Cómo sacarle partido al envejecimiento de la población mundial
El número de personas con más de 60 años de edad va a superar el número de niños con menos de quince años de edad, en todo el mundo, por primera vez en la historia, para el año 2045, según un informe de las Naciones Unidas. Y para 2050, uno de cada tres habitantes en los países desarrollados tendrá 60 años o más, frente a una relación de uno de cada cinco en la actualidad.
En cifras absolutas, el número de personas de más de 60 años se duplicará desde los 841 millones de 2013 a los 2.000 millones para 2050. La expectativa de vida ha subido en 20 años desde 1980 y se estima que para finales de este siglo habrá ocho millones de centenarios. Todo este proceso es consecuencia de la caída de la natalidad y de la mortalidad, no ya en los países desarrollados, sino en todo el mundo, y sus efectos permiten vislumbrar una oportunidad de inversión muy clara en el largo plazo, tanto en el sector financiero, como en el sector farmacéutico.
Las primeras consecuencias del envejecimiento de la población mundial derivan en un aumento muy claro de los gastos públicos y privados en salud, puesto que el cuerpo humano se deteriora con el paso del tiempo y la necesidad de aparatos de ayuda a la vista o el oído, o las prótesis irá en aumento. Las enfermedades que ahora son mortales tendrán cura y las que ahora son degenerativas evolucionarán más despacio, pero se harán crónicas y aumentará la demanda de servicios asistenciales y médicos.
Desde un punto de vista económico, el envejecimiento de la población es un problema para los países porque aumenta la presión sobre los sistemas públicos de pensiones y de salud. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI) el aumento de un año en la expectativa de vida de una persona implica entre un siete y un nueve por ciento en cargas adicionales. Hasta el punto de que muchas naciones podrían tener que hacer frente a costes adicionales de hasta un 50% en su PIB para el año 2050.
Además, la reducción de la población en edad de trabajar implica que la mano de obra total se contrae, con lo que suben los déficits presupuestarios de los estados (menos aportaciones de los trabajadores) y los niveles de deuda nacional (mayores gastos en sanidad y pensiones). Sin embargo, también es cierto que la capacidad de gasto de los consumidores mayores de 60 años ha ido en aumento y se estima que alcance los 15 billones de dólares para el año 2020, según datos de Euromonitor.
Por último, las empresas de servicios financieros deberían beneficiarse de la capacidad de ahorro de esta población senior, de la gestión de ese capital acumulado tras el fin de su vida laboral y de las necesidades de ahorro que tendrán durante esa vida laboral previa para lograr un nivel de vida aceptable tras la jubilación.
Por lo tanto, la indudable tendencia hacia un envejecimiento de la población mundial puede ofrecer opciones de inversión a largo plazo muy claras a través de las compañías farmacéuticas, aseguradoras de salud, gestoras de patrimonios, residencias para la tercera edad, cadenas de farmacias, fabricantes de prótesis, ópticas, fabricantes de audífonos y funerarias, sin olvidarse de las firmas que se beneficiarán de las necesidades de ocio y tiempo libre de este creciente grupo social, tales como hoteles o cruceros, o de las tecnológicas que creen dispositivos para el control de su salud o, simplemente, para hacerles la vida más fácil.