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Alpinismo Act. 31 oct 2018

Cuando el Everest real supera a la ficción

La película Everest, del director islandés Baltasar Kormákur, es una de las últimas producciones cinematográficas que intentan trasladar al espectador al marco incomparable del Himalaya. Y vaya si lo consigue. La perfección de los efectos especiales se aprecia desde el primer plano del film, con una espectacular escena que arranca a los pies del Lhotse y termina en la cumbre del Everest. La cuidada ambientación lleva a dudar en muchas ocasiones si se tratan de recreaciones en 3D o de planos reales. Un duro trabajo para el equipo técnico que ha buscado inspiración en Nepal y en muchos montañeros y alpinistas.

La historia de Everest recrea un suceso real ocurrido en 1996. Una tormenta se desató en la cima de este ochomil cuando una expedición se encontraba todavía en lo que los alpinistas denominan la zona de la muerte, cuando el montañero se encuentra entorno a los 7.500 m donde un periodo de exposición prolongado hace inviable la supervivencia.

Afortunadamente Carlos Soria se ha visto pocas veces en una situación similar. Su prudencia y sus años de experiencia le han llevado a entender los mensajes que transmite la montaña. Y aunque la realidad en muchos casos supera a la ficción, la historia de Carlos con el Everest es mucho menos trágica que la de la película. Con uno de los amaneceres más bellos que ha visto en su vida, Carlos recuerda aquella mañana como una fecha importante en su carrera.

Ese año tuvo suerte aunque en otras ocasiones Carlos se ha visto amenazado por avalanchas y situaciones límite como las que se ven en la película. Pero como no solo de tragedias vive el alpinismo, también podemos ver a Carlos reflejado en muchos de los planos de los protagonistas en Katmandú o en el Campo Base.

Realidad o ficción el Everest hay que vivirlo. Y si no podemos desplazarnos hasta Nepal para ello, esta película es una buena oportunidad para acercarnos a su belleza y dejarnos atrapar por su leyenda.