Cómo aprender de la pandemia del COVID-19 para impulsar la regulación digital
En la crisis del coronavirus las capacidades digitales han sido esenciales para mantener al sistema financiero en funcionamiento y dar respuesta a los clientes en una situación desafiante, al tiempo que se minimizaba el contacto físico. Esto supone un espaldarazo para la digitalización del sector, y debería servir también para mejorar su regulación. Así se ha concluído en el encuentro virtual ‘Digital Finance Outreach’ organizado por la Comisión Europea en colaboración con el Tesoro español, y centrado en la próxima estrategia europea para las finanzas digitales.
La adopción acelerada de canales digitales, pagos electrónicos o el trabajo remoto forman parte de tendencias preexistentes y en buena medida están aquí para quedarse. Por lo tanto, la economía posterior a COVID-19 será más digital que nunca, y Europa necesitará las políticas públicas adecuadas para catalizar la innovación y ayudar a la economía a recuperarse.
Sobre estos temas y otros, como el Mercado único Digital Europeo y las regulaciones de datos o cripto-activos, han debatido expertos españoles en una jornada organizada por la Comisión Europea. La jornada fue clausurada por el Secretario General del Tesoro español, Carlos San Basilio, quien ha destacado la necesidad de encontrar el equilibrio entre los beneficios y los riesgos de la digitalización para el sector financiero y la economía en su conjunto. San Basilio también ha subrayado la importancia de continuar avanzando hacia un verdadero Mercado Único Digital en la Unión Europea.
En opinión de Pablo Urbiola, responsable de Regulación Digital de BBVA, “la experiencia de los últimos meses nos deja muchas enseñanzas útiles para dibujar el camino futuro de la Estrategia europea de Finanzas Digitales”. En primer lugar, ha puesto de manifiesto el papel esencial de los bancos para aliviar el estrés financiero y proporcionar financiación en circunstancias tan extraordinarias. Además, ha dejado patente el enorme valor de los datos, independientemente de la actividad o el sector donde se generan, y cómo las nuevas tecnologías nos permiten usarlos de manera centrada en el usuario y coherente con los valores europeos. Asimismo, la modificación de los límites a los pagos sin contacto en esta crisis ha demostrado la importancia de marcos regulatorios flexibles y basados en principios que permitan el cambio y la innovación; mientras que la eficiencia y flexibilidad de la computación en la nube ha respaldado la creciente dependencia de los procesos digitales.
Asimismo, ha resaltado que, “a medida que nuestra vida y actividad económica se mueven hacia el mundo digital a un ritmo acelerado, todos debemos actuar para evitar el riesgo de dejar atrás segmentos vulnerables de la sociedad que carecen de acceso a recursos y/o habilidades digitales”. En este sentido, es necesario tener en cuenta que la inclusión digital está detrás de todo tipo de inclusión: educativa, social, económica y financiera.
¿El impulso definitivo al Mercado Único Digital en la UE?
Las tecnologías digitales facilitan la prestación remota de servicios financieros y, por lo tanto, son una herramienta poderosa para mejorar el mercado único en la UE. Para que este entorno siga siendo abierto y competitivo, BBVA considera que se deberían formular políticas en tres frentes: i) datos: extender los principios detrás de PSD2 y la banca abierta a todos los sectores de la economía; ii) garantizar el acceso, en condiciones justas, a las plataformas digitales y la infraestructura técnica necesarias para la prestación de servicios financieros; iii) buscar una mayor proporcionalidad en la aplicación de la regulación y supervisión prudencial, de modo que los bancos puedan competir en igualdad de condiciones en aquellas actividades no relacionadas con la intermediación financiera con empresas que sólo están sujetas a regulaciones específicas.
Una mayor armonización regulatoria debe acompañar también la naturaleza sin fronteras de la tecnología. Aunque se han ido dando pasos en la buena dirección, ha señalado Pablo Urbiola, aún existe fragmentación, como resultado de las divergencias en las transposiciones nacionales de directivas, así como en las prácticas de supervisión.
Las tecnologías digitales también reducen las barreras de entrada para nuevos competidores, generalmente centrados en aspectos concretos de la cadena de valor de los servicios financieros. Esto ha aumentado la innovación y ha impulsado a los bancos a adoptar más activamente el cambio, ha explicado Urbiola. Los reguladores han respondido a estos cambios en el mercado con nuevos marcos basados en actividades específicas (por ejemplo, para el ‘crowdfunding’) que proporcionan certidumbre regulatoria y facilitan la innovación.
Sin embargo, ahora vemos cómo también están entrando en el espacio de servicios financieros las grandes empresas de tecnología, que integran estos servicios dentro de sus ecosistemas digitales. Estas compañías se benefician de ventajas competitivas clave como el acceso a grandes cantidades de datos de diferentes productos y servicios, que les permiten mejorar y desarrollar aún más sus servicios.
“Esto significa que tienen el potencial de alterar significativamente la estructura del mercado de servicios financieros”, analiza Urbiola. Algo sobre lo que han lanzado advertencias organismos internacionales como el Consejo de Estabilidad Financiera.