tendencia a utilizar un coche que no es nuestro cuando lo necesitamos, en vez de comprar uno que nos va a suponer unos gastos fijos con independencia del uso que le demos. Puede que en unas décadas tener un coche en el garaje nos parezca una excentricidad nostálgica, como sería hoy en día un coche de caballos. Y ese cambio, que ya se empieza a intuir gracias a servicios como Car2Go -de Daimler, presente en 25 ciudades de ocho países-, solo será uno más en la nueva era del automóvil.

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Pero si todavía es llamativo desplazarse habitualmente en coches que no son tuyos, lo que sí resulta de ciencia ficción es pensar que nadie estará al volante de esos vehículos.

La llegada de los coches autónomos, sin conductor, será todo un cambio en el modelo de negocio de la industria. Todas las grandes del sector ya están realizando pruebas con vehículos autónomos, pero entre las compañías que llevan la delantera están dos outsiders de la industria: Google y Tesla, la compañía fundada en Silicon Valley por el visionario Elon Musk.

“El coche autónomo”, dice el informe de KPMG, “cambiará radicalmente los motivos por los que alguien se compra un vehículo”. Ya no influirá por ejemplo la deportividad de la conducción, sino lo que podamos hacer dentro de él cuando nos desplazamos. ¿Es cómodo? ¿Tiene las mejores conexiones digitales? ¿Me permite trabajar a gusto?

En ese nuevo modelo de negocio los datos serán, también en el motor, el nuevo petróleo. La mayoría de los CEO encuestados por KPMG están de acuerdo con esta afirmación: el ecosistema digital de los coches será la principal fuente de ingresos de la industria automovilística. Igual que las salas de cine logran sus mejores márgenes con las palomitas y no con las películas, los fabricantes tendrán que estar muy pendientes de los servicios digitales que sean capaces de ofrecer en sus coches. El 76% de los ejecutivos consultados cree que un vehículo conectado generará mucho más negocio en un ciclo de vida de diez años que diez vehículos no conectados.

¿Quién ganará en el nuevo mundo: los gigantes industriales o los tecnológicos?

La industria automovilística se enfrenta pues a una disyuntiva. Llegan nuevos competidores que manejan mucho mejor las nuevas claves de su negocio -la conectividad, los datos, lo digital- y los fabricantes tradicionales deben decidir si siguen apostando por sus estrategias clásicas o tratan de crecer mediante la creación de ecosistemas con esas nuevas empresas que van llegando a su negocio. El cruce de caminos también tiene otro punto de vista: ¿las empresas llegadas al motor desde Silicon Valley serán solo adversarios o también aliados?

Sam Fogleman, uno de los analistas de KPMG, cree que los fabricantes tradicionales deben elegir entre ser simples constructores de vehículos o “proveedores de servicios centrados en el consumidor”. Cada fabricante decidirá en función de sus fortalezas y debilidades: igual que, según los consultados, BMW y Toyota están especialmente preparadas para el futuro, los fabricantes más modestos, que tienen más difícil adaptarse, podrían optar por reconvertirse en proveedores técnicos e industriales de primer nivel para los nuevos protagonistas del sector.

Francisco Roger, socio responsable de automoción de KPMG España, comenta que “fabricar automóviles es un negocio muy complicado”, por lo que cree que la situación más probable es que los constructores tradicionales mantengan su posición de prevalencia, para lo que tienen que avanzar “en softwarehardware, conectividad, sensores…”.

“Vamos hacia un escenario de cointegración de sectores, donde fabricantes clásicos y nuevas empresas crearán empresas mixtas y joint ventures. Puede que alguna compañía de Silicon Valley como Apple fabrique su propio vehículo, pero en términos de volumen será marginal”, asegura Roger.

El 82% de los ejecutivos consultados en el estudio está convencido de que en los próximos cuatro años una empresa de Silicon Valley lanzará al mercado un coche. Solo será un cambio más en la industria, y puede que hasta anecdótico. La revolución estará en el uso del coche como un medio de transporte que no requiere nuestra atención constante, no en el coche en sí. ¿Qué empresas sacarán mejor partido del nuevo escenario?