Colombia: hacia un crecimiento más balanceado y sostenible
Colombia ha capoteado bien la caída de los precios del petróleo y 2016 será un año donde el ajuste a esta nueva realidad continuará. Sin embargo, en BBVA Research consideramos que este año será el último del ajustes de la economía colombiana.
Colombia ha capoteado bien la caída de los precios del petróleo y 2016 será un año donde el ajuste a esta nueva realidad continuará. Es imprescindible que el gasto de la economía se desacelere en concordancia con los menores ingresos que trae los bajos precios del crudo. Ya en 2015 vimos un ajuste importante de la demanda interna, con una desaceleración de la inversión desde un crecimiento de 9,8% en 2014 a uno de 2,8% en 2015. En 2016, el consumo privado será la variable que ayudará a que el ajuste de la demanda continúe, pasando de crecer 3,9% a 2,6% entre 2015 y 2016 respectivamente.
Este será el último año de desaceleración económica. Con el inicio de las obras de infraestructura 4G en el segundo semestre del año, la inversión pública se acelerará en los próximos años. Además, en este año se están sentando los cimientos de una recuperación industrial, impulsada por un proceso de sustitución de importaciones que deberá seguir en el mediano plazo gracias a los niveles altos del tipo de cambio.
Sobre estos pilares, inversión y recuperación industrial, la economía se acelerará hasta crecer por encima del 4% a finales de esta década. Será un crecimiento menor que el de los últimos años, pero será más balanceado y sostenible pues dependerá menos del precio de las materias primas.
La tasa de cambio será clave en este proceso. Además de amortiguar en moneda local los menores precios del petróleo, ha servido para contener las importaciones, ayudando al cierre gradual de la cuenta corriente y apalancando la recuperación industrial. Este año se tendrá un déficit en la cuenta corriente del 6,3% del PIB, inferior al 6,5% de 2015, y en 2017 creemos que se ubicará por debajo del 6,0%.
Descenderán los precios y la tasa de cambio
La fuerte sequía que trajo el fenómeno de El Niño y los niveles históricamente altos del tipo de cambio de comienzos de año llevaron a que la inflación continuara al alza. Estos dos factores seguirán impactando la inflación en los próximos meses, y solo desde el segundo semestre, cuando se corrija el precio de los alimentos y se marchite el traspaso del tipo de cambio a los precios, veremos un descenso en los precios. Esperamos que la inflación termine el 2016 y 2017 en 6,2% y 4,1% respectivamente.
Con la recuperación de los precios del petróleo el tipo de cambio descenderá paulatinamente en el mediano plazo hacia 2.800 pesos por dólar, nivel que además de ser competitivo para la economía lo consideramos como el nuevo equilibrio hacia donde debe converger la tasa de cambio. En el corto plazo, a pesar de la volatilidad, su nivel estará influenciado por los aumentos en la tasa de interés de la FED, impidiendo que el tipo de cambio tome desde ya una senda decreciente.
El ciclo de aumentos en la tasa de política monetaria terminará pronto. La normalización de la oferta agrícola y la desaceleración del consumo (incluyendo el crédito) son factores que determinarán una desaceleración de la inflación así como de sus expectativas a finales de año. En el contexto actual, las variables más importantes para las discusiones de política monetaria serán la velocidad relativa en la cual la demanda doméstica —y particularmente el consumo privado– se desaceleren frente al PIB, y de manera central, la dinámica de las expectativas de inflación.
Lo que completará el ajuste será la implementación de una reforma tributaria estructural que aumente el recaudo, mejore la competitividad de las empresas del país y reemplace los ingresos que el país recibía de la actividad petrolera. Esto servirá para que la confianza sobre la economía del país se fortalezca y se garantice la sostenibilidad fiscal en el mediano y largo plazo.
Fabián García es economista senior de BBVA Research Colombia.