Cómo se gestó la crisis financiera mundial
La gestación de la actual crisis financiera no es algo reciente, se ha fraguado durante años y ha tenido varias fases. Aunque al principio fue un proceso lento, conforme la crisis alcanzó su madurez el proceso se aceleró.
Aunque dicha crisis tiene su origen en Estados Unidos, la interconexión de los mercados financieros mundiales y la globalización han hecho que se acabe extendiendo a todo el mundo.
Las décadas tranquilas
Tras la el Crack Búrsátil de 1929 y la Gran Depresión se fraguaron una serie de disposiciones encaminadas a prevenir futuras crisis. como resultado de estas disposiciones, Estados Unidos tuvo un período de cuarenta años sin crisis financieras.
Con este propósito se creó la Ley Glass-Steagal que prohibía a los bancos de depósitos el participar en las actividades de los bancos de inversión, separando de este modo sus actividades.
En aquella época, por tanto coexistieron ambos tipos de entidades, cada una con su propia finalidad.
- Bancos de depósitos: entidades en las que la gente ingresaba su dinero y a las que pedía sus créditos, hipotecas, etc..
- Bancos de inversión: entidades que se dedicaban a la compraventa de acciones y bonos con el dinero de sus socios integrantes.
El principio de la crisis
En 1981 el presidente Ronald Reagan nombró a Donald Reagan Secretario del Tesoro y, con ello, se inició una tendencia a la desregulación de los mercados financieros.
En 1982, la administración Reagan eliminó la regulación que impedía a los bancos de depósitos realizar inversiones de riesgo con el dinero de sus clientes.
A finales de la década, muchas de estas entidades habían quebrado.
La concentración de entidades
A finales de la década de los 90, el sector financiero estaba muy concentrado en grandes compañías. Tan grandes, que la caída de alguna de ellas podría dañar seriamente el sistema financiero.
En 1998, el grupo asegurador Travelers y Citicorp se fusionaron, creando la mayor compañía financiera del mundo. Esto iba contra la Glass-Steagall Act, pero la Reserva Federal les otorgó una moratoria de un año. Cuando el plazo se cumplió, se había aprobado la Gramm-Leach-Bliley Act que derogaba la ley anterior y abría la puerta para futuras fusiones de este tipo.
El desencadenante
En diciembre del 2000, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Ley de Modernización de Futuros, ley que prohibía la regulación de derivados financieros.
Hasta ese momento, los prestamistas miraban con lupa a quién prestaban el dinero, sobre todo en temas hipotecarios ya que eran préstamos a largo plazo y habían de asegurarse de que les iban a poder pagar.
Con la cadena de bursatilización todo cambió. Si alguien se quería comprar una casa, pedía el dinero al banco. Éste, a su vez, vendía la hipoteca a un banco de inversión que la unía a otro tipo de préstamos (tarjetas de crédito, préstamos al consumo, etc...) y creaba unos bonos llamados CDO (Colateral Debt Obligation u Obligaciones de Deuda Colateral) y los vendía a inversores por todo el mundo.
Estos CDO eran calificados por las agencias de rating que cuantas más calificaciones Triple A concedían, más dinero ganaban.
Por primera vez, si alguien no pagaba su hipoteca el banco que la había concedido no perdía dinero pues ésta ya había sido vendida a otra entidad y, después, paquetizada y vendida de nuevo.
El crack
Dado que a los bancos no les preocupaba que les pagaran, se concedieron hipotecas de alto riesgo a gente que, probablemente, no iba a poder pagarlas. Éstas se conocieron como: hipotecas subprime.
En cuanto un número suficiente de prestatarios no pudieron afrontar sus pagos, como era previsible, grandes entidades financieras de inversión quebraron (Lehman Brothers, Bear Stears y Merryl Lynch).
A partir de ahí, se desató el caos en los mercados financieros del mundo y, con él, la crisis financiera que ahora vivimos. A resulta de ello, estas grandes entidades necesitaron ayuda gubernamental, esto obligó a emitir una gran cantidad de deuda pública y, para pagarla, a elevar los impuestos a los ciudadanos.