Cierre de un negocio por dificultades económicas: cómo evitar males mayores
Tomar la decisión de cerra nuestra empresa no es fácil. Pero tenemos que tener preparado un plan de cierre ordenado para evitar males mayores, tanto a nosotros como a nuestros empleados y demás acreedores.
Verse obligado a cerrar una empresa que ha sido nuestro proyecto profesional y personal durante muchos años es una decisión dramática de enormes consecuencias económicas y emocionales. Cuando el mal principal ya está hecho, tener que cerrar el negocio, debemos evitar males mayores posteriores.
Por desgracia, hay efectos económicos peores que terminar con nuestro trabajo por cuenta propia de forma forzada. Quedarnos sin trabajo y sin la ilusión de una profesión propia labrada con sudor y lagrimas es un golpe duro; pero tener que hacer frente a deudas del extinto negocio es algo dramático.
Mucha gente que nunca ha tenido una empresa, como autónomo o con forma societaria, suele pensar que ser empresario es un privilegio y que los que cierran empresas con deudas con sus trabajadores son unos estafadores. Casos de este tipo hay, evidentemente. Al igual que hay trabajadores que engañan al fisco o tienen bajas creativas. Pero la gente decente es decente, sea trabajador o sea empresario.
Y empresarios decentes hay muchos, muchísimos. Igual que trabajadores por cuenta ajena. Y la crisis económica golpea a las pequeñas y medianas empresas de una forma más virulenta que a los trabajadores de éstas, me atrevería a decir.
La razón es simple: el pequeño empresario se siente fracasado por no poder seguir adelante con su profesión, culpable por no poder pagar las nóminas o las deudas a sus acreedores y preocupado buscando una nueva fuente de ingresos mensuales. Pero esto no es todo; si no ha sabido o podido prever el cierre, puede quedarse con deudas de la empresa, que tendrá que pagar a pesar de encontrase sin empleo (y sin paro).
Cerrar una empresa correctamente
No se debe tomar la decisión de cerrar el negocio en el último momento cuando las deudas ya nos ahogan, debemos nóminas a los trabajadores y no estamos al día de nuestras obligaciones fiscales. Es un gran error de consecuencias muy desagradables. Hay que ser capaz de detectar situaciones de insolvencia futura y preparar el plan de cierre, aunque pueda nunca tenerse que llevar a cabo.
Preparar un plan de cierre consiste en:
- Detectar una evolución desfavorable de nuestros ingresos, vencimientos de deuda difíciles de asumir, impagos probables. Antes de que todos estos acontecimientos futuros puedan darse, tenemos que estimar su probabilidad. En autoengaño nos acabaría de hundir.
- Consultar con un abogado mercantilista que sepa de concursos de acreedores los pasos a seguir en caso de dificultades económicas. Sería muy interesante preparar toda la documentación para tenerla lista si se hace preciso iniciar el proceso.
- Guardarse en un cajón unos 10.000 euros para pagar los gastos del concurso si hay que presentarlo (abogado y administrador concursal, principalmente). Presentar un concurso sin dinero en la caja es un grave error.
- Negociar a tiempo con entidades financieras, acreedores y representantes sindicales o con los trabajadores directamente. La información es vital si queremos colaboración si llegan los malos momentos.
- Estudiar nuestra situación jurídica respecto a las deudas de la empresa: los administradores de una sociedad responden de determinadas deudas de la sociedad (por ejemplo de no ingresar las retenciones de sus trabajadores), los autónomos responden con todo su patrimonio de las deudas del negocio, por ejemplo.
Si hemos seguido correctamente los pasos anteriores y las cosas mejoran, estamos de enhorabuena. Hemos sido unos empresarios diligentes y la fortuna además nos ha sonreído.
Si la situación empresarial no mejora, tendremos que tomar la difícil situación de presentar un concurso de acreedores (salvo que hayamos liquidado todas las deudas y rescindido los contratos de nuestros trabajadores y pagados los finiquitos, claro está). No es un mal empresario quien cierra a tiempo y minimiza las deudas y los problemas de sus trabajadores (para poder ir al paro o cobrar del FOGASA), lo es quien no lo presenta a tiempo y trata de seguir endeudándose más y más y endeudando a sus trabajadores y acreedores con dinero que nunca podrá devolver.
El empresario que sabe cerrar un negocio minimizando las pérdidas sabrá emprender otro en un futuro menos adverso con muchas probabilidades de éxito: nada enseña más que el sufrimiento.