Cuando clasificar al Mundial llena de optimismo a un país

Todavía no se había jugado el primer balón en el estadio Nacional de Lima entre las selecciones de Colombia y Perú, cuando ya un gol de Ecuador, a pocos kilómetros de allí, en el estadio de Quito, en donde este equipo enfrentaba a la poderosa Argentina, le abría las posibilidades de clasificación al cuadro colombiano que llegaba a la última fecha de las Eliminatorias al Mundial de Rusia 2018 con la necesidad de ganar para pasar directo o con la conjunción de resultados, en caso de haber empatado o perdido.

Y es que realmente este era el panorama que se vislumbraba en Suramérica en general, zona que ofrecía cuatro cupos directos al Mundial y uno para disputar repechaje con Nueva Zelanda. Ya con Brasil clasificada de manera amplia y suficiente los otros tres cupos directos estaban en manos de Argentina, que debía ganar a Ecuador como visitante; Paraguay que debía hacer lo propio a Venezuela como local en Asunción y Chile, que debía estar acompañado de un milagro y derrotar a Brasil como visitante. Y claro, Colombia que debía hacer su trabajo en Lima.

Por eso a las 6:30 de la tarde, del martes 10 de octubre, y cuando el pitazo inicial dio rienda suelta a la última fecha de la eliminatoria, el panorama de pesimismo que embargaba a gran parte de los colombianos comenzó a esfumarse como por arte de magia.

El fútbol: la esperanza de un país

Para Sonia Camacho, una antropóloga experta en Desarrollo Social, “El fútbol para una cultura puede entenderse como una manifestación, una expresión cultural para un país que representa los anhelos colectivos y lo que los triunfos o el alcance de una meta significa. Es la manera como las sociedades modernas alcanzan esos sueños y sobre todo, cómo lo visibilizan”, afirma.

“El hecho de que un país tenga la certeza que su equipo de fútbol estará en un Mundial cambia el paradigma de futuro que la sociedad construye día a día y que le permite fijar metas colectivas de largo plazo, y esta es quizá la que mejor funciona”, dice Camacho.

En el caso de Colombia, es claro. Con un panorama político complejo adportas del inicio de la campaña electoral; los traspiés que ha afrontado la implementación del acuerdo de paz con las Farc, sumado a una economía que crece a paso lento, la ilusión de ir por sexta vez a una cita mundialista se constituye en un bálsamo para el devenir de los colombianos.

Y como si fuese el reflejo de un país que ha sabido levantarse en medio de la adversidad, la Selección Colombia se aferró a las esperanzas que estaban intactas y a la clasificación también. Y eso fue lo que hicieron en Lima, superar el infortunio y sacar adelante un resultado que al final sirvió para detonar la alegría y el optimismo de los colombianos.

¿Qué significa para un país como Colombia ir al Mundial de Fútbol?

Para Mauricio Hernández, economista senior de BBVA Research, “El mundial de fútbol tiene al menos tres aspectos positivos: puede impulsar el optimismo de algunos sectores económicos, aumenta la compra de bienes de consumo durable y semi-durable como televisores, camisetas y tenis, e incentiva el gasto en diversión y esparcimiento en bares y restaurantes”.

El economista agrega que "la estabilidad esperada del dólar puede ayudar a que los colombianos tomen decisiones de viajar a Rusia, siendo esta una oportunidad para las agencias de turismo nacionales que ofrezcan el plan completo. Ayuda a esto el hecho de que la moneda colombiana se apreció frente al rublo ruso desde 2013, lo cual difiere de su comportamiento devaluacionista que tuvo frente a monedas más duras como el euro o el dólar”.

Por eso, para Eduardo, propietario de un bar en la Zona Rosa de Bogotá y que desde muy temprano lo tenía decorado con banderas, globos tricolores, pantallas de televisión y el sonido a todo volumen, no duda en hablar de los buenos resultados que deja la expectativa de la participación en esta cita mundialista.

“Saber que Colombia va al Mundial me permite pensar de manera sostenible en hacer inversiones en temas de pantallas digitales, redecoración de mi sitio, cambios de mobiliario, entre otras ya que estoy seguro que durante el campeonato lograré recuperar la inversión”, dice con seguridad este hombre dedicado a los negocios de entretenimiento.

Eduardo, al igual que los cientos de propietarios de bares, tiendas deportivas, agencias de viajes, almacenes de electrodomésticos, distribuidores de tecnología y gran parte de toda la cadena productiva nacional están de fiesta, una fiesta que irá para largo y con la fe y la esperanza puesta en la pitazo inicial de Rusia 2018.