Ciencia, el verdadero sapo que las niñas deberían besar
La ONU ha declarado el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia para dar visibilidad a las científicas y crear roles femeninos en la ingeniería, la investigación, las matemáticas y la tecnología. Para celebrar esta jornada, cinco profesionales de BBVA, explican su pasión por los números y tratan de contagiarla a las nuevas generaciones.
Si Marie Curie levantase la cabeza seguro que estaría orgullosa al ver que casi el 30% de los estudiantes de las carreras técnicas en España son mujeres. El avance de los últimos años ha sido importante, pero la brecha de género sigue siendo muy marcada en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.
¿Qué podemos hacer para que las mujeres se engachen a las ciencias? Esta es la pregunta que hemos planteado a María José Jordá, ingeniera industrial y responsable de Transformación de Experiencia de Cliente; Marisol Menéndez, también ingeniera industrial y responsable de Open Innovation; Carmen López, ingeniera informática y responsable de Arquitectura del área de Engineering; Elena Krasheninnikova y María Hernández, ambas matemáticas y data scientist de BBVA Data & Analytics.
De arriba dcha. a izqda.: María Hernández, Carmen López, Marisol Menéndez, María José Jordá y Elena Krasheninnikova.
Todas ellas estudiaron sus carreras por vocación, y ser minoría nunca les pareció un problema, ni tan siquiera cuando eran la única mujer de la clase, como le sucedió a Carmen López, al elegir su especialización en hardware. Ser pocas compañeras les sirvió para hacer grandes amistades que aún conservan hoy en día. Sólo María José Jordá tiene un recuerdo muy exacto de la primera vez que sintió que su género podía ser un problema: en el último curso de carrera, un profesor, que buscaba alumnos para trabajar en una empresa de electrónica, pidió expresamente que las chicas se abstuvieran en presentarse pues solo querían hombres.
“Recuerdo que tras esas palabras dejé de escuchar los siguientes diez segundos. Me costó asimilar que alguien no quisiera que yo trabajara en su empresa por el hecho de haber nacido mujer. En ese momento fui consciente de que sería una chica en un mundo laboral técnico”, rememora Jordá. Pero esto no fue un obstáculo para que al poco de acabar la universidad, Jordá aterrizara en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), donde trabajó durante cuatro años en la que considera una de las mejores experiencias de su vida, aunque al principio los compañeros le confundían con una secretaria. “Con el tiempo las cosas evolucionaron, me hablaban de voltios y amperios, me sentí como una más aportando mi granito de arena”, explica.
Recuerdo que tras esas palabras dejé de escuchar los siguientes diez segundos
Saber pensar
Uno de los puntos en común que comparten estas profesionales de BBVA es el sentir una gran pasión por su trabajo, por la ciencia y los números, de los que dicen que fundamentalmente “te enseñan a pensar”. “Aunque en mi día a día yo no uso matemáticas o mecánica, para mí lo más importante es la forma de pensar que he adquirido, la forma de resolver problemas”, reflexiona Marisol Menéndez.
Además de una forma analítica de afrontar la vida, las ciencias proporcionan unas oportunidades laborales fuera de lo común, obviando el buen salario o la facilidad para encontrar trabajo. “He formado profesionalmente parte del nacimiento de internet y he ayudado a que fuera accesible a la sociedad española. Para mí es lo más gratificante con independencia del puesto que haya tenido”, resalta Carmen López.“Las carreras de ciencias te enseñan una forma de razonar que se puede aplicar a la vida diaria, te ayudan a exponer argumentos con un razonamiento lógico. ¡Incluso son útiles para la política! Es muy fácil detectar cuándo el interlocutor te intenta convencer con algo que no es verdad porque no sigue una secuencia, sino que se inventa algún paso para llegar al punto que le interesa”, asegura María Hernández, quien comenta que de pequeña prefería jugar con las piezas de ordenador, que su padre tenía repartidas por su casa para montar sus propios equipos, que con las muñecas o los coches.
Más experimentos y menos tabús
Sin embargo, todas estas ventajas no parecen suficientemente convincentes. Así que la duda que se plantea es qué se puede hacer para que las mujeres se decidan a besar al supuesto sapo de las carreras técnicas para que vean aparecer ante ellas algo mucho mejor que un príncipe: un futuro prometedor.
El acercar la ciencia a las niñas, a través del juego y la experimentación se señala como una prioridad. “Hay que fomentar las actividades prácticas en las escuelas: experimentar, diseñar, construir lo que sea, con las manos o con tecnología. Si lo has hecho de pequeña y juegas con ello, lo tienes incorporado como una herramienta en el día a día”, reflexiona Menéndez.
Pero también es necesario romper tabús. “Las carreras están estereotipadas en su mayoría. No pasa nada por programar en una pantalla negra o escribir fórmulas matemáticas. Me gustaría animar a aquellas que no conocen las palabras programar, compilar, crear un modelo matemático a enterarse de qué significan antes de cerrarse una puerta a un mundo de oportunidades. No hay límites o prejuicios”, reflexiona Elena Krasheninnikova, quien asegura que su vocación la despertó una profesora del colegio, cuando aún vivía en Rusia, quien le mostró la belleza de las leyes matemáticas y cómo estas se encontraban en cualquier cosa que les rodeaba.
“Hay que desterrar la idea de que las matemáticas son aburridas y difíciles”, añade María Hernández, su colega en BBVA Data & Analytics. “Las matemáticas y la ciencia tienen ritmos de aprendizaje mucho más diversos que otras materias. Tenemos que apoyar a quienes los números les cuestán más al principio para que no asuman la idea de que las ciencias son difíciles”, defiende Hernández quien además cree que el calificar de friki a todo el que le gusta la tecnología espanta el interés de las chicas.
"Hay que desterrar la idea de que las matemáticas son aburridas y difíciles
El atraer a las jóvenes hacia estudios tecnológicos o científicos es algo más que un avance en la lucha por la igualdad, es un reto y una necesidad para una sociedad que va a ver cómo la cuarta revolución industrial demanda sobre todo estos perfiles.
“En diez años, el 80% de los trabajos requerirán entender la tecnología, desarrollarla, implementarla. ¿Vamos a vivir en un mundo donde nuestras hijas no puedan trabajar?"
Los padres, tutores, profesores, los individuos comprometidos con el progreso debemos propiciar entornos donde las niñas prueben la tecnología, por medio de talleres, de concursos, de días de experimentos. Necesitamos el otro 50% de la población para hacer evolucionar el planeta”, concluye Jordá.