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Análisis económico Act. 08 jul 2019

¿Cómo impactará la guerra comercial en América Latina?

La guerra comercial entre Estados Unidos y China dibuja un escenario retador para América Latina, que puede verse afectada por el impacto negativo que tendría la subida de los aranceles sobre el crecimiento mundial y por el aumento de la volatilidad en los mercados financieros. No obstante, para Juan Ruiz, economista jefe de BBVA Research para América Latina, el escenario central sigue siendo el de algún tipo de acuerdo comercial entre las dos potencias que no lleve a una escalada de trabas al comercio internacional.

Juan Ruiz participó el pasado 4 de julio en el encuentro Nueva era en las relaciones comerciales: España y sus intereses en Latinoamérica, organizada por Iberoamérica Empresarial y el diario Expansión. Durante su intervención, recordó que ahora mismo hay una tregua entre EE. UU. y China, que se acordó en la reunión del G20 en Osaka (Japón). No obstante –dijo– el punto de partida es peor que el que se produjo después de la reunión del G20 en Argentina, porque la subida de aranceles producida hasta ahora no se ha revertido. “Para nosotros el escenario central de la negociación entre Estados Unidos y China sigue siendo el de algún tipo de acuerdo, pero es un escenario con mucha incertidumbre y la probabilidad de que descarrile sigue siendo muy significativa”, señaló.

A su juicio, buena parte del daño ya está hecha, porque el proceso de negociación comercial y tecnológica está generando muchísima incertidumbre, lo que frena las decisiones de inversión de largo plazo.

“Las perspectivas en este sentido son preocupantes para América Latina, porque la región depende mucho del comercio precisamente con estos dos socios. Más de la mitad del comercio internacional de América Latina se hace con EE. UU. y China”, explicó.

Según Juan Ruiz, calcular el efecto que puede tener la guerra comercial en las economías latinoamericanas es muy difícil porque hay diversos tipos de canales a través de los cuales puede llegar el impacto. Los primeros son los canales comerciales directos, es decir, el impacto de la guerra comercial sobre el comercio internacional. Los segundos son los canales comerciales indirectos, a través de los cuales la guerra comercial puede afectar, no solo a las partes involucradas, sino también a terceros actores. “En un mundo con una gran prevalencia de cadenas de valor, la guerra comercial afecta también a quienes están integrados en las cadenas de producción en China y en EE. UU., en este último caso con un impacto directo en México”, apuntó.

El tercer tipo de canales son todos aquellos no comerciales, pero que también impactan sobre la actividad económica, como la confianza de las familias y las empresas, o el efecto de la incertidumbre sobre los mercados financieros. La incertidumbre genera aumentos de volatilidad del precio de los activos financieros y disminuye el apetito de riesgo, lo que reduce el precio de los activos considerados más arriesgados, como los de los países emergentes.

Según los cálculos de BBVA Research, la situación actual, con aranceles aprobados por EE. UU. a un 25% de las importaciones de China, y las represalias ya implantadas por parte del gigante asiático, podría estar lastrando el crecimiento de EE. UU. en alrededor de dos décimas, y reduciendo en hasta siete décimas el de China. En conjunto, la economía global crecería dos décimas menos.

Después de años de alto crecimiento impulsado por las materias primas, la región ha estado creciendo de forma moderada

“Más o menos un 60% de esos efectos negativos proceden de los canales comerciales, directos o indirectos, y un 40% del impacto de una mayor volatilidad en los mercados financieros, la disminución del apetito por el riesgo y el impacto negativo sobre el precio de los activos en las economías emergentes”, afirmó.

Para Ruiz, estas cifras en principio podrían ser manejables en términos de crecimiento para EE. UU. y para China, si se contrarrestan con algún tipo de estímulo. En el caso de EE. UU., una rebaja de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal puede contrarrestar esas dos décimas de caída de crecimiento. China tiene más espacio para políticas fiscales y monetarias y podría llegar a compensar esas siete décimas. En América Latina, el impacto podría ser casi nulo si se cuenta con esos estímulos fiscales o monetarios en EE. UU. y China.

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El impacto de la guerra comercial entre EE. UU. y China puede ser nulo si ambos países adoptan políticas de estímulo fiscal y monetario.

Mayor vulnerabilidad de la región

“En todo caso estamos hablando de un mundo que para América Latina significa mayor vulnerabilidad y mayor volatilidad y, por tanto, mayores riesgos de caer en un escenario en el cual sí tengamos impactos mayores”, afirmó.

En un escenario de escalada de las restricciones arancelarias entre EE. UU, y China, los impactos serían significativamente mayores. Si las negociaciones descarrilan y se implanta un 25% de aranceles sobre todas las importaciones chinas, y a su vez China responde con un 25% de aranceles sobre todas las importaciones de EE. UU.,  los impactos llegarían a ser superiores al 1% menos de crecimiento en el caso de China, y casi un 0,5% menos para EE. UU. La economía global puede crecer en torno a un 0,6% menos.

Según el economista de BBVA, son magnitudes que son difíciles de contrarrestar con estímulos fiscales o monetarios. El impacto en América Latina estaría  entre 0,5 y 1 punto porcentual de menor crecimiento, dependiendo de los países, “y además con efectos no lineales, porque los canales financieros son tan inciertos que pueden multiplicar el efecto de los canales comerciales”.

Y todo ello en un contexto que ya es retador para América Latina. Después de años de alto crecimiento impulsado por las materias primas, la región ha estado creciendo de forma moderada en los últimos años. Este año 2019 el crecimiento probablemente no sea muy diferente del 1,5% observado en 2018, con tasas de crecimiento potencial en torno al 2,5%. “América Latina ha dejado de reducir su brecha de renta per cápita con las economías desarrolladas como sí hizo entre 2000 y 2014”, explicó Juan Ruiz. “En un escenario en el que la región no ha retomado aún esa convergencia, a través del mayor crecimiento de la productividad, una guerra comercial solo dificultaría más el proceso.”